jueves, 7 de febrero de 2013

CATALINA DE LANCASTER ( II )

                                                              


 No fue el primer Príncipe de Asturias persona que se dejara mangonear por los nobles y por los grandes señores, quienes tendrían por juguete a su nieto, Enrique IV, pero no a su nieta, Isabel la Católica, que los metió en vereda, haciendo una nobleza culta y no tan levantisca, imponiéndose la realeza, aun cuando el alto clero continuará poderoso. Y aún mas. Y así también con los Austrias, dada la religiosidad de los reyes, vaga como paradigma el fanatismo religioso de Felipe II que mucho perjuicio causó a España materialmente. Y una leyenda negra no totalmente sin fundamento. Enrique III fue un hombre de carácter, tenía la firmeza y energía que faltó a su hijo,Juan II. Pese a todo, ¿Qué hubiera sido de este rey sin su valido? Muy conocida es la frase que emitió próximo a su muerte: Naciera yo hijo de un labrador y fuera fraile del Abrojo, que no rey de Castilla. 

El reinado, pues, de Enrique III fue bastante brillante; quitó poderio a los nobles, impuso el poder real que, cual queda dicho, disminuyó con su hijo y con su nieto. En cuanto a éste, le vino de perlas a la infanta Isabel para usurpar el trono a su sobrina si bien tras ser erigida reina,tras cinco años de guerra de sucesión, eliminó las ínfulas  de los nobles como había hecho su abuelo paterno, asentó definitivamente el poder real. Pero algún que otro título nobiliario continuaría con relieve político en siguientes reinados dejando su influencia a veces nefasta, así, por ejemplo, tras la unión ibérica con Felipe II se perdería Portugal, en tiempo de Felipe IV,  a causa del duque de Braganza al que alentó ser un traidor su esposa, que era hija del duque de Medina Sidonia, diciéndole: Mejor quiero ser reina una hora que duquuesa toda la vida. 



La casa de Austria trajo por la calle de la Amargura a Fernando el Católico, ya viudo, menos mal que el reinado de Felipe I el Hermoso con su esposa Juana I de España  fue efímero y el de Aragón pudo resurgir. Tanto el esposo como el padre ningunearon a la primera reina de España que fue desde 1504 hasta su muerte en 1555, es decir, 51 años, sobreviviéndola su hijo Carlos I de España Pero he de retrotraerme a los ancestros de ellos, Catalina de Lancaster y Enrique III de Castilla. He consignado cómo era fisicamente ella, véamos cómo era él a decir del mismo cronista: 
Fue de mediana altura e asaz de buena dispusiçion. Fue blanco e rubio, la nariz un poco alta. Pero cuando llego a los diez e siete o diez e ocho años ovo muchas e grandes enfermedades que le enflaqueçieron el cuerpo e le dañaron la complisión e, por consiguiente, se le afeo e daño el semblante, non quedando en el primer pareçer, e aun le fueron capsa de grandes alteraçiones en la condiçion : ca, con el trabajo e afliçion de la luenga enfermedad, fizose muy triste e enojoso.              
Pudo ser este rey, en vez de su nieta, el conquistador de Granada:
E vino a Toledo e alli mando juntar todas sus gentes e fizo cortes para auer dineros e hordenar los fechos de la guerra. Estando en Toledo aquexolo mucho la dolencia e murio dia, etc. 
En cuanto lo que tuvo de valetudinario, y no por avance de la edad, se ignora. En "Lo real, lo mítico y lo edificante en la recaria salud de un monarca medieval: Enrique III de Castilla como paradigma (1390-1406)", de Emilio Mitre Fernández, podemos leer:
Tampoco me resulta muy convincente, como se ha propuesto hace poco, en una biografía sobre Catalina de Lancaster, atribuir la mala salud del rey a "los brotes de epidemias periódicas que asolaron Europa en general, y Castilla en particular durante el siglo XIV, agravadas por las hambrunas y enfermedades endémicas que afectaron durante ese siglo a todas las clses sociales, y ni siquiera la familia real se libraba de ellas. Ningún testimonio puede avalar esa hipótesis. Más aún, del retrato de Pérez de Guzmán no cabe deducir que la enfermedad padecida por Enrique III le dejara secuelas de por vida, entre ellas marcas (sic) en la cara". 
Pese a su deficiente salud física, no fue rey -reiteramos- que se dejara amilanar de propios y extraños, empezando por sus parientes los Trastamaras, de los que se apartó. Los portugueses, aún envalentonados desde Aljubarrota, sin previa declaración de guerra se apoderaron de Badajoz, pasó al ataque y obtuvo la devolución (1396). Organizó un expedición a África y se apoderó de Tetuán, cuya ciudad era refugio de piratas que infestaban nuestros mares. La escuadra de Castilla, forzando la barra de Río Martín, que comunica a Tetuán con el mar, arrasó aquella ciudad (1400), que no se reedificó hasta noventa años después. Envió dos embajadas a Tamerlán, la primera encabezada por Hernán Sánchez de Palazuelos y la segunda por Ruy González de Clavijo quien escribió esta obra de "corto" título -a la usanza-: Vida y hazañas del Gran Tamerlán, con la descripción de las tierras de su imperio y señorío, escrita por Ruy González de Clavijo, camarero del muy poderoso señor Don Enrique Tercero de este nombre, rey de Castilla y León, con un itinerario de lo sucedido en la embajada que por dicho señor rey hizo al dicho señor príncipe, llamado por otro nombre Tamurbec, año del nacimiento de mil y cuatrocientos y tres. (Puede leerse en internet). 

No voy a entrar en esta literatura -que también literatura produjo-, mas como he tocado tierra de Segovia discúlpeseme la pequeña digresión de exponer que de las dos mujeres que el Gran Tamerlán regaló a don Enrique: doña María de Hungría y doña Angelina, a ésta la casó con Diego González de Contreras antepasado del actual -bueno, ahora es la hija- marqués de Lozoya. Está enterrada en la capilla mayor de San Juan y su epitafio dice: "Aquí yace doña Angelina de Grecia, hija del conde Juan, nieta del rey de Hungría, mujer de Diego González de Contreras. Regidor de esta ciudad".               

En el reinado de Enrique III comenzaron a formar parte de España algunas islas Canarias, concretamente la de Hierro, Fuenteventura, Gomera y Lanzarote. Ésta había sido, en los principios del reinado, visitada y sometida por unos navegantes vizcaínos los cuales presentaron a Enrique III la facilidad de conquistar todo el archipiélago, pero no tuvo por conveniente el proyecto. Cambiando de idea, envió en 1402 al explorador francés -de Normandia- Juan de Bethencourt que fue dotado de hombres y recursos de Castilla. Terminada la conquista en 1404, regresó en 1406. Se las cedió al conde Niebla, y éste al caballero sevillano Fernán Peraza quien se consideró, así como sus descendientes, príncipes de Canarias. Los Reyes Católicos tomaron definitivamente posesión del archipiélago.              

Santa María la Real de Nieva surgió de un milagro mariano y de su benefactora Catalina de Lancaster. 

Debido a la invasión árabe de Hispania fueron escondidas muchas imágenes de los templos, enterraddas algunas. Se supone que el sacerdote de Nieva u otro pueblo próximo enterró una talla de la Virgen. En 1392 Nuestra Señora se le apareció a Pedro Amador Vázquez que en Nieva estaba sirviendo a María Crespo en calidad de pastor de sus ovejas. A poco más de un kilómetro está el pizarral donde las llevaba a pastar, pues entre las pizarras salen hierbas y tomillo. En septiembre de este año estaba con el rebaño y en oración, apareciéndosele la Virgen que le pide vaya a Segovia a informar al obispo que desentierre una imagen suya que en aquel lugar se encontraba y en él levantaría un altar. Acto seguido Nuestra Señora mandó a Pedro que golpeara el suelo con su cayado; al instante brotó agua para calmar la sed de sus ovejas. Existe el lugar, es denominado la Fuente Santa.Partió raudo el pastor, y la Virgen quedó cuidando el rebaño. 

En Segovia consiguió, tras las burlas de la guardia del obispo, llegar a él, exponerle su cometido y en principio no es creído y le despacha manifestándole, por consiguiente, que pida a la Señora una prueba que permita crédito. Al regresar al sitio de sus ovejas, nuevamente se le aparece la Virgen que pese a verle decepcionado y pidarla que envie a otra persona más capacitada, insiste en que sea él y tendría una señal paraque le creyeran. Le mandó tomar una pizarrita en forma de cruz, la cual sólo su Eminencia podría despegársela de la mano. Nuevamente ante él, por más intentos que unos y otros hicieron no le pudieron coger la reliquia, sí el obispopudo tomarla sin dificultad y volvió a depositarla en del pastor. Invitó a su servidumbre que tratara de volver a quitársela y volvieron a no conseguirlo. El obispo con numeroso acompañamiento el 9 de septiembre de 1392 se dirigió al lugar, Pedro indicó donde encontraría la imagen. Terminaron encontrándola. Pedro Amador ya no se separó de la llamada desde entonces Virgen de la Soterraña, convirtiéndose en santero y morador del pizarral. 

Alonso de Frías, tal el nombre y apellido del relevante eclesiástico, informó del milagro en el pizarral de Nieva a la reina, que se encontraba en el Alcázar de Segovia, la cual, con se séquito, hizo acto de presencia en el lugar del encuentro de la imagen. Decidió sufragar un templo y, de momento, que se construyera una pequeña ermita bajo la advocación de Santa Ana. Tres años después (1395) la villa de Santa María la Real de Nieva fue fundada por Enrique III, siendo el santuario ampliado a monasterio. Cuatro años después la reina lo donó a la orden de los dominicos. 

A quienes se interesen por el origen de dicha localidad segoviana les remito al magnífico análisis que hace de este particula Manuel González Herrero: Tensiones históricas en torno a la fundación de Santa María la Real de Nieva, 1994. Tomo XXXV, núm. 91. Estudios Publicados en Estudios Publicados, (1955-2002).     


La talla de la Virgen Soterraña no es la del milagro; la actual data de 1900 y es obra del escultor Aniceto Marinas, natural de Segovia. En su interior contiene restos de la anterior que destrozó un fuego.

Como mi tesis no es tratar de la Puebla de Santa María, o de Santa María la Real de Nieva, sino de sus benefactores, me he limitado a hacer superficial referencia a este punto en el reinado de Enrique III de Trastamara y de Catalina de Lancaster de los que hago, y es lo que pretendí, una semblanza o bosquejo biográfico. De la aparición mariana venero del pueblo se ha escrito hasta la saciedad, aunque poco sobre éste, ya en papel, ya en internet, queda constreñido al milagro, a la iglesia y al monasterio. Sencillamente, más historia del arte que historia propiamente dicha.         
      

       


       

No hay comentarios:

Publicar un comentario