miércoles, 31 de diciembre de 2014

La vida íntima de la patológica dinastía Borbón ( I I )

Dinastía Borbón durante los siglos XIX, XX y XXI: 


Fernando VII (1808-1833), Isabel II (1833-1868), Alfonso XII (1875-1885), Alfonso XIII (1885-1931), Juan Carlos I (1975-2014) y Felipe VI a partir del 19 de junio de 2014. 

Fernando VII el Felón. 

Pocas vidas humanas producen mayor repulsión que la de aquel traidor integral, sin asomos de responsabilidad y de conciencia. - Dr. Marañón - 
 
¿Cómo era físicamente? Martínez Olmedilla hace estos dos retratos en "La cuarta esposa de Fernando VII". 
Contaba por entonces el heredero de la corona dieciséis años, y era un mozuelo enclenque y desvaído, con nariz prominente y nuez fenomenal [...], feo, enfermizo. 
¿Cómo era moralmente?
Poco aficionado al estudio, y por ende, dotado de enciclopédica incultura, sin más ideas que las poquísimas que logró inculcarle su maestro, el canónigo Escoiquiz, y que pudieron reducirse a tres: "El soberano, por la gracia de Dios, debe odiar a todo aquel que intente mermar su omnipotencia. Un rey debe desconfiar de todos los que le rodean. El monarca no debe entregarse a nadie, para no ser vendido".
Sus matrimonios.

Antonia de Nápoles "Totó" (1804-1806). De ella se da únicamente esta escueta nota en "Memorias de las reinas católicas de España":
La primera esposa de Fernando VII fue doña María Antonia de Nápoles hija de Fernando IV y María Carolina. Contrajeron matrimonio en noviembre de 1804. Bella, dulce y tuberculosa. María Antonia falleció en 1806. No llegó, pues, a ser reina de España. 
"Habían dicho a María Antonia -comenta Olmedilla- que su novio era un apuesto doncel, como hubiera podido imaginarlo en sus ensueños juveniles, y al ver a Fernando, tosco, desagradable, con sus narices descomunales y sus nada cortesanas maneras, fue tan grande la disilusión, que prorrumpió en amarguísimo llanto, cuyo porqué, se abstuvo de decir, como es lógico, salvo a sus camareras Susana y Magdalena Dehier, que la acompañaban desde Nápoles, y en la que, pese a la diferencia de alcurnia, veía más que servidoras, confidentes y amigas. / Y comenzó para aquella pobre muchacha la calle de la Amargura, que fue su desdichado matrimonio".     
 
En verdad que "Totó" estaba molesta con su suegra, y viceversa; se crea a través de Carolina de Náples, el partido fernandino, contra Godoy, que es dirigido por el canónigo Escoiquiz, el duque del Infantado, el de San Carlos, el de Ayerbe y el conde de Montijo que desembocó en el motín de Aranjuez, poniendo fin a la privanza del Choricero. No en el trío, como ya hemos visto. Se sospecha que María Luisa con Godoy tomaron represalia y... Existe la versión de que envenenaron a la princesa.

Isabel María Asís Braganza (1816-1818), hija de Juan VI y de su esposa la infanta española doña Carlota Joaquina, hermana de los pretendientes Fernando y Carlos. Vinieron ambas  hermanas para celebrar a la vez ambos enlaces matrimoniales con sus respectivos tíos carnales. Carlos con María Francisca. Hurra por la endogamia. 

Podemos leer en la web: "La real jodienda no tiene enmienda", lo tolerante que fue con el crápula de su marido. 
Gustava el rey acabar sus juergas en el burdenl de Pepa la Malagueña, y allí, como si fuera un quinceañero, hacía competiciones para ver quien la tenía más grande, jugando con ventaja porque sabía que él era el gran espadón de la corte. Alardeando de que la muchachas vírgenes que se hacía llevar a palacio: "Salen de mi alcoba seguras de que ningún hombre podrá darles el goce que han tenido conmigo. Y el muy guarro añadía: ¿Y sabes lo que más me gusta después del placer de poseerlas?, pues coleccionar los trapos en los que han dejado la prueba de su doncellez".  
¡Qué pena el destino de tantas y tantas reinas! Véamos a que extremo  lo es.
La reina, humillada y olvidada, se viste y peina como lo hacen las putas de Madrid. De madrugada, a la hora aproximada que el rey solía llegar a palacio, se planta en lo alto de las escaleras vestida como una puta, con dos claveles en el moño. Cuando Fernando ve a su mujer de esta guisa, se tira hacia ella, la rodea con los brazos y a pesar del desgaste de la noche, cumple con su esposa allí mismo.
María Josefa Amalia de Sajonia (1819-1829). Es hija del elector Maximiliano de Sajonia y de su esposa Carolina de Borbón-Palma. Expone el P. Florez:
Según cuentan los cronistas coetáneos, tenía la tercera esposa de Fernando VII un carácter apocado, mucha frigidez amorosa y una tendencia excesiva a las obras pías. Era un ser más hecho para el claustro que para el tálamo. La boda se verificó el 20 de octubre de 1819, en el Real Palacio de Madrid.
Es natural que tuviera tal modo de ser, iba desde un convento en el que se había educado con tendencia a profesar, habiéndose quedado muy pronto huérfana de madre. Aparte de que pudiera no atraerle el matrimonio en general, no es de extrañar no le gustara su marido, más feo que Picio..

María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (!829-1833). Hija del rey Francisco I de Nápoles y de su esposa María Isabel, hermana de Fernando, o sea, eligió para su cuarta esposa a esta sobrina carnal. Ésta no era una inocente criatura, que digamos, ya había tenido su aventura. Le dio a su tío esposo dos hijas, Isabel y María Luisa. Y como viuda fue una verdadera vergüenza para la Historia de España; en su matrimonio morganático a Fernando Muñoz le dió más hijos. No voy a decir nada aquí de este "Fernando VIII", si consignar estas líneas de la biografía Yo, Serrano, el "general bonito", de Eduardo G. Rico, capítulo en que habla "Del amor y de la revolución.
Un cambio de Gobierno a su debido tiempo, el alejamiento de tu madre y una mínima condena de la corrupción dominante, te hubiera salvado de aquella angustia. Pienso hoy que, de todos modos, tales medidas no se hallaban a tu alcance. ¿Es que no estaba toda la familia real comprometida en los negocios de ferrocariles por las ventas de terrenos que formaban parte del real patrimonio? Y, mirando hacia atrás, ¿con qué financió tu madre, desde París, el pronunciamento contra Esparteros y la llamada "Orden Militar Española"? El propio rey Luís Felipe reconocería que Cristina había llegado a París atiborrada de oro.              
La inepta Isabel ya cogió un debarajuste político. Su madre y padrastro fueron, al fin, expulsados de España por cacos. 

 Isabel II. 

Electos a esposos: 


María Cristina, su madre, quiere casarla con su hermano, o sea, con su tío, el conde Trapani. Francia propone al duque de Montpensier -luego casaría con Fernanda y se celebraría a la vez las bodas de las dos hermanas-; como prendiente también estaba Leopoldo de Sajonia. Otro aspirante era el infante Enrique, cuya candidatura naufragó por la cuestión carlista. Se pensó casarla con Carlos Luís de Borbón, hijo del hermano de su padre, Carlos Luís Isidro, pero Isabel no le aceptó y constituyó el motivo de la segunda gerra carlista. Finalmente se la impuso a Francisco de Asís de Borbón. Cuando Isabel se enteró exclamó: ¡No, con Paquita, no! Vencieron su resistenciasu madre y sor Patrocinio. Pero Isabel dijo a su madre: He cedido como reina, pero no como mujer. Yo no he buscado a este hombre para que fuera mi marido; me lo han impuesto y no le quería. La elección de marido para la futura reina de España trajo en jaque a las cortes europeas. Este tejemanejele le trata bien Theo Aronson en su artículo "Un enredo diplomático en las Cortes de Europa: la boda de Isabel II". No cabe duda que es "una boda que pudo ser otra; y siendo otra, cambiar el rumbo de la Historia de España". (Publicado en la revista "Historia y Vida", mayo 1969. Él murió en 2003).  

El tal duque de Cádiz fue al matrimonio condenado a los cuernos, claro que si era homosexual... Entre las coplas que surgieron, se encuentra esta: Isabelona / Tan frecachona / y don Paquita / tan mariquita. Y otra: Gran problema es en la Corte / Averiguar si el consorte / cuando acude al escusado / mea de pie o mea sentado. El rey consorte, efectivamente, adolecía de hipospadia, no tenía el orificio de salida en el glande, sino en el tronco del pene. Ya su aspecto movía a burla, era bajito, muy delgado y con voz atiplada.

Tuvieron once hijos -a modo de los abuelos María Luisa y Carlos, por supuesto-, sobrevivieron cincoo: Isabel, Alfonso, Pilar, María Paz y Eulalia. A la infanta Isabel se le supone hija del capitán José Ruiz Arana. A Alfonso, hijo del capitán de ingenieros Enrique Puig Moltó. No sabemos si Alfonso tenía conocimiento de quien era su padre, pero si podía estar seguro de que no lo era de facto el señor de quien llevaba el apellido Borbón, ya que su madre le espetó en una ocasión: Hijo mío, la única sangre Borbón que corre por tus venas es la mía. Había de quedarle claro que "de Borbón y Borbón", nihil. Él siempre estuvo avergonzado de su madre, que fue de amante en amante hasta el fin de sus días. En cuanto a Pilar había entre ella y el rey -hazmerreir-  atracción sentimental recíproca. Ella creía que era él el autor de sus días, él creía selo. De ello dice Balansó:
En realidad, María del Pilar -la más bella de las hijas de Isabel, en opinión de cuantos las conocieron- languideció minada por la tuberculosis. /  Parece que el rey consorte, don Francisco de Asís, que sentía predilección por esta infanta, estaba pesuadido de que, sin duda alguna, Pilar, al menos, era hija suya. La colmaba de regalos y chucherías, y, cuando la muchacha se instaló en España, tras la restauración de su hermano en el trono, le escribía cartas recomendándole -en su estilo siempre circunspecto- un comportamiento exquisito, que debía transmitir a sus hermanas menores.
María del Pilar estuvo a punto de casarse con el hijo de Luís Napoleón y Eugenia de Montijo, pero el se fue a la  guerra de los zulús, y le mataron. Dos meses después moría ella. Había ido al balneario guipuzcoano de Escoriaza acompañada de sus hermanas Paz y Eulalia, y en él le sorprende la muerte a causa de meningitis tuberculosa. He aquí la rectificación que hace el susodicho Juan Balansó del error en que 
Parece, por otra parte, que el correcto don Francisco vivía en Babia y tampoco se había enterado de la desnuda verdad en torno a la concepción de Pilar. Pues, cuando se habló del posible matrimonio de ésta con el hijo de Napoleón III, la emperatriz Eugenia interrogó a Isabel II sobre la naturaleza y salud de su hija, a lo que la reina contestó que no se preocupase, ya que el padre de esta infanta "había sido un real mozo, sano y fuerte", lo que no era el caso de Francisco de Asís. 
Isabel la Araneja, o La Chata. Se casó con Cayetano de Borbón-Dos Sicilas en 1868, poco antes de a Gloriosa, que puso a los Borbones de patitas en el exilio. Se dedicaron con exlusividad a viajar. No tuvieron hijos. Cayetano era epilético y ello le hizo suicidarse de un tiro en la sien en noviembre de 1871 en Lucerna (Suiza), él tenía 25 años e Isabel, 19. Regresó a España tras la restauración alfonsina, no volviendo a contraer matrimono, pese a su juventud, aunque hubo intentos; por ejemplo, se quso casarla con el archiduque Luís Salvador de Austria, príncipe de Toscana, mas éste no aceptó. Ella no lo lamentaría gran cosa al percatarse que era homosexual. Estaba enamordo de Mallorca y llegó a fijar su residencia en La Estaca, finca que adquirió entre los municipios de Valldemosa y Deyá. Ya había adquirido Miramar, por cuya finca pasaron numerosas personalidades y aristócratas, incluida la misma infanta Isabel. Al morir en 1915 en Austria, dejó sus bienes a su secretario, Antonio Vives Colom, mallorquín, que era su colalaborador desde 1872. Se consgró Isabel a su sobrino, cual segunda madre, al cual malcrió.Muerta en el exilio, fue traido su cadáver a España, en 1993, suscitando su enterramiento controversia entre ser enterrada en El Escorial o en La Granja de San Ildefonso, donde acostumbraba veranear; vencieron los segovianos, y fue sepultada en la colegiata de dicha población segovia junto a Felipe V e Isabel Farnesio.   
    
María de la Paz la que menos valía físicamente, era bajita, algo gruesa, ojos pequeños, nariz respingona, era la de alma más bella, sencilla, modesta, cultivada e inteligente. Entre lo que escribió figura un libro de memorias titulado "Cuatro revoluciones e intermedios. Setenta años de mi vida. Memorias de la infanta Paz", publicado en 1935. Le califica Balansó de precioso pero con menos suerte publicitaria que "las memorias", de su hermana Eulalia. Al día de hoy, yo no he conseguido leer las de la primera. Casó María Paz con su primo Luís Fernando de Baviera, y fue un matrimonio feliz. Siempre supo quien era su padre: Miguel Tenorio de Castilla; en una ocasión no  vaciló en presentarle como tal. 

Eulalia, la problemática infanta, se casó con su primo Antonio de Orleans y Borbón, hermano de la llorada reina Mercedes. Isabel II no quería a la hija de Montpensier para Alfonso y se casa su hija pequeña con el hermano. Tuviero dos hijos: Alfonso, de gran utilidad, destado aviador, y el un tanto inútil Luís Fernando. Zavala en la biografía "La infanta republicana - Eulalia de Borbón, la oveja negra de la dinastía", habla de primero -ïndice- como El aviador conflictivo, y del segundo como El "rey de los maricas". Dos vidas interesantes de que tal vez trate un día, ahora están fuera de contexto. tuvo  de amante al conde Jamelett y con él un aborto 

He aquí parte del boceto que de ella hace el cronista de sociedad Agustín de Figueroa, marqués de Santo Floro, hijo menor del conde Romanones.
Basta la presencia de esta nfanta encantadora para crear una auténtica atmósfera de raleza. ¿El salón del trono, o el cuarto banal de un hotel? ¡Qué más da! Pues la Infanta siguiendo la tradición de reinas y princesas letradas [ Pocas, poquitas, pocas], es autora de obras muy notables, algunas de ellas firmadas con el nombre de Condesa de Ávila. / -¡Qué interés -le dije undía-ofrecen las memorias de Vuestra Alteza! Sonrió complacida. -¿De  verdad? Qué quiere usted, no soy tonta... y he circulado mucho. [...] La Infanta habla mucho, con ingenio, con aplomo y desenfado. / Sencilla -en apariencia-, humana, comprensiva, liberal, incluso demócrtata, tiene en sumo grado el orgullo de su rango y la covicción -sin alarde ni jactancia- de no ser igual a la mayoría de los mortales, a los que no cuentan en su directa ascendencia, una larga serie de reyes. Parece siempre dispuesta a olvidarse de su prerrogativas... siempre que los demás no dejen de recordarlas.
Clasista y realeza, al fin, por muy amante del pueblo que simulara ser.
La Infanta tiene un gran carácter, decidido y enérgico, una voluntad de hierro, que, tal vez, no responde a su aspecto de rubia menuda y fragil, y u arraigado empeño enconservar su independencia. [...] Madrugadora, curiosa, poseedora de formidable memoria [...] Habla luego de política. Conoce perfectamente cada corte europea, el problema de cada nación, analiza, compara, vaticina. / "Yo le advertí a Guillermo...", dice refiriéndose a la guerra de 1914. 
A la edad 94 años se hallaba bien de salud y hacía vida relativamente activa, pero tuvo la mala suerte de caerse y se fracturó el fémur, muriendo poco después -Irúm, marzo de 1958-. Está enterrada en el panteón de infantes de San Lorenzo de El Escorial. Ligues aparte, su amante oficial, que a su muerte detestó de ella, fue el conde Georges Jametel.  

Los numerosos y tan comentados amantes de Isabel II. 

Los amantes de esta reina que ha pasado a la Historia como inepta para serlo, de lo cual abusaron los políticos, son innumerables. Se dice que el primero fue Serrano, que ella denominaba "el general bonito", pero Ricardo de la Cierva cree que con el que debutó en Eros fue su preceptor Salustiano Olózaga. Luego amante tras amante con el respectivo hijo, mientras el rey consorte percibía doscientas cincuenta mil pesetas por su "paternidad" presentada -el vástago de la reina- en bandeja de plata en las Cortes.      

Sus amantes en el exilio son: Carlos Marfori y Calleja, sobrino del general Naváez, que convivió con ella en París, y, agradecida, le nombró marqués de Loja -cuna de los Narváez-. Le cambió por el capitán de artillería José Ramiro de la Puente, marqués de Alta Villa, y a éste por el húngaro Josef Haltmann ya hasta su muerte en 1904.       

Alfonso XII.

Ningún retrato tan bueno, para mí, respecto a este Borbón como el siguiente: "Alfonso XII, narizudo y mujeriego, como buen Borbón". 

Alfonso XII era un chico moreno, bajito, no mal parecido, el rostro menudo enmarcado por grandes patillas a la moda prusiana. Según Ricardo de la Cierva, su madre era efectivamente Isabel II, pero su padre no era Francisco de Asís, sino Enrique Puig Moltó, uno de los amantes más apuestos de la reina. Tenía afición a las mujeres, no se sabe si por tuberculoso o por Borbón, o por las dos cosas, y también le gustaba codearse con el pueblo más bajo en tabernas y colmaos, como su abuelo Fernando VII. Pese a la oposicion de su madre, Isabel II, se casó con su prima hermana María de las Mercedesde Orleans y Borbón, de la que estaba muy enamorado. Esto de que un rey se casara por amor, como los pobres, prestigió mucho la monarquía a los ojos del pueblo. María de las Mercedes era bajita, guapa y regordeta. Pero la reina murió antes de cumplir los dieciocho años, a los seis meses de casada, que fueron para la pareja una prlongada luna de miel durante la cual pasaron más de doce horas diarias en la cama, con la consiguiente alarma de los médicos de palacio que temían por la vida del monarca. Las fiebres tifuideas que se llevaron prematuramente a Mercedes / y a todos sus hermanos) fueron provocadas por el agua de los pozos que abastecían el palacio sevillano de San Telmo, residencia familiar, ya que estaban contaminadas por filtraciones de fosas sépticas. 

Al rey y al pueblo impactó enormemente esta muerte de la hija del odiado Monpensier por su cuñada Isabel II.  
 ¿Dónde vas Alfonso XII?
Dóde vas Alfonso XII,
dónde vas triste de ti?
Voy en busca de Mercedes,
que ayer tarde no la vi
Etcétera.

Alfonso XII se enclaustró equis tiempo en el Palacio Real de Río Frío para llorar a Mercedes, lo malo para este literariamente embellecido amor es que en él tuvo la compañía dela Sanz.

Se había casado con su prima hermana contrariando a Cánovas -fue en lo único que le contrarió- y, por supuesto a su madre, pues Isabel II detestaba a su cuñado que había matado en duelo pero sobre todo porque maquinaba arrebatarle el trono. Para evitar que se casara con Mercedes trató de empujarle hacia el lío que tenía con Elena, pero ésta hubo de partir de gira, de la que regreso habiendo tenido un hijo de padre desconocido, el cual puso por nombre Jorge.

Saliendo de la pequeña historia , y entrado en política, recordemos que Antonio de Orleans había matado en duelo al infante Enrique de Borbón, lo que le vetó la posibilidad de reinar tras haber sido derrocada su cuñada. En la votación para elegir rey de España, salió elegido Amadeo de Saboya, negándose Montpensier al juramento de adhesión. Es desterrado y preso a la isla de Menorca, luego se le dio de baja en el ejército y se le desposeyó de su grado de capitán general. Pero sigamos con la vida privada de Alfonso XII.

Segundo matrimonio por razón de Estado.        
                                           
El rey necesitaba un heredero que garantizase la continuidad de la monarquía, lo de siempre, así que volvió a casarse, esta vez sin tanto entusiasmo como la primera, por deber de Estado, ya que su segunda, María Cristina de Austria, no era lo que se dice su tipo. María Cristina o doña Virtudes, como la llamó el pueblo por su castidad y honradez posterior.

Su virtud no fue óbice para el mal comportamiento que tuvo tras la muerte de su marido con la principal amante de éste, la cantante de ópera Elena Sanz. En el juicio prestara declaración bajo juramento ante la Sala Primera del Tribunal Supremo, el cual tuvo lugar con motivo de la demanda presentara por Alfonso Sanz Martínez de Arrizala contra los herederos de Alfonso XII sobre reconocimiento de hijo natural y todo lo que ello implicaba: apellidos, pensión de alimentos y participación en la herencia. La reina regente aseguró ante el juez que ignoraba la existencia de los dos hijos habidos de la relación de su marido con Elena Sanz. ¡Caramba con Doña Virtudes, ignoraba lo que conocía todo Madrid! Se negó a contestar a casi todas las preguntas del abogado de Alfonso Sanz. 

Si dijo que lo único que sabe, por referencia de Abella, es que a los pocos días de ocurrir el fallecimiento de su marido, el abogado de la Sanz, D. Nicolás Salmerón, vio a Abella para decirle que aquella tenía unas cartas que suponían eran del rey Alfonso XII, y que estaba dispuesta a hacer uso de ellas dándolas a la publicidad, provocando un escándalo y entonces Abella aceptó comprarlas conviniéndolo con Salmerón, y entregando como precio de ellas tres millones de reales, juntamente con cincuenta mil pesetas que dicho señor Salmerón había solicitado, habiendo la declarante aprobado lo hecho por Abella, cuando éste tuvo necesidad de darle cuenta de todo lo ocurrido para poder justificar la inversión de ochocientas mil pesetas [...], enterándose entonces también la declarante del convenio que se había hecho en París en mil ochocientos ochenta y seis, en el que no tuvo intervención la que habla, ni conoció hasta después de realizarlo; debiendo hacer constar que dicho convenio le pareció muy mal a la declarante, y así se lo dijo a Abella, pues tratándose como se trataba únicamente de la venta de unas cartas de ignorada autenticidad no había más que recibirlas y entregar el precio. 

Expone, además, Zavala: "Añadamos, como nota interesante, que el arreglo final entre Elena Sanz y la Casa Real, alcanzado en marzo de 1886, cuatro meses después de la muerte del monarca, se produjo antes de que se aprobase la participación testamentaria, efectuada el 12 de junio del mismo año". Indica que la reina quería acelerar, asesorada por sus abogados, el acuerdo con Elena Sanz a fin de evitar que entablara litigio y se suspendiesen los trámites testamentarios.

En cuanto a Alfonso Sanz perdió el pleito que inició en 1907. No deja de anotar el autor del libro a que venimos refiréndonos la consideración del juez en su sentencia: "Un monarca no estaba sujeto al Derecho común", es decir -añade Zavala-, que a un rey no se le podían recocer hijos fuera del matrimonio". Verlo para ceerlo. Sí. Estamos aviados con las triquiñuelas de algunos jueces y mentiras de los abogados que a ellas recurren. Hoy como ayer, ayer como hoy.   

Alfonso cumplió -dice literalmente Zavala- como un caballero, pero nunca sintió verdadero amor por ella. Antes y después de casado, Alfonso XII tuvo diversas amantes esporádicas y una fija, fija, la cantante Elena Sanz. Doña María Cristina se enamoró fervientemente de su marido, a pesar de que éste le era infiel y pasaba de ella olímpicamente, pero como muchas reinas demostró ser una profesional y disimuló todo lo que pudo.  
                                                                                 
Elena Sanz y Alfonso XII
Murió de tuberculosis en el Palacio de El Pardo el 25 de noviembre de 1885 a la edad de 27 años, dejando dos hijas, María de las Mercedes, nombre en memoria de su primera esposa, y María Teresa. Como hijo póstumo a Alfonso XIII, quien, como hijo de tuberculoso, padecía de halitosis.  

De su vida de mujeriego una hija más tuvo, y ésta con notoriedad en la familia, con la esposa del embajador de Uruguay, Alfonso Basañez, Mercedes, a la que conocio en una fiesta en  el palacio de la marquesa de Esquilache, calle de Santa Isabel (Madrid). El marido miró para otra parte y llegado el momento fue tenida como hija del cornudo diplomático. Mercedes Basañez casó con con el embajador de Chile en Madrid, Emilio Rodríguez Mendoza. 

Otra amante bastante conocida es la también cantante de ópera Adela Borgui con la que se exhibía a todo descaro por el Retiro madrileño, lo que ya no quería soportar María Cristina, que dijo a Cánovas estaba decidida a irse de Madrid, volver a su tierra, pero el presidente logró evitarlo haciendo salir de España a tal señora. 

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