jueves, 27 de diciembre de 2012

PÉSIMA IMAGEN DE LA INSTITUCIÓN Y DE LA FAMILIA REAL

La crisis y, en ella, el descubrimiento de que la Familia Real también se hallaba inmersa en la corrupción -cacos por doquier sin excepción de clases- ha motivado la general repulsa a la monarquía, que, además, sólo gozaba de una pequeña minoría de simpatizantes y más que nada como nostálgicos de juventud. Pero ya son generaciones extinguidas, los españoles de hoy no pueden comprender un régimen político arcaico que, como tal, en modo alguno encaja en nuestros días. No se ajusta ni transformado en monarquía constitucional. En primer lugar, y política aparte, la mentalidad de la persona de hoy rechaza de plano que el "oficio" de rey -profesión realeza, como se ponen todos los miembros de la familia real en su DNI- se extienda por sucesión familiar en orden al acercamiento del monarca, sea hereditario. Ítem del absurdo que perciban asignación todos los hijos del rey por representar -todos a la fila-. Y se permitió la Casa decir que los yernos no cobraban nada, vivían de su trabajo. Sí, pero envidiables colocaciones y, evidentemente, por ser vos quien sois, no cualificados, ni mucho menos, para las mismas. Y las hijas, que antes cobraban asignacion, colocadas también y con igual privilegio, el cual llega a paga especial. 


Sobre todas estas cuestiones he versado en otros artículos; en este pretendo parar mientes en lo que apunta el título -considerar, meditar, recapacitar sobre ello con particular cuidado y atención, DAE-. ¿Es pésima la imagen de nuestra monarquía a causa de quienes la componen? Irrefutable. Siempre fue persona non grata Marichalar, Urdangarín, Letizia; lo fueron incluso para el rey, como es notorio, porque con estos matrimonios de sus hijos veia la sucesión sumamente difícil, siéndolo ya de por sí, como queda dicho y, obviamente, no ignoran los pocos monarcas que en Europa existen. Los reyes han sido condenados al destronaniento, en él van cayendo, lo más obsoleto a esta altura cronológica es la monarquía. Lo de rey por la gracia de Dios al más ígnaro de hoy día le suena a cuento chino, embuste, es una auténtica necedad; Napoleón Bonaparte, por ejemplo y sin ir más lejos, hizo varios reyes, a su hermano José le colocó de tal en España. Un reino perdura todavía: los descendientes de su subordinado Juan Bautista Benardotte, que situó en Suecia, dinastía que ha llegado al actual Carlos XVI Gustavo. Francisco Franco no ha dejado de hacer un rey, el que con gran disgusto de los falangistas le sucedió a su muerte. Por supuesto que no requiere mi tesis hacer referencia a la Transición. Nos encontramos de la noche a la mañana con un rey, ¡y Borbón! Franco hasta su muerte pudo realizar la elección, o revocarla, en quien quisiera. 

A lo que parece los aludidos no son conscientes -que no sólo la infanta Cristina en cuanto a lo trincado por su marido y teniendo de ello copropiedad- de sus actuaciones improcedentes, no ya no ejemplares sino plenamente vituperables. Y ello ayer, hoy, siempre. Iñaki Anasagasti ha escrito el libro "Una monarquía protegida por la censura", en él sostiene que el 23 F fue preparado por el rey; esto también lo ha proclamado insistentemente el coronel e historiador Amadeo Martínez Inglés. Por lo que se refiere al senador ha hecho, en una charla-coloquio, acompañado de Joan Tardá, la etopeya del rey después de recordar que en el año 56 mató a su hermano. Involuntariamente. Lo mata en Estoril.

Yo creo -dijo Anasagasti- que este hombre no ha leído un libro en su vida. Ni siquiera el de Petete. Es un hombre burdo, cuartelero, sin mucha sensibilidad (...). Ha jugado el papel de hacer la representación del Estado, pero con trampa, con Ormentá. La Ormentá es la ley del silencio. Le gustan los chistes verdes y hablar mal de todo el mundo.
Para él el rey es un mal hablado, refirió, además, anécdotas que no le presentan, ni mucho menos, como inteligente y sensible, tal como decirle en una ocasión que le gustan las guerras, a lo que le respondió que vaya él y su hijo. Es Anasagasti de los que más caña le han dado aun cuando son numerosos -desde el libro, la prensa escrita y oral- los que reprueban su vida y la han divulgado. Al principio subv y a partir del affaire Urdangarín con luz y taquígrafos, rota la ley del silencio -el borbón "a callar"-, ese tácito convenio de la Casa y los medios de información. Por esto contra ellos arremetió el yerno del rey cuando se difundieron las noticias de su empresa "sin ánimo de lucro". 

De don Juan Carlos se supo siempre que era un donjuán, pero sotto voce, a la chita callando, y apenas de sus negocios. Con la aparición de internet, quien a tal medio se incorporó ya pudo irse informando de todo, puesto que aquí no podían poner mordaza. Libros hay que todavía no se han editado en papel, que hemos tenido que leer en pdf, por ejemplo "Un rey golpe a golpe", de Svelo . Aún no es fácil publicar todo lbro que hable del rey, y así el citado Martínez Inglés regala en pdf el suyo titulado "El rey que no amaba a los elefantes". Es continuación de uno que publicó en 2008; bueno, él nos lo explica con fecha 20 de octubre de 2012, año que entre Urdangarín imputado, Froilán disparándose un tiro en un pie y el rey escapándose de safari a Bosuana sin importarle la grave situación de España en esos días -y en todos-, han dado bien la nota toda la familia. Y por si fueran pocas acciones "meritorias", se reúnen en la cena de Nochebuena con el matrimonio Urdangarín-Borbón. Pero leyamos al ex militar de edad dos años mayor que el rey. Éste no se jubila de militar ni de rey. De Corina no quería, pero tuvieron que alejarse. 
Desde la primavera de 2008 -nos dice sobre la dificultad de sus publicaciones-, cuando salió a las librerías mi libro "Juan Carlos I, el último Borbón" fue implacablente perseguido, atacado, ninguneado por los grandes distribuidores complacientes con el poder con vistas a que las graves denuncias y los presuntos delitos que en él se desvelaban en relación con la, hasta entonces, almibarada figura del del rey Juan Carlos I, no fueran de dominiopúblico en este país. A pesar de todo ello, la primera edición del libro (varios miles de ejemplares) se agotó rápidamente pero la editorial que lo publicó (Styria de Barcelona) se vió bloqueada en todas su ventas, no sólo las relacionadas con mi trabajo, y finalmente tuvo que cerrar a finales de 2010.                        
Sí, fue un miccionarse en el artículo 20 de la Constitución, sobre libertad de expresión, hasta que en noviembre de 2011 salió a la palestra lo del real matrimonio. Ya pudo divulgarse lo que en 2005 se atrevió a insinuar Jaime Peñafiel, en "El hombre que se acuesta con la reina": que no siempre el rey se acostaba con la reina, en verdad no se acostaba nunca sino con otras mujeres. Reveló Pilar Eyre en  "La soledad de la Reina - Sofía una vida", 17 de enero de 2012:
Ella se entera de la primera infidelidad de su marido poco después de que el Caudillo falleciera. Cuando ésta se produjo pusieron dormitorios separados y no volvieron a funcionar como matrimonio nunca más. Trás este episodio se fue a la India con su madre y sus hijos con la intención de separarse. Luego volvió y aceptó su destino, a pesar que desde entonces cada uno hace su vida.
Doña Sofía buscó lenitivo a su suerte como antaño su suegra, y lo efectuará también mientras sus facultades físicas se lo permitan. La ex reina Federica, o sea, su madre -y esto, si mal no recuerdo, no lo dice la autora de la biografía- le aconsejó que siguiera con Juanito, que continuara siendo reina, a pesar de todo, porque, de no serlo, ¿a qué se iba a dedicar? Aparte de la repercusión que podía tener en toda la familia e institución. Los hijos, ya desde niños, vieron separados a sus padres y esto deja huella moral. 

Franco sabía, y así se lo expuso en declaración a Le Figaro, que los defectos personales de determinados monarcas han perjudicado a la institución monárquica. Gusto de leer, por su ecuanmidad, a Pilar Jaraiz Franco, sobrina disidente de éste, de la cual dice Pilar Eyre le comentó que su tío sabía salirse de todo lo que oliera a realeza. ¿Pero por qué nos dejó realeza? Le dio al Príncipe de España -de Asturias lo era su padre al que el Caudillo no permitió reinar y pasó 37 años confinado en Estoril- estas normas a seguir:
 No contar chistes. / No hablar mal de nadie. / No aceptar regalos. / No dejarse dominar (supongo que por su padre, ya que Franco era un jefe tiránico no solamente para su país, sino también para él). / Hacer ejercicio físico. / Nunca perder el tiempo inútilmente. / Huir de la frivolidad. / No tener amigos particulares. / No ser caprichoso. / Presumir de una vida personal inpecable, que la princesa y los hijos sean la principal ocupación fuera del trabajo. 
Afirma Pilar Jaraiz, y en la actualidad es notorio, que este decálogo duró hasta la muerte de Franco en 1975. Ha quebrantado hasta la saciedad estos preceptos. Quedó dicho que le gusta contar chistes y hablar mal de la gente. Por aceptar regalos, sabido es que recibe buenos modelos de coches e incluso un yate. Le gusta tener amigos particulares, dando la casualidad que casi todos acabaron en la cárcel. ¿Pierde el tiempo? Hay quien le reprocha que no es trabajador, mas no deja de serlo en cuanto a caza mayor, osos y elefantes. Y, por otra parte, es impepinable que no ha perdido el tiempo en la práctica del donjuanismo. Tanto es así que la princesa y los hijos no han podido ser su principal ocupación fuera del trabajo. La princesa poco tiempo fue su "reina" pero estas fueron numerosas hasta Corina. Dada su edad y, lo que es peor, su delicado estado de salud, es de suponer que esta última amiga será en su extensa, que no intensa, vida amorosa, su canto de cisne. 

Juan Carlos I, eminentemente hombre de negocios. 

Tampoco ha perdido el tiempo, que digamos, como hombre de negocios por mucho que ello se opone -totalmente- a su empleo de rey. Fue pobre -tema sobre el que se ha escrito este año un libro y, en general, vino siempre comentándose-, recordemos que a su padre, Juan de Borbón, le pagó la clínica de Navarra Mario Conde, pero fue a paso de gigante enriqueciéndose, y de aquí los constantes comentarios en altas esferas y el haberse escrito bastante sobre el particular. De modo principal, obviamente, en internet. En este medio y recientemente, septiembre de este año que finaliza, ha sugerido el New York Times que don Juan Carlos cobra comisiones por ser embajador de España y conseguir contratos para su país. Este diaro estadounidense, consecuentemente, señala que "llegó a reinar sin prácticamente nada, y ahora amasa una fortuna", e indica en negritas: En sus viajes el monarca puede aceptar regalos en nombre del Gobierno español, pero no hay una lista pública de los presentes. A través de los años, ha recibido yates, una casa de isla y los automóviles de lujo que añadir a su colección de coches. Dicho periódico afirmó el 3 de octubre de este año que su fortuna se eleva a 2.300 millones de dólares.           

Como a todo escrito hay que ponerle fin, darle un límite, un planteamiento, voy a terminar este mío con unos fragmentos del titulado "La Casa Real, la impunidad y "Lo que el viento se llevó" -13 de diciembre de 2011, Urdangarín ya había sido pillado-, escrito por Juan Carlos Monedero, profesor titular de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid:
Lo más llamativo de los más que presuntos desfalcos tramados y ejecutados por Urdangarín con el paraguas de la Casa Real es, una vez más, la impunidad. [...] Llegado un punto, parece que los reyes ni siquiera reparten entre sus cortesanos. Fue una de las quejas de Javier de la Rosa con el lío de las Torres Kio y los dineros Kuwait. Ya lo había dicho Talleyrand -recogido por Stefan Zweig en su Fouche-: "Es costumbre real robar. Pero los Borbones exageran". [...] Qué no habrá visto el marido de la infanta Cristina de Borbón en las comidas de Navidad familiares para permitirse el lujo de presuntamente robar con tando descaro y, además, saber que su esposa iba a verlo todo con entera naturalidad. Pobre Cristina (pobre en términos morales). Cuando estudiaba ciencias políticas en la Complutense miraba con recelo esa pendiente. Pero la carga de la corona vence, perece, cualquier escrúpulo. 
Si la institución es extemporánea, el rey es aún mucho más inoportuno e inconveniente a la institución. Lo mismo puede decirse de su esposa e hijos, ninguno ha procedido como marcan los cánones de las monarquías modernas. 

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