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Un matrimonio turbio e indigno, abyecto |
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No fue lo peor el casarse con una plebeya, que a esto lo ha dado cabida la institución monárquica , sino que la elegida era una mujer promiscua y al extremo que a veces simultanea amantes en constante engaño a todos. Y para firmeza en tal hecho darse el caso de padecer de ninfomanía. Para que la boda constituyera "real" mojiganga el casarse de blanco traje de novia como si fuera un primer matrimonio, cuando en ella era el segundo. Bueno, la mascarada, la farsa, había de presidir en todo este enlace conyugal que empezaba por ser una burla contra la iglesia como indica David Rocasolano. En cuanto a los contrayentes fue un pacto de inmoralidad que encerraba un ménage à trois, siendo el tercero en concordia el antiguo amante de la novia y amigo del Príncipe, el célebre -por motivo paterno- navarro Jaime del Burgo, amante que se iba a casar con Letizia e impidió la aparición de Felipe a la vida de Letizia.
Alguna pincelada de su intimidad de estas figuras de que ya he hablado cómo intervinieron en la historia.
 | Enrique III El Doliente
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 | Catalina de Lancaster |
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No fue Enrique III un rey mujeriego, sólo existe la sospecha de que tuviera una amiga. Reinó dieciséis años;dejó -casi la totalidad de los reyes tuvieron tantas-. Reinó dieciséis años: dejó como corregente de Juan II a su hermano Fernando, llamado el de Antequera por haber conquistado dicha ciudad, Catalina le sobrevivió doce años. Él murió en Toledo (1406), ella en Valladolid el 2 de junio de 1418. Por cierto, que uno de los que asistió a su muerte sería decapitado en la Plaza Mayor de esta ciudad en 1453 por orden de Juan II, su hijo, impelido a ello por su segunda esposa Isabel de Portugal, la madre de Alfonso y de Isabel la Católica. Me refiero a don Álvaro de Luna, canciller y favorito del rey.
Como karma a la vista, Juan II de Castilla le sobrevive un año, Isabel viuda cae en la demencia y su hijastro Enrique IV (hijo del primer matrimonio de su padre con su prima María) la confina en Arévalo (Ávila) con Alfonso e Isabel. Es llamada "la loca de Ávila", invadida de remordimiento, por la noches se la oye gritar desde su palacio: ¡Don Álvaro, Don Álvaro!
En aquella política y lucha, en que no incumbe entrar aquí, la esposa del condestable, que con su hijo Juan de Luna se hallaba refugiada en el castillo de Escalona (Cuenca) y pidieron ayuda al Papa Pero al tener noticia de la ejecución de su marido
El Condestable fue enterrado en el el Convento de San Francisco, según petición suya la noche anterior a ser ajusticiado donde permanecieron hasta, que "sus descendientes consiguieron rehabilitar su memoria. En 1658 el Consejo de Castilla le declaró inocente y libre de toda culpa de la imputaciones que se le habían hecho y por las que había sido condenado" ("Catalina de Lancaster", primera Princesa de Asturias", de María Teresa Álvarez) y se trasladados a la capilla de Santiago de la catedral de Toledo, capilla construida a sus expensas, donde se encuentra con su hermano don Juan de Cerezuela y sería enterrada doña Juana de Pimentel, su viuda.
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Sepulcros de Álvaro de Luna y de Juana Pimentel.
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Ella fue la que continuó las obras de la Capilla de Santiago y su hija las que la terminó (1498) y construyó los sepulcros de sus padres. Murió doña Juana Pimentel, la Triste Condesa, en Guadalajara el 6 de noviembre de 1488 a la edad de 88 años.
 | Pedro I El Cruel o El Justiciero |
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 | Juana Pimentel |
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 | María de Padilla |
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Fue María de Padilla el gran amor de su vida tan llena de mujeres. Eran de la misma edad y muere ella cuando tenía 27 años, afectándole sobremanera. Según los cronistas, era <pequeña de cuerpo, pero de entendimiento grande, y dotada de gracia y hermosura>. Nacieron de esta pareja Constanza de Castilla e Isabel de Castilla. Cuando la conoció estaba desposado con doña Blanca de Borbón y quiso prescindir de la francesa contra la opinión de su valido Alburquerque que trata de disuadirle de enemistarse con Francia si rechaza la princesa.Se dirigió a Valladolid y en el templo de Santa María la Nueva contrajo matrimonio con ella, dejando mientras tanto a la Padilla en el castillo de Montalbán. Pero cuarenta y ocho horas después abandona para siempre a Blanca contrariando a la reina madre, ni dieron fruto tampoco los ruegos de Alburquerque.La reina doña María se retiró con su nuera a Tordesillas, mas el rey reaccionó, no era bastante abandonarla, ordenando su prisión en Arévalo.
Doña Blanca de Borbón fue de calabazo en calabozo, terminando siendo envenenada por mandato de su real esposo. Fue por último recluida en el Alcázar de Jerez de la Frontera en el que el alcalde del mismo, Diego Ortiz Zúñiga, se negó a admitir tal hecho y dimitió de su cargo, pero su sustituto, Juan Pérez Rebolledo, no opuso a tal acto el menor reparo. Ocurrió el asesinato en el año 1361 contando 22 de edad, y fue sepultada en el convento de San Francisco de dicha población gaditana. Vemos que poco después muere María de Padilla y de muerte natural. ¿Castigo divino?
Pedro El Cruel o El Justiciero, destrozado moralmente, convoca Cortes en Sevilla y afirma que Blanca de Borbón no fue su esposa porque se hallaba casado en secreto con María de Padilla . A partir de entonces fue la Padilla tenida por reina de Castilla y de León, lo que implicó la declaración de los hijos de ambos como legítimos. Vistió luto por ella.A pesar de se su gran amor, la compaginó con más de un amorío. ¿Cómo concebirlo? Los reyes son tal como nos muestra la historia, y como die Ortega respecto al amor, "cada uno ama como es".
Lega Augusto Martínez Olmedilla a relacionar la muerte de María de Padilla con la del rey cuando ambos hubieran contado 35 años de edad. Lo refiere así: <Muerta doña María de Padilla , la vida de don Pedro carece de relieve. Faltábale la única luz que había iluminado su vida tenebrosa. Probablemente, si cayó en el lazo que el bastardo Trastamara le tendiera, más que por torpeza, fue por desgana de vivir. Hubiérale esperado la Padilla y ya encontrara él medio de abandonar los campos de Montiel para volar a su encuentro>.
Otro viraje de la historia, éste no por adulterio, por latrocinio.
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Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla
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Otra línea quebrada de nuestra historia la ocasionó Isabel I de Castilla usurpando el trono a su medio sobrina Juana, lo que provocó una guerra civil que duró cinco años. Había sido revocado por Enrique IV el Tratado de los Toros de Guisando y reconocida como sucesora del trono su hija doña Juana, pero a ello Isabel Y Fernando se hacían los suecos y, ya que carecían dela fuerza de la razón,optaron por la razón dela fuerza: la guerra. En vano la Princesa trató de evitarla, proponiendo que la cuestión del derecho a ceñir la corona se decidiera mediante el voto nacional; con tal fin dirigió a las ciudades y villas del reino el siguiente manifiesto;
Luego que los tres estados de estos dichos mis reinos, o por personas escogidas de ellos de buena fama y conciencia, que sean sin sospecha, y determine por justicia a quién estos mis reinos pertenecen; porque se excusen todos los rigores y rompimiento de guerra.
En la misma carta acusa a Isabel de haber producido la muerte de Enrique IV y se había apoderado de sus tesoros.
La guerra fue desafortunada para Alfonso V de Portugal, que contrajo matrimonio con su sobrina Juana, siendo en Toro y Albuera definitivamente derrotado, junto con los nobles españoles que defendían a doña Juana,-el duque de Arévalo, el maestre de Calatrava, el marqués de Villena, etc.- Y tras ellos el arzobispo de Toledo, don Alfonso Carrillo, han de rendirse también moralmente a la "razón" impuesta manu militari, que en tantos casos dista mucho de serlo. Aún hubo Castronuño, último baluarte de los portugueses.
En acción de gracias por la victoria de Toro, Isabel y Fernando erigieron en en Toledo el magnifico Monasterio de San Juan de los Reyes. El futuro que se abrió para la despojada le refiere el comediógrafo, novelista y biógrafo Augusto Martínez Olmedilla de la sucinta manera siguiente:
<Más por despecho que por vocación tomó el hábito en el monasterio de Santa Clara, de Coimbra, fueron los suyos unos votos especiales, pues de vez en cuando rompía la clausura, trocando la burda estameña por la pompa real. Nunca renunció a sus derechos,pues firmó siempre: Yo: la Reina. En Portugal se le dió el tratamiento de Excelente Señora. En el año 1530 murió en el palacio de Lisboa, y no en el convento, cual a su condición monjil correspondía. Fue una víctima de los manejos políticos que en su torno tejieron red abominable de intrigas e infamias>.
El matrimonio de Fernando II de Aragón y de Aragón y de Isabel I de Castilla, a quien el tan imperfecto Papa Alejandro VI otorgó el título de Reyes Católicos, fue bastante desafortunado en cuanto tal. Casi todos los monarcas no sintieron el menor cariño -amor es mucho decir- por sus respectivas esposas, su falta de respeto, de fidelidad, son patentes y demuestran la total carencia de lo primero. De lo que están corroídos es de erotomanía. Fernando e Isabel se casaron contra la voluntad de Enrique IV, furtivamente y contraria los dictados de la Iglesia Católica, de que ya hablé en otro artículo, Historiador hay que sostiene que ella llegó a quererle, lo indudable es que había de estar dolida de sus infidelidades que fueron constantes a lo largo del matrimonio. Y aquí lo dejo porque de ello ya me ocupé en otro articulo y volveré detenidamente al tema.
Epílogo.
A la vista de monarcas medievales y de Fernando II de Aragón e Isabel la Católica que abren la Edad Moderna, queda patente que la naturaleza y hábitos de los reyes ha sido la generatriz de nuestra historia . Siendo lo uno y lo otro pésimo , el desarrollo ha sido triste, de línea quebrada, demostrando, como piensa Voltaire, que "la historia es sólo un relato de crímenes y desgracias". En cuanto a la nuestra dice Pérez Reverte que "cuando uno lee la historia de España se da cuenta de que la mirada que a uno le queda es bastante amarga". [...] "La historia de España es una sucesión de ocasiones perdidas".
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