Carlos III estuvo casado con María Amalia de Sajonia y al quedar viudo no volvió a conocer otra mujer. Pero antes tampoco, y así dirá al Padre x Tuvo trece hijos y sobrevivieron siete. El primogénito varón, Felipe Antonio, duque de Calabria, fue excluido de la sucesión por ser deficiente mental, por lo que le sucedió Carlos IV no deficiente pero si de pocos alcances.
Carlos IV contrajo matrimonio con María Luisa de Parma, la cual tuvo catorce hijos y diez abortos. Al morir confesó a su director espiritual el agustino P. Juan Almaraz que ninguno de sus hijos lo era de su matrimonio. ¡Pues si no lega a tener director espiritual!... Con motivo de que le dejó alguna manda testamentaria y él reclamó a Fernando VII, así como llegar a conocimiento de éste lo que su madre le había revelado al fraile, procedió a encerrarle en un calabozo del castillo de Peñíscola donde permaneció hasta ser liberado tras su muerte, pero ya muy mayor y enfermo murió enseguida no sin dejar escrita la mencionada exposición con el título de 'Reservadísimo' Actualmente se guarda este escrito en el archivo del Ministerio de Justicia.
En 'Memorias de las reinas católicas de España' nos dice su autor:
Realmente, para conocer en cuerpo y alma a la reina María Luisa basta contemplar cualquiera de los asombrosos retratos que le pintó Goya. ¡Así era! Fea con cara de maja-bruja. Estrambótica. Audaz. Voluptuosa. Amó poco a su esposo.Y menos a sus hijos. Era amiga de las camarillas murmuradoras y de las cuchipandas goyescas precisamente.Manuel Godoy y Álvarez de Faría no podía estar física ni moralmente enamorado de ella; en 'Nuevas memorias de un afrancesado (en el Madrid gollesco)dice Augusto Martínez Olmedilla:
María Luisa le doblaba la edad No tuvo la egregia dama en su juventud gran hermosura, y en la época de sus amores con <el Guardia> su rostro estaba saturado de arrugas y era en vano que los rudimentarios odontólogos de la época pretendieran disimular la ausencia de dientes en su boca.
Como a ella, por encapricharse de él, le debía cuanto de un modo vertiginoso había alcanzado y su relación consolidaba su poder, pues amorío adelante.Para cubrir habladurías concertaron los reyes su boda con la condesa de Chinchón -María Teresa de Borbón y Villabriga- hija del infante pintada por Goya en 1800, lienzo actualmente en el Museo del Prado, lo que convirtió a Godoy en bígamo pues estaba casado con Pepita Tudó. Tuvo con ella a Carleta Luisa de Godoy y Borbón. Con Pepita Tudó, Manuel Luis de Godoy y Tudó, Luís Carlos de Godoy y Tudó.
Un año después Goya retrató a Godoy.
Varios retratos hay de María la Luisa,tal como este ecuestre, cuyo caballo le regaló Godoy.
Es llamada <la impura prostituta> por el poeta Espronceda. Con alguna aventura aparte que no deja de adjudicårsele a María Luisa, duró el trío que formaban, traspasando el exilio, hasta la muerte de ella a la que un mes después siguió la de Carlos IV. Entonces Godoy pasó de Roma a París. Se había deshecho lo que ella llamaba <la Trinidad en la Tierra>, ¿Fue aquello lo que en Francia denominan 'mánager à trois', o sea, acuerdo domésticos de tres personas para mantener relaciones? Lo que está claro es que Carlos IV, consciente o inconsciente, era un cornudo. En París falleció Godoy en 1851 a la edad de 84 años, muy longeva para aquella época, y fue enterrado en el cementerio de Pere Lachaise Su lápida solo dice; <Aquí reposan los restos de don Manuel Godoy.> Sobrevivió a los reyes más de treinta años.
Francisco de Goya y Lucientes pintor de Cámara pintó a todos los miembros de la realeza y a algunos repetidas veces, tal la celebérrima reina consorte como vamos a ver. El cuadro más importante es este:
Queda aquí indicado cada miembro familiar:
Fernando VII no salió más inteligente que su madre e igualmente feo; de él refiere el citado novelista, comediógrafo e historiador madrileño en su libro 'La cuarta esposa de Fernando VII'.
Habían dicho a María Antonia que su novio era un apuesto doncel, como hubiera podido imaginarlo en sus ensueños juveniles, y al ver a Fernando tosco, desgarbadote, con sus narices descomunales y sus nada cortesanas maneras, fue tan grande la desilusión que prorrumpió en amarguísimo llanto, cuyo porqué se abstuvo de decir, como es lógico, salvo a su camareras que la acompañan desde Nápoles. [...] Y comenzó para aquella pobre muchacha la calle de la Amargura.No otra suerte cabía entre aquella gente.Era este chabacano rey muy dado a las casas de lenocinio, y además de las de baja estofa. Sigue nuestro autor
Gustábale la música y la lectura. Venciendo graves obstáculos consiguió que se contratase al maestro Fererici con el que estudiaba el clavicordio y el arpa. Esto pareció disgustar a Carlos IV a quien molestaban "aquellos ruidos". En vista de ello dedicábase a ratos a la lectura. Pero María Luisa veía un germen de peligros nefandos en esa costumbre. Menos mal si la Princesa hubiese hallado apoyo en su marido. Pero es el caso que Fernando le disgustaban por igual la música y la lectura.El Rey el Deseado era un indeseable, no tenía dignidad ni escrúpulos y era traicionero. Una vez vuelto a España tras la Guerra de la Independencia sacrificó a cuatro esposas, la última fue su sobrina María Cristina. Y ello a la vez que a España con la que fue desagradecido en toda línea, empezando por anular la Constitución de 1812, llamada la Pepa porque se publicó el día de San José, volviendo a declarar el absolutismo. Asimismo cometió otras torpezas e ingratitudes -recodemos el mal pago que dio a los guerrilleros-. Pero dejando su política soberbia y rastrera, continúo reflejando la vida íntima de este adulado de Napoleón, tal su "patriotismo".
Con María Cristina de las Dos Sicilias, hija de su hermana María Isabel de Borbón fue con la única que tuvo descendencia, dos hijas: Isabel II y Luisa Fernanda; ésta contrajo matrimonio con el duque de Montpensier que tantos problemas daría a España sin excluir el ser padres de la reina Mercedes primera esposa de Alfonso XII. Ambas hijas del Rey Felón se apellidaban, pues, Borbón y Borbón como ocurre con Juan Carlos I, porque la endogamia estuvo muy en boga en nuestro país desde la Edad a nuestros días. Al enviudar María Cristiana dio la nota con el guardia de su escolta Fernando Muñoz, hijo de la estanquera de Tarancón (Cuenca) que se convirtió en su segundo marido y con el que tuvo una prole numerosa. Hablar de la Corte de Tarancón, de Cristina y "Fernando VIII", queda para la continuación de este artículo enumerando las miserias morales de los Borbones.
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