viernes, 11 de mayo de 2018

Más sobre el desconcierto y desbarajuste, en Santa María la Real de Nieva (Segovia), del falso sepulcro y de la propiedad de lo que queda del monasterio



Verdaderamente que deja desconcertado lo que ocurre, al descubierto lo que sorprende: la continuación, a lo largo de casi una década, de la mentira del sepulcro y el que se ignore la titularidad de propiedad del monasterio. Si es improcedente que no se tape la inscripción del falso sepulcro ni se borren las inexactas líneas, al respecto, de la página web del Ayuntamiento, no lo es menos que en su edificio se pusiera esta pancarta: ‘El claustro es  del pueblo’. ¿Pero por qué? ¿Por qué lo dice el alcalde? ¿Cuál, el anterior, recientemente fallecido, o el que preside el Ayuntamiento ya en segunda legislatura? Ni el anterior demostró la propiedad ni el actual, y la diócesis, que tampoco tiene posibilidad de ello, en la figura del sacerdote de la localidad, y desde que lo es a principio de este siglo XXI, viene instando a esta aclaración. Ello, obviamente, crea una fisura entre el párroco, la parroquia, y el municipio, que es decir entre los habitantes del pueblo como feligreses y como tales vecinos. A lo que parece, y según el letrero, el pueblo quiere, contra el obispado, ser el propietario. Debe ser lo que revele la Historia; lástima que en este caso no sea aplicable el ADN que resuelve las dudas de ésta.      

Colocación indebida de la pancarta


No es así como tiene que demostrarlo el alcalde al cura párroco, sino documentalmente. Claro que documentalmente quedó demostrado que los restos no son de quien dice la placa y, no obstante, tanto uno como otro no corrigen la mentira. Que ésta, aun habiendo sido desmentida, persista, les importa un bledo al elemento eclesiástico y al civil, político administrativo, mas a  ambos les atrae sobremanera la propiedad material.      
    
Si la mentira del sepulcro de Blanca I de Navarra ha echado raíces, como tenemos a la vista, pues hay que sacarla de raíz, o sea, según su locución  adverbial, ‘desde los principios y del todo, quitando los inconvenientes que pueden resultar de algo y la causa de donde provienen’. Estos inconvenientes y su motivo los tengo harto comentados y aclarados. Ahí, en el presbiterio de la iglesia del pueblo se encuentra el engaño, y es increíble que éste haya calado hasta en Información y Turismo. Yo me he visto obligado, en mi lucha contra esta tergiversación de la Historia, a dirigir a la Oficina de Segovia, sita en la Plaza Mayor, número 10, el correo-e siguiente:

Asunto: Aleccionamiento a esa oficina para tratar rectifique un error en su información.

 Buenas tardes.

Con relación al correo electrónico que la dirigí el 18 de marzo retropróximo, le remito mis dos últimos artículos sobre la mentira del sepulcro de Blanca I de Navarra con la finalidad que manifiesto como ‘asunto’ en esta nota.

Ha de entender usted que no se trata de que yo me dirija al Ayuntamiento del pueblo donde propagan dicho infundio –algo que ya he hecho hasta la saciedad-, sino, sencillamente,  de que se informe con conocimiento de causa. ¿Cómo puede ser posible que  se hallen ignorantes en Turismo de Segovia, y en general de Castilla y León, de que la señalada mentira quedó desmentida? Se publicó a los cuatro vientos y por todos los medios de información.

Espero y deseo serle/s útil-

Atentamente.

Ni que decir tiene que actué y actuaré siempre movido de mi amor a Clío y de mi amor a la verdad, que ésta no la representa una musa, sino el mismo Jesucristo, vengo presentándosela a quienes la ignoran y a quienes afectan ignorarla. Me resulta abstruso creer que puede haber de los primeros, dado que en el plano de la información no estamos precisamente en la Edad Media, hoy día hay periódicos, televisión e Internet, y por estos tres medios informativos se dio la noticia de que <el estudio genético verificado al Príncipe de Viana demostró que los restos atribuidos al Príncipe de Viana y a su madre, la reina Blanca de Navarra, son  falsos. Así  lo  determina un
estudio genético presentado ayer en el Monasterio de Poblet.> Transcribo la noticia surgida el 10 de septiembre de 2008.

Tras defraudarme la errónea información –el que no tuviera la debida-  que descubrí en dicha oficina, y aunque nada he encontrado sobre ello en la instalada en la Plaza de Azoguejo, he cursado a ésta, a falta de encontrar su e-mail,  dos cortos mensajes, ateniéndome a la opción que al respecto dan. He aquí los mismos:

No informarán de que en Santa María la Real de Nieva se halla el sepulcro de Blanca I de Navarra. Expongo a esa oficina e turismo, ubicada en el Azoguejo, lo que ya hice a la de la Plaza Mayor. Denme su correo-e y les ilustro sobre ello.

Los restos del arcosolio del presbiterio de la iglesia de Santa María la Real de Nieva NO PERTENECEN a Blanca I de Navarra, según quedó demostrado el 9.9.2008 por la prueba de ADN mitocondrial

Un saludo. 

No han correspondido a mi saludo, mas tampoco están obligados a ello. A lo que, evidentemente, están obligados es a informar correctamente, libre de errores, tanto menos tratándose de errores de ignorancia supina.

Tal ignorancia supina, es decir ‘ignorancia que procede de negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse’, es lo que me dejó estupefacto en el director de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce –antes, como todos los segovianos saben, Universidad Popular Segoviana- y, para más INRI, burla en cuanto a desinterés por un tema de historia relacionado con la provincia. Él sabrá porqué, tras contestarme y prometer informarse y seguidamente darme una respuesta concreta, ha impuesto silencio. Cierto que, como dice Ortega y Gasset, ‘el hombre es él y sus circunstancias’, así me inclino a ser indulgente con el aludido; como ya he dicho en otra ocasión, tal vez se encuentre en una encrucijada, en la acepción de no saber qué conducta seguir. O de verse obligado a seguir una, aunque sea contraria a su voluntad. El director de dicho centro cultural no puede admitir de grado, voluntaria y gustosamente, una mentira flagrante de la historia segoviana, la cual para colmo ha sido probada por la Ciencia, lo que implica serlo de una manera inequívoca.

Yo quisiera saber dónde radica actualmente el defensor de la mentira del sepulcro, lo que sé es donde está el venero, u origen y principio, de donde procede el sostener a lo loco, con inconsciencia, sin reflexión, la indocumentada afirmación del sepulcro, y ya para colmo rebelándose contra la Ciencia. Y mis lectores también lo saben porque mucho me he quejado de ese dúo de osados: el anterior alcalde y el cronista que nombró, de los ridículos escritos que uno y otro publicaron en la prensa local, concretamente, en El Adelantado de Segovia y en El Norte de Castilla, respectivamente.

La inexpugnable conducta.

No hay asunto alguno en las cosas
humanas que no pueda convertirse  
en  daño  o en  provecho,  según lo
maneje  la  prudencia.
    - José Cadalso, ‘Cartas marruecas’ -     

Únicamente puede tener atenuante este episodio creado por el incompleto esqueleto de mujer, encontrado al efectuarse una obra de albañilería, cuando nada verídico se sabía sobre el mismo y entonces el alcalde, el cronista y sus seguidores, todos historiadores, sostuvieron con una firmeza que distaba enorme distancia de ser razonable, admisible, asequible, haberse encontrado los restos de Blanca I de Navarra. Después del pronóstico dado por el Dr. José Manuel Reverte Coma no cabía sensatamente decir que pertenecieran a dicha reina, pero, no obstante, contradiciendo lo que más bien fue de pronóstico reservado, es decir, ‘de dudoso resultado o que presupone un desenlace peligroso’, los artífices de la farsa continuaron la representación de la misma.

Ya es la reoca en sentido peyorativo, sin que quepa mayor absurdo, o hecho irracional, arbitrario, disparatado, que tampoco rectifiquen ante el resultado del ADN, que, como les expuso el citado antropólogo, el si o el no lo dilucidaría esta prueba. A ella se asirían, lo agarraría fuertemente, de haberles resultado positiva, de haber acertado en su deseo, mas al serles adversa a su voluntad por obrar a la ligera y, por consiguiente, meter la pata se niegan a reconocerlo llevados de la soberbia.

Me recuerda estos versos de ‘Las mocedades del Cid’, de Guillén de Castro:
         Procure siempre acertarla
 el honrado y principal;
 pero si la acierta mal
 defenderla y no enmendarla.

Comentándolos dice Fernando Díaz Plaja, en ‘Los siete pecados capitales del español’: ¡Sostenerla y no enmendarla sabiendo que uno está equivocado! ¿En qué mente cabe esto? En la que valora más el corazón que el cerebro, la mente que no concibe rectificar porque es humillante…, la española, en suma.

Vamos a dejarnos de soberbia, de imposiciones, de exigencias desmedidas, de despotismo, en cuanto a ‘abuso de superioridad, poder o fuerza en el trato con las demás personas’ (DAE), procedamos con rectitud moral sin dar cabida al engaño, a la mentira, ni por parte civil, ni por parte, y aquí resulta más condenable, reprobable, eclesial. 
Recientemente leí la siguiente noticia: ‘CyL buscará los restos de los Comuneros y junto a Madrid y C la M conmemorará la primera revolución democrática europea ‘–Europa Press 22.04.18. Entiendo que se interesen en ello, lo que no puedo concebir es que no se den por falsos los del sepulcro de la iglesia del pueblo segoviano de Santa María la Real de Nieva una vez que lo demostró la Universidad de Granada y la UAB –Universidad Autónoma de Barcelona- . ¿A quién de Castilla y León corresponde poner fin al engaño, ordenando tapar la inscripción del arcosolio y borrar la inexacta información de la página WEB del Ayuntamiento? Debieron hacerlo ab inicio, desde el principio,  el cura y el alcalde  El primero me dijo que él no movía un dedo, que me dirigiera a la Junta, que es la que había actuado. En lo de la actuación de la Junta me descubrió el clásico Mediterráneo –nada más lógico y natural que la actuación de la Junta-. Creo yo que podían haber actuado por su cuenta, simplemente notificándolo, él y el alcalde, así como en caso de tener que solicitarlo uno y otro al gobierno autonómico éste no se lo hubiera negado al uno ni al otro, encargados de la parroquia y del municipio, respectivamente.

Parece mentira que algo tan débil como es mantener una mentira que ha sido desmentida esté resultando inexpugnable, siendo la verdad ocultada a lo somorgujo, mas pienso, reflexiono, con el emperador y filósofo romano Marco Aurelio, que ‘por no ser favorecida de los buenos y ser perseguida de los malos poder podrá la verdad estar algún tiempo a somorgujo y encallada; pero aunque pese a quien pesare al fin saldrá a buen puerto y tomará tierra’.

No se me puede reprochar que defienda la certidumbre que presenta la aplicación de la prueba de ADN mitocondrial para ver si eran auténticos los restos del Príncipe de Viana y que reveló no serlo como tampoco los de su madre, que me indigne no se enmiende la metedura de pata en que se incurrió respecto a ella, Blanca I de Navarra, con la precipitada cuanto irreflexiva erección de este monumento funerario                                                                             
cuya inscripción procedente de un engaño es, a su vez, engañosa, artificiosa, irreal, ilusoria. Ya no cabe engañarse y en cuanto a engañar solo es posible al iletrado, y aun así relativamente teniendo en cuenta que existe el medio de difusión fonético, es decir la televisión.

Cuantos visiten mi blog pueden seguir fácilmente mi rebelión contra la falta de respeto a la verdad de la Historia en el pueblo del falso sepulcro y la capital del mismo. Y para mayor falta de sindéresis, discreción, razón, cordura, desestimar –a las pruebas me remito- la Ciencia. Le invito a pensar al párroco en cuestión en esta afirmación de Albert Einstein: ‘La ciencia sin religión es coja y la religión sin la ciencia está ciega’. Y al alcalde en este aserto de Bertrand Russell: ‘Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer imposible lo posible’. En todo caso es increíble e inadmisible que contra la sentencia de la Ciencia, que siempre es definitiva,  se persista en la ficción. Déjese ya la invención del anterior alcalde y sus acólitos; déjese ya de fingir.


  

           
      

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