domingo, 6 de septiembre de 2015

Santa María la Real de Nieva sostiene también en la página WEB municipal el infundio del sepulcro de Blanca I de Navarra

Yo pregunto a quienes se aferran a la MENTIRA DEL SEPULCRO, dejando con ello en mal lugar al pueblo, si son capaces de demostrar que la prueba de ADN mitocondrial no prueba nada; caso afirmativo me brindo a ponerles en contacto que la llevó a efecto. Por supuesto que también pueden efectuarlo directamente. Ante estos señores, y en general, ¿cómo está quedando dicha localidad segoviana? Como dije en uno de mis artículos anteriores, la mencionada prueba científica ha servido para descubrir, reconocer, los restos de los Zares, solamente en Santa María la Real de Nieva se rechaza de plano. Increible, pero lamentablemente cierto. 

Suponía que habría desaparecido de la indicada página este punto y aparte al tratar del arte de la iglesia. He aquí la transcripción del mismo: 
Además este templo posee la suerte de servir de mausoleo a una de las reinas más importantes que ha tenido España. En él están depositados los restos de Blanca de Navarra, fallecida en esta villa el 1 de de abril de 1441. Siempre había existido la creencia de que en una de las capillas de la iglesia fue enterrada fue enterrado el cadáver de esta reina; doña Blanca en sus disposiciones testamentarias ordenó que fuese enterrada en Usué (Navarra) y por disposición de su hija doña Leonor esos restos deberían haberse trasladado al convento de San Francisco en Tafalla (Navarra), pero por causas desconocidas esos mandatos no se cumplieron. En las obras realizadas en la iglesia en octubre de 1994 se encontraron unos restos que, después de numerosos estudios antropológicos hechos por el Dr. D. José Manuel Reverte han confirmado que efectivamente son los restos de la importante reina. No así las pruebas de ADN en varias universidades españolas, para ver la coincidencia con los restos de su hijo el Príncipe de Viana, enterado en Poblet. Pero estos restos de Poblet no existe seguridad de que fueran los del Príncipe por las vicisitudes históricas que sufrió dicho cenobio desde la Desamortización de Mendizabal de 1885. El día 6 de abril de 1997, en una sencilla ceremonia oficial fueronnuevamente depositados sus restos en una urna con copias de la documentación que acreditan la personalidad de doña Blanca. 
¡Qué manera de enmascarar  la verdad para sacar adelante la mentira! Algo que si fue posible hasta el 9 de septiembre de 2008, dejó radicalmente de serlo en esta fecha. 

Se juega con descaro con la opinión del doctor Reverte Coma quien en su informe no asegura que los restos sean de Blanca I de Navarra, lejos de ello en el punto 9 de su informe -fecha 15 de diciembre de 1994- dice: 
"Nuestra impresión personal es que tanto la edad, estatura y fragilidad de este esqueleto, unido al lugar del enterramiento y circunstancias que lo rodean, coinciden con las que se atribuyen históricamente a doña Blanca I de Navarra.
Sin embargo la prueba definitiva y segura, sería el estudio  de  ADN, tanto en este esqueleto como en los restos que puedan existir del padre de doña Blanca, don Carlos enterrado en la catedral de Pamplona y del hijo de la reina, don Carlos, Príncipe de Viana, enterrado en el Monasterio de Poblet.
Si el ADN de estas personas, especialmente el del Príncipe de Viana, coinciden con el que pueda hallarse en estos esqueléticos, se tendría la seguridad de que se trata efectivamente de doña Blanca I. Reina de Navarra".  

Este es el criterio, juicio o discernimiento de quien era in illo tempore director del dlaboratorio de Antopología Forense y Paleopatología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense,  pero el redactor de la página que estoy comentando transforma ad libitum, a su voluntad, su estudio antropológico y paleopatológico, y  se saca de la manga que confirmó que 'efectivamente son los restos de  la importante reina'. ¡Vamos, que osadía! 

No sé si es abandono por pereza -negligencia, tedioo descuido en los casos en que estamos obligados, como lo define, como la define el DAE- o no querer bajarse de la burra. De la manera que está redactada parece ser lo segundo. Siete años ha que el citado fragmento debió eliminarse. Quien haya leído mis artículos sobre este tema puede descubrir facilmente la sarta de mentiras que se vierten para construir la definitiva: que los restos son de Blanca I de Navarra. Nanay. Aunque lo dijera el alcalde anterior y el actual siga su senda, su procedimiento. En definitiva, la Ciencia -que no la Historia, en tal terreno no cabe demostración- ha dejado evidente que los restos que el sepulcro exhibe como de tal reina navarra no son de ella. Que no, que no, que el ADN mitocondrial -que se trasmite por línea femenina por tiempo indefido- ha hecho imposible continuar mintiento. La equivocación cupo al principio y hasta que apareció el resultado de dicha prueba. Pretender no respetarla no es muy inteligente, honesto -con todas las acepciones de esta palabra: decente o decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo, recto, honrado- que digamos. Una vez más hago también hincapie en el enorme ridículo en que se incurre. Como dijo el político estadounidense Abraham Lincoln, puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. 

Parando mientes en alguna otra marrullería.
  
Verdad que los restos del Príncipe de Viana fueron de la ceca a la meca con motivo de vicisitudes históricas y ha quedado tan ignnorado su paradero como los de su madre, además de que pueden estar mezclados con otros restos. De ello ya di detalles y no voy ahora a tratarlo. No doy con ellos la líder del equipo científico cuando creyó encontrarlos y resultaron falsos; ella asumió la tarea de buscar el descendiente ad hoc, adecuado, con quien realizar la prueba genésica., fue una tarea trabajosa que implicó tardanza en la misma. No viene a cuento, pues, la inautenticidad de los restos que se supusieron del Príncipe, porque sencillamente el cotejo no se practicó con él. 

Ya informé al cura párroco del pueblo -contestando la pregunta que me hizo al respecto- a quien se recurrí finalmente. Ignoro si en la polémica que tuve con él, iniciada con motivo de solicitarle que tapara la inscripción del sepulcro, terminó aceptando que los restos que hay en el mismo no son de quien la placa indica, es decir, si da por válido el estudio genético del Príncipe de Viana realizado por el Dr. Miguel C. Botella, de la Universidad de Granada, Dra. Assumpció Malgosa, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y la catedrático de Historia Medieval de la UAB, Mariona Ibars. Lo ignoro porque mostrando "ser" de gran elegancia ética truncó el diálogo, ni siquiera me dio las gracias por aleccionarle. No sólo rompió conmigo sino que continuó sin mover un dedo para eliminar la exhibición de la mentira, el engaño al pueblo y a cualquier visitante de lo que queda del monasterio, que, dicho sea de paso, en cuanto a Historia del Arte si merece la pena conocer de visu, pero en el que se da una puñalada a la verdad  referente a la Historia propiamente dicha. Y para mayor desdoro, siendo la prueba irrefutable por corresponder a la Ciencia. 

  Entre la WEB del Ayuntamiento del pueblo y su cura párroco hay discrepancia.

Cuando le expuse mi extrañeza de que no creyera en ésta, me dijo que si creía en ella. Si cree en la Ciencia y se comporta cómo viene haciéndolo tras la demostración de la falsedad del sepulcro, tanto peor; sí, hay que rechazar de plano, y yo lo rechazo, que no se tape la inscripción que induce al engaño. Como oriundo de la localidad de referencia no dejo de lamentar el resultado aportado, que ya en base a la Historia me temía pues no era, ni mucho menos, para echar las campanas al vuelo, la aparición de unos restos en la iglesia  del lugar y en el lugar en que fue  no constituía en modo alguno motivo inequívoco de que fueran de Blanca I de Navarra. Eso sí, son de persona importante por la ubicación  de su inhumación. Ya he dicho en otra parte que el equipo de la profesora Ibars y Puga tiene idea de quién se trata y propusieron al anterior alcalde del pueblo efectuar en la osamenta el ADN, pero éste se negó, yéndose al traste entre esta negativa y la crisis tal proyecto.

No deja de haber disentimiento en opinión entre el Ayuntamiento y el cura, ya vemos que el Municipio da por cierto -la Ciencia a paseo- que su templo posee la suerte de servir de mausoleo a una de las reinas más importantes que ha tenido España. En él están depositados los restos de Blanca de Navarra. Pueden estar, y yo me inclino al sí, a que nunca fueron trasladados; ahora bien, continúa ignorado lo que de su esqueleto perdure al cabo de quinientos setenta y cuatro años de su entierro provisional en la Puebla de Santa María, del moviento de su sepultura y a saber de las condiciones de su enterramiento, supuesto traslado de lugar, etcétera. 

Ignoro si el cura conocerá las líneas que estoy comentando en cuanto al exteriorizado criterio del Ayuntamiento -obviamente Clío no le atrae-, lo que sé es que no coincide con la opinión del pueblo, lo que ya es un tanto a su favor. Cuando contacté con él para exponerle: Es lo pertinente tapar la falsa inscripción del sepulcro que estultamente erigieron en la iglesia [...] Me duele la mentira en esta villa y en su templo. No paso de rogarle ponga cuanto de su parte esté en tapar la falsa incripción del arcosolio. ¿Qué hallé? Nada de solidaridad, y bastante de lo contrario, ya comentado en un artículo, pero hic et nunc, aquí y ahora, he de significar que su criterio difiere del que tiene el pueblo (me refiero, obviamente, a la dirección del mismo, no a su población), puesto que me contestó -sacándoselo de la manga también, es decir, sin fundamento para decirlo- que la inscripción quería decir que los restos eran atribuidos y seguidamente por si mi semántica es muy reducida -me tomaría por madrleño extranjero, lo primero sí que soy- me explicó el significado de la palabra. Le contesté que no se trata de que se aplique sin conocimiento seguro la placa, sino con la certeza, desde hace años, de que se propaga una mentira. Luego vino el decirme: Que no me opongo a la ciencia, pero querría saber con quién se hizo el cotejo del ADN. Nada más. Y, como ya he dicho, se dio a la fuga mentalmente. ¿En qué estriba el desentimiento de opiniones siguiendo el pueblo y el cura la misma conducta? Vemos que no afirma rotundamente lo que la Ciencia ha probado ser, en el mejor de los casos, un error. A partir de tal prueba es algo peor, ya dice Cicerón, en 'las Flípicas', que errar es cosa propia de cualquier hombre, pero perseverar en el error sólo es privativo de los necios.                                                                 
                                                                            

No ha motivo para esta placa en la iglesia de Santa María la Real de Nieva (Segovia) en este
                                                                                
FALSO ARCOSOLIO 


Falso de toda falsedad, científicamente probada. Entonces, en tal caso, esta mentira se ha convertido desde la fecha de referencia en una mentira demencial. Y pues Santa María de Nieva pasó a ser Santa María la Real de Nieva  -mejor, así no se confunde con la de Almería-, real mentira demencial. 

En la población que el tan amado en Segovia Enrique IV de Trastamara elevó a capital -Guadalajara-  escribí hoy y publico en la WEB este artículo y en víspera de la fiesta local de la citada Villa segoviana, que coincide con la de la patria chica de los Mendoza. 
     

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