No tuvo líos de amantes la reina gobernadora, si bien antes de casarse tuvo una aventura, sus líos fueron de tipo económico en colaboración con su segundo marido al que no tardo en convertir e duque, dando al ducado el nombre de un río de la Mancha, Riánsares. Pudo haberle dado el de Quitapesares, real quinta en zona segoviana donde surgió el idilio entre ella y su escolta, ambos recíprocamente enamorados. Esta finca era de ella com o regalo que le había hecho su tío-esposo (La casa palacio se incendió en 1833 e inmediatamente María Cristina la mandó reconstruir). Hasta nuestros días sufrió distintas vicisitudes, finalmente en 1942 es convertida en sanatorio psiquiátrico por la Diputación de Segovia. En la actualidad es el Centro de Servicios Sociales "La Fuencisla".
Se hizo la reina viuda, cuya viudez fue breve, inmensamente rica. En Madrid habitó en el palacio de la rejas. Éste pertenecía a los marqueses de Santa Cruz y pasó a ser propiedad suya. Hubo doña Cristina de renunciar a la regencia pero no a la práctica del tráfico de influencias, lo que pudo realizar dada su alta posición en la Corte. Por sus corruptelas alcanzó una gran fortuna, tanto es así que, invirtiendo en Cuba, llegó a ser la persona de mayor hacienda en la isla, la del mayor número de esclavos para cultivo de la caña.
Contra ella inició su tío y cuñado Carlos María Isidro de Borbón, que no acató la Pragmática Sanción de 1830, la Primera Guerra Carlista que puso fin en 1839 el Abrazo de Vergara, convenio entre el general isabelino Espartero y el carlista Maroto, firmado en Oñate (Guipúzcoa) el 31 de agosto del mencionado año. Cedió la regencia al general Espartero y se exilió. Vuelta a España en 1844 es cuando se instaló en el Palacio de las Rejas.
Isabel II salió tan "fiel esposa" como su abuela paterna. Juan Eslava Galán, en su mencionada Historia de España, la interpreta así: 'La reina era muy fogosa y tuvo decenas de amantes, uno de los cuales, Carlos Marfori, llegó a ministro de Colonias'. En cuanto a éstas supongo se refiere a Cuba y Filipinas, pues las demás ya se perdieron en tiempos de su padre.
Respecto a la descendencia de Isabel, reina propietaria, y su marido y primo Francisco de Asís de Borbón, expone Eslava Galán:
Tuvo Isabel once hijos, de los cuales le vivieron seis [...] Los tuvo con distintos amantes: el primero, una niña, del apuesto comandante José Ruiz de Arana, y el siguiente, un niño, el futuro rey Alfonso XII , del bizarro capitán de ingenieros Enrique Puig Moltó. Más adelante, tuvo otras tres niñas de su agraciado secretario particular, don Miguel Tenorio de Castilla.
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Era Francisco de Asís de Borbón y Borbón homosexual |
De ella decía el papa Pio IX, al concederle la Rosa de Oro, 'es puta pero muy piadosa'.
Contrajeron matrimonio conjuntamente con el de la infanta Luisa Fernanda y Antonio de Orleans, duque de Montpensier, el 10 de octubre de 1846 en el Salón del Trono del Palacio Real de Madrid. Luego vendría la hostilidad entre ellos; el duque mató en un duelo a Enrique de Borbón hermano del rey consorte, no obstante se practicó entre ambas familias la consabida endogamia, la hermana pequeña de la reina, la infanta Eulalia, se casó con su primo Antonio de Orleans y Borbón y su hermano Alfonso XII con Mercedes de Orleans y Borbón. Gran disgusto de Isabel II. Eulalia tuvo dos hijo, uno de ellos, Luís Fernando de Orleans Borbón, se fue a París donde se hacía llamar "príncipe de los maricas".
No dejó la ninfómana Isabel II de tener director espiritual; ellos fueron, primero el arzobispo de Toledo, cardenal Bonet, y desde mayo de 1857 el P. Claret, arzobispo en Cuba, y que habiendo fallecido su confesor le nombró tan pronto regresó a Madrid su nuevo confesor.Tenía que hacer, claro está, la vista gorda a la crisis conyugal de los reyes, a la adulterios de la reina y al cinismo de su amiga sor Patrocinio, La Monja de las Llagas, que le había comió el coco y se dedicaba a negocios compitiendo con María Cristina. Pero además si tuvo director espiritual María Luisa de Parma, se concibe que le tuviera Isabel II. ¡Que manera de echarle teatro conjuntamente la realeza y la Iglesia; que tragaderas la segunda!
Llegado el día en que decayendo Espartero se produce en Torrejón de Ardoz su caída ante tres generales un tanto desconocidos hasta entonces: Prím, Serrano y Narváez que en Madrid son aclamados en tanto que Espartero se esconde en Cádiz y luego en Lisboa y huye a Londres.. Es la época en que madre e hija se encuentran en Madrid, una en el Palacio de Oriente y otra, como ya hemos dicho, en el Palacio de las Rejas. Era Narváez el puntal de la monarquía, pero muere en la primavera del 68. El General y don José María de Salamanca y Mayol, I marqués de Salamanca, destacado como hombre de negocios durante el reinado de Isabel II -construcción del barrio de Salamanca, inicio del ferrocarril- eran acérrimos enemigos. He aquí una anécdota que refiere Martínez Olmedilla sobre su entierro.
Al entierro, de gran espectáculo, como puede imaginarse, concurrió el banquero Salamanca, en el mejor de sus coches, con armeses y libreas de todo lujo, aunque llovía a cántaros. Pero el Montecristo español quiso darse el gustazo de acompañar al cementerio a su enemigo, que al reñir le había echado la peor de las maldiciones: <Permita Dios que acabe usted en una guardilla>. Salamanca estaba entonces e todo su apogeo; y aunque vino la ruina, no fue tan grande como su rival le deseaba.
La batalla de Alcolea implicó el final del reinado isabelino. Prím trajo a Amadeo de Saboya que adquirió fama de inculto por ignorar a Cervantes, y sobre lo cual no falta autor que refiera haberlo sido casi todos los reyes españoles y ello no constituyó inconveniente para reinar. En efecto, ya casi en nuestros días recordemos el pobre concepto que en este aspecto tenían de Alfonso XIII los republicanos Ramón López de Ayala, Ortega y Gasset y el doctor Marañón. Llegó el italiano a Madrid el mismo día que asesinaron a Prím, dirigiéndose seguidamente a su capilla ardiente.