Mirar es lo contrario que conocer : mirar es conocer con los ojos lo que está ahí, y conocer es buscar lo que no está ahí: el ser de las cosas. Es precisamente el no contentarse con lo que se puede ver, antes bien, un negar lo que se ve como insuficiente y un postular lo invisible , el "más allá" esencial. -Ortega y Gasset, en '¿qué es filosofía?'- -Ortega y Gasset en '¿Qué es filosofía?
La vida no es un edén, que digamos, y para colmo tiene como perspectiva la muerte con la antesala de la vejez para quienes a ella llegan. Si vivir es ir muriendo, ya es poseer bastante muerte cuando se alcanza, cuando la parca Atropos nos visita, y tanto en el orden cronológico como físicamente. Lo que caracteriza la muerte es la inmovilidad. Cuando Amado Nervo dedica un libro a su amada Ana Cecilia Luisa Daillez ya muerta le titula: La amada inmóvil.
La inmovilidad ataca indefectiblemente en la vejez, figurando en la patología con el nombre de artritis y dificulta, cuando no impide por completo, nuestra movilidad transformándonos en imposibilitados, impedidos. Surgen otros achaques, es destrozo general del 'estuche del alma', que Agustín de Foxá llama al cuerpo. No obstante, todos queremos llegar a viejos, y ello más que por amor a la vida por miedo a la muerte, y aun sabiendo que la senectud conlleva los ya indicados indisposición y molestia. Pero en la llegada de las dos no se piensa hasta que el raudo paso del tiempo nos las traen.
Nada sabemos de la fuente -e su acepción de principio, fundamento o principio de algo- de la vida y la muerte.
'Goza de la vida en compañía de tu amada esposa durante todos los días de tu vida durante tos los días de de tu vida inestable que se te han concedido debajo del sol por todo el tiempo de tu vanidad o frágil vida , ya que mientras vives esta es la parte que te toca de tu trabajo con que andas afanado en este mundo'.
En la vejez, con esposa o sin ella, no es posible disfrutar de la vida -tan solo intelectualmente si se conserva la mente lúcida- y, desde luego, a lo largo de ella, pocas veces nos permite sentir placer, alegría. Una reina, garantizados cuernos aparte, tiene bastante base para gozar de la vida, y sin embargo Victoria Eugenia de Battemberg decía a su nieto Alfonso de Borbón Dampierre: 'Acuérdate, Alfonso, de que no hay felicidad en el mundo, pero sí muchos momentos felices y lo importante es saber apreciarlos y disfrutar de ellos'. ¡Cómo se acordaría de este consejo en la amargura de su catastrófico matrimonio, abandonado por Carmen Martínez- Bordiu Franco! Con respecto a su padre, el infante Jaime de Borbón y Battemberg, se repetía la historia.
Para nuestra religión la vida y la muerte es como la explica el Génesis. No nos dice de dónde venimos, mas sí a dónde vamos.En el Nuevo Testamento encontramos la doctrina de la inmortalidad del alma. Jesús dijo: <quien creé en Mí, aunque muera revivirá, y todo viviente y creyente en Mí no morirá jamás>. (Juan 11:25). Estamos inducidos religiosamente a creer que volverán a unirse alma y cuerpo, o sea, la resurrección de la carne, uno de los dogmas del Credo, cuya oración recopila los principales dogmas de nuestra fe. No entendemos volver a ser más que con la imagen que tuvimos, mejor o peor pero la nuestra.
La fe es la primera de las tres Virtudes Teologales y la base o fundamento de la Religión; mucho se ha escrito sobre acerca de la misma, de su interpretación, para Kierkegaard 'la fe es la pasión por lo posible y la esperanza es el acompañamiento inseparable de la fe'. Es el analgésico al dolor de la vida y de la muerte, cuya dicotomía ya indiqué. Una vida triste, para algunos patética, y la pavorosa muerte. Yo exclamo con el citado poeta Amado Nervo:
Y me agobian dos penas sin medida: / un disgusto infinito de la vida, / y un temor infinito de la muerte.
Este terror a la muerte -reitero- le mitiga la Fe, pero como expone Unamuno en su 'Salmo II': 'La vida es duda,/ y la fe sin duda es solo muerte. / Y es la muerte el sustento de la vida, / y de la fe la duda'.
De por vida hemos de mirar y no conocer los misterios divinos; éstos en la religión cristiana son inaccesibles. Imposible, imposible, por mucho que nos desvelemos. 'Hombre hay -leemos en Eclesiastés- que ni de día ni de noche admite en sus ojos el sueño'.
Al fin entendí que no puede el hombre hallar razón completa de todas las obras de Dios que se hacen en este mundo; y que cuanto más trabajare por descubrirla, menos la hallará: aunque dijere el sabio que él la sabe, nunca podrá dar con ella.
En fin, cono dice Pitágoras, 'nadie excepto Dios, es sabio . Que perdonen, pues, los Siete Sabios e Grecia. La ciencia y la técnica han avanzado de modo otrora increíble, pero en materia religiosa no se ha dado un paso adelante, continuamos sin conocimiento alguno de nuestro Más Allá. Otra cosa es que no deje de existir literatura ficción. O incluso de carácter religioso.
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