No es siempre el tumulto exterior el que impide oír la voz de Dios; es muchas, muchísimas veces, el tumulto interior: las voces del orgullo, de la vanidad, de la lujuria, de la conveniencia, los rugidos de "la casa de las fieras" que cada uno llevamos dentro. - Amado Nervo -
Hay que tener fe en Dios, que no es el hombre. Hay que creer tal como nos enseña el Credo, relación de dogmas de nuestra fe católica; hay que creer cuanto nos dice la Biblia, que empieza el "el Génesis" -Creacionismo-, y la tradición, que son las dos fuentes de revelación, según la Iglesia Católica- Los protestantes únicamente admiten la Biblia, pero con interpretación particular de cada uno , lo que toca al deísmo y al librepensamiento.Rechazan los librepensadores la autoridad de la Iglesia en materia religiosa, concediendo a la razón individual total independencia de todo criterio sobrenatural, su infalibilidad, por tanto, cuestión que es adyacente al tema que nos ocupa.
La fe, Dios, no está sólo en el terreno de la Religión, también en el de la Filosofía, la cual se mueve en el triángulo: Dios, el mundo y el ser. Y en el de la Ciencia. ¿Qué es la vida para los científicos? Mucha literatura hay al efecto, que no voy a sacar aquí a colación, en lo que yo conozco, ni es posible en el límite material de un artículo, pero lo que ellos en suma sostienen es lo que dijo el doctor Severo Ochoa: Para la mayoría de los científicos la vida es física y química pero esto no quiere decir que sepamos qué es la vida, ni lo sabremos jamás. El amor para él no difiere de la vida , pues suya es la sentencia: El amor es física y química. Claro!, la vida tiene física y química, como queda dicho, y ellas no alcanzan a descubrir la creación del Ser, Mundo y Dios.
Creacionismo, Génesis.
Bajo el aspecto religioso se nos dice que Dios creó y ama al hombre, mas no es menos cierto que éste busca a Dios con más o menos fe. No pude haber quien carezca de fe en absoluto, como tampoco existe quien la tenga tan sólida que no dude en algún instante.
Fe soberbia, impía, / la que no duda, / la que encadena a Dios a Dios a nuestra idea,.
escribe Unamuno, cuya obra literaria tiene su anclaje en la búsqueda de Dios. Su búsqueda como huida de la muerte, no morir del todo, mejor ni en parte, Tiene la muerte una literatura inabordable, inagotable, porque ha sido, es y será lo más inquietante para la humanidad. Versando sobre la muerte en varios artículos que, bajo distintos puntos de vista, he escrito sobre este tema tan amargo,hice numerosas citas de nuestro mencionado pensador y de otros autores, filósofos, novelistas escritores en general, artistas, científicos, figuras de toda clase de la historia.
No voy a vertebrar hoy el tema de esta virtud teologal: -fe- en el hecho de la indefectible muerte, sino desde la vida. Demos fe de nuestra fe, valga la redundancia, Para el DAE es luz y conocimiento general con que un ser se cree lo que Dios dice y la Iglesia propone. Es precisamente de esta falta de luz en lo que quiero hacer hincapié. 'Luz, más luz', exclamaba Goethe próximo a morir, cuando quizá -adverbio de duda que consigno con perdón a la fe- era entonces el alcanzar la clara visión: la Verdad, La Vida, con mayúscula. Siempre la razón y la fe en pugna, no entendiendo la primera que, como dijo Hamlet, 'en el cielo y en la tierra hay más de lo que puede alcanzar nuestra pobre filosofía'. O, como expone el citado autor de "El arquero divino", 'mientras Él calla, nosotros levantamos sin cesar arquitecturas filosóficas. Unos lo niegan, otros afirman su existencia; otros hacen distingos... Él calla: su majestad mayor está en el silencio... ¿Por qué no callar también nosotros para sentirle y amarle?
[...] El órgano del conocimiento divino no es el cerebro, sino el corazón. Por eso vemos a tantos hombres de gran talento titubear en las tinieblas y perderse en los recodos de todas las filosofías sin encontrar a ese Dios a quien encontró ya la celeste ignorancia de tantos humildes'. El avance de la bioquímica nos aclara que en el cerebro radica el entendimiento y el sentimiento; es éste, ciertamente, el camino real para aproximarse al conocimiento de Dios. Pero no deja Amado Nervo de exponer: 'He aquí un bello nombre para Dios: "El Sublime Desconocido...".
Pensemos, sin embargo, que el saber y la fe no se contraponen, yo diría que se complementan. Insisto en que allí donde no llega nuestra razón puede llegar nuestra fe. Nuestro novelista Valera lo expone así: 'allí donde no llega el saber; allí sólo llega el creer o el imaginar. Porque en lo íntimo de las cosas todas hay siempre impenetrable misterio'. Ya él trató de la falta de fe a que según algunos conduce el adelanto de la ciencia y la técnica, de la civilización y la cultura. Pese a ello, desistiendo de tales opiniones, sostiene: 'El símbolo de la fe de Descartes, Malebranche, y Leibnez ha permanecido el mismo. No pensemos que fuese estrecho el símbolo para que en él cupiesen sus teodiceas. Otros eminentísimos sabios que, tomando vuelo, desde las cimas de las ciencias positivas, se han elevado a la metafísica, han afirmado, como Newton, un Dios personal, cuyo concepto era digno de la inteligencia de ellos, y manifestación nueva de la verdad revelada y de la sublime sentencia que dice que los cielos narran la gloria de Dios.
Valera, destacado hombre de letras y político, se quejó de que vivía una época de incredulidad grandísima [¿qué diría hoy?]. Escribió: 'Así lo sostienen los que creen hacer el encomio de la época, y los que creen hacer la censura ; pero los que hacen unos y otros, al afirmar esto, es poner en pugna la civilización y la e, la religión y la ciencia. Si, ayer como hoy, u hoy como ayer. Proclama Valera que la fe no mengua al compás que la ciencia crece; de no ser así, constituiría un tremendo desconsuelo para la especie humana ; probarían que la ciencia a trueque de algunas satisfacciones para la vanidad y el orgullo, o para el mayor bienestar material, nos venía a robar nuestras más dulces esperanzas, nuestras más caras ilusiones, y probarían que la fe no n os mostraba verdades superiores a la razón, sino ilusiones que la razón desvanece.Defiende Valera la fe y la ciencia, las hermana, y destruye esas filosofías que, con falso ensalzamiento del hombre , dañan la fe y al mismo hombre.
La incredulidad a que hemos llegado más que en la ciencia en sí, radica en la comodidad y lujo que la técnica brinda ; es el bienestar o calidad de vida de quien puede disfrutar de ello Tan incrédulo puede ser el innovador, el estudioso investigador que hace avanzar la ciencia y la técnica, como el que, sin tener idea de ellas, se sirve del estándar de vida alcanzado. La buena vida, que siempre existió para los mimados de la fortuna, hoy día es más extendida, y es mejor en el sentido de comodidades y placeres materiales, si que aparta de Dios. Tanto, como por el contrario, acerca a Él una vida de incomodidades y penurias. El afortunado no piensa tanto en Dios como el desgraciado..
Hay dos maneras de distanciarse de Dios, una que nuestra fe vaya disminuyendo, otra que no cumplamos lo que nos demanda. Esto último, por supuesto implica decadencia de fe fe y es la tónica general. ¿Damos los cristianos muestras de nuestra fe? No, y sálvese el que pueda, que nunca dejó de haber buenos cristiano aun siendo dichosos. En el claustro y en el siglo, especificación que hago para quienes creen que la condición de eclesiástico lleva implícita la de santidad o poco menos. Por otra parte, no se ha de creer a pies juntillas en el santo laico, que siempre será rara avis, ya que el hombre es por regla general, y muy amplia, tal como le pinta Baltasar Gracián al consignar en 'El criticón' que 'si los hombres no son fieras es porque son más fieros, que de su crueldad aprendieron muchas veces ellas'-
Desde mi blog traté varias veces -una que recuerde en prensa de papel- de la crueldad de la humanidad bajo tal o cual aspecto, no dejando de citar a este eclesiástico y a otros autores, eclesiásticos o no, que igualmente ven al hombre con pesimismo y escepticismo. Asimismo la Biblia, alguno de cuyos libros nos aconseja circunspección, así en el Eclesiastés leemos: 'Procede con cuanta cautela puedas con las personas que trates, y conversa con los sabios y prudentes'- Entendamos sabiduría con virtud, porque ¡hay cada "sabio"! Optemos por el ignorante bueno, ya dice Cervantes, ap. El Quijote, que 'letras sin virtud son perlas en un muladar'. El hombre bueno, ignorante o no, no puede a veces librarse de ser víctima de la maldad, taxativamente lo expone este aforismo de Camón Aznar: 'Hombre bueno. Entre el cuerpo y el alma al canibalismo del mundo'. Volviendo a la Biblia, encontramos en 'Jeremías' este aserto: 'maldito sea el hombre que confía en otro hombre, y se apoya en su brazo de carne, y aparte del Señor su corazón. Y algún versículo más adelante: 'Perverso es el corazón de todos los hombres e impenetrable: ¿quién podrá conocerlo? Etcétera. De esta impenetrabilidad viene el engaño, que antes o después acaba en desengaño.
He hablado de creer en Dios, o primera Virtud de las Teologales: FE, de justificar que somos cristianos, y no de pacotilla, que es lo imperante, y hoy día sobremanera. En el siguiente artículo versaré sobre esta trayectoria histórica en España.
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