sábado, 4 de mayo de 2024

Del consuelo de la Iglesia de nuestra desazón ante la muerte

Y me agobian dos cosa sin medida: 
un disgusto infinito de la vida,
y un temor infinito de la muerte.  
            - Amado Nervo -

¿Qué Iglesia consuela? Todas las Iglesias. Ya lo dice Unamuno, ap. San Manuel Bueno y Mártir: "todas las religiones son verdaderas en cuanto hacen vivir espiritualmente a los pueblos que las profesan, en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer para morir, y para cada pueblo la religión más verdadera es la suya, la que le ha hecho   ¿Volveremos a ser como hemos sido? Este citado autor expuso: "no sé lo que daría por saber que después de muerte seguiría siendo Miguel de Unamumo". La Iglesia Católica le asegura que a equis tiempo sí. Es una pregunta que está en el aire, insegura, aunque así lo afirma nuestra religión, es uno de sus más importantes dogmas. No nos conformamos solamente con la proclamada inmortalidad de alma: ¿Vuelve el polvo al polvo?/ ¿Vuela el alma al cielo? / ¿Todo es vil materia,/  Podredumbre y cieno?, pregunta Bécquer. Queremos que esta podredumbre, este cieno, en que acaba nuestro cuerpo se reconstruya.

¿Existe la muerte?

La muerte es el genio inspirador, el musagetes de nuestra de la filosofía... Sin ella difícilmente se habría filosofado.

No es una pregunta a humo de pajas, sino que tiene importante finalidad, ya que se ha llegado a negar. Ahí es nada. 

Vista la muerte a lo cristiano he aquí lo que es:

En sentido propio, la separación del alma y el cuerpo, lo que marca el término del tiempo que una persona tiene para ganar méritos. Después de muertos. Después de muerto el hombre, el hombre ya no puede ni pecar ni ganar para sí un lugar más alto en el cielo; del estado de su alma en el omento de la muerte depende la eterna salvación en el cielo o la condenación en el infierno. La muerte es un castigo impuesto a Adán y a su descendencia por el pecado original.  

No puedo entender que el castigo se extienda a su descendencia. De las Postrimerías: muerte, juicio, infierno y gloria, llamadas también Novísimos, dice el sociólogo  Alfredo Moncada: <los Novísimos son una teología para asustar a niños, basada en una filosofía de jardín de infancia>. Hoy en el infierno nadie cree; el infierno es, pienso yo, la mala voluntad de los hombres. Schpenhauer considera: "el mundo es el infierno, y los hombres se dividen en almas atormentadas y diablos atormentadores". Con referencia a la geografía recordemos que se halla en la tierra: "desde Jerusalén se puede descender hasta la Gehemma o infierno católico. En suma,  el Dios del amor, de la clemencia,  no encaja con la idea del infierno. Sólo un juez de la Tierra puede carecer de clemencia, compasión, pero no el Juez celestial.     

Se ha llegado a negar la existencia de la muerte, con ella se literaliza, se filosofa, se poetiza tanto.

---La muerte no existe porque el ecosistema permanece. La vida es inmortal. Los individuos se desplazan, pero el sistema permanece No hay muerte, hay renovación. Los sistemas biológicos están muy por encima del individuo. 

Dios dice que la muerte es un invento de los hombres. Lo que vosotros llamáis muerte son desplazamientos en el interior de la vida.

--- El individuo muere, claro que muere, desde que somos multicelulares.
--- No muere, se transforma, se recicla, tú mismo lo has dicho. Lo que muere es la autoconciencia.
--- Díselo a los deudos de un funeral: "No se preocupe, que su padre no ha muerto, continúa en el ecosistema y se perpetúa en la biosfera.
--- Ya, ya, ¿pero es verdad o no que este baile de átomos sea la vida dentro de la vida? 
--- Ahora está hablando como un epicúreo.

Este diálogo corresponde al libro: 


Resurrección de la carne. 

Leemos y transcribimos del susodicho diccionario:

"La doctrina que enseña que las almas de todos los hombres, buenos y malos, se reunirán con sus cuerpos en el segundo advenimiento de Cristo. Lo mismo que el cuerpo participa de las buenas obras o de los pecados del alma en esta vida, así participará de su recompensa o de su castigo en la eternidad. Cada alma se reunirá, por el poder de Dios, con el mismo cuerpo con que habitó durante la vida terrenal."  

Y los buenos con ventaja.

El cuerpo resucitado de los buenos no tendrá ningún defecto y estará dotado de cualidades propias del cuerpo glorificado. 

No hay que acudir a ningún enjundioso texto de teología para encontrar a Jesucristo  como artífice de la vida; tengo a mi alcance la actual hoja de EL ECO y en ella hay unas líneas tituladas Jesús es la vida: "Nuestro Dios, manifestado y revelado en Jesús y su obra, se nos muestra como el Dios de la vida y no de la muerte. Dios no quiere la muerte ni se recrea en la muerte. Dios quiere la vida y se goza en la vida. Por eso Jesús se define a sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. El que cree en mí tendrá vida eterna". Añade el autor de tales líneas -un tal Pedro Moreno- , "vida en plenitud, vida sin fin", mas esto es lo mismo que vida eterna. Se repite, pues. Harto conocida es esta frase (Juan 14:5 -6), la cual encaja en el Aquí y en el Más Allá. 

Cuerpo y alma.

Ya escribe Federico Nietzsche, en "La gaya ciencia"  <Nosotros, los filósofos, no podemos separar el cuerpo del alma como hace el vulgo, y menos todavía podemos separar el alma de la inteligencia.... Parimos con dolo nuestros pensamientos y materialmente les damos cuanto hay en nosotros: sangre, corazón, fogosidad, alegría, tormento, pasión,conciencia, fatalidad>. 

Perdonémosle que llame vulgo a Bécquer que ya hemos visto hace volar el alma al cielo en tanto pasamos de la acrópolis a la necrópolis. O a un humilde camposanto de pueblo. Con el paso de los siglos los cementerios y sus muertos desaparecen . Pero no dejamos de "creer" que llegará a verificarse la unión del alma con el cuerpo.

Vida terrenal y vida celestial.

En la terrenal está la muerte (ser-para-la-muerte", que afirma el padre del existencialismo, Kierkegaard. En la celestial la vida eterna. Y tanto en una como en otra está Dios, de quien según sostiene Saramago ha sido inventado por la muerte. Afirma este x lusitano de modo taxativo: la muerte es la inventora de Dios. Es, por el contrario, Dios quien ha creado la muerte como castigo al hombre -dicho es en sentido genérico- por su desobediencia en el mandato que le hizo en el Paraíso, como queda especificado en el Génesis. Colocó Dios al hombre y a la mujer en el vergel del Edén y les prohibió comer de los frutos del árbol de la ciencia del Bien y del Mal; comimos, y, entre otros castigos por nuestra desobediencia, nos dio el de la muerte. Etcétera de esta historia más o menos conocida, pero que nadie ignora.. 

La muerte está en la vida terrenal, que no en la celestial. Entonces, en tal caso, no todo se termina en el cementerio  Y de aquí la confusa creencia de la inmortalidad del alma y la resurrección de la carne tras la segunda venida de Cristo. Es fundamentalmente cuestión de Fe. Ésta no deja de estar presidida por la duda, ya nos lo dice, entre muchos autores, el citado poeta Unamuno: "Fe impía, / la que no duda, / la que condena Dios a nuestra idea. [...]  La vida es duda,/ y  la fe sin duda es sólo muerte. / Y es la muerte : el sustento de la vida,,/ y de la fe la duda". 

El  citado personaje de su 'nivola', Manuel Bueno, a pesar de su oficio, no cree a rajatabla en una segunda vida y ello no excluye creer en Dios.  He aquí cómo se trasluce:

--- Pero tú, Angelina, tú crees como a los diez años, ¿no es as? ¿Tú crees?
--- Sí creo, padre 
--- Pues sigue creyendo. Y si se te ocurren dudas, cállatelas a ti misma. Hay que vivir... 
--- Pero usted, padre, ¿cree usted?
--- ¡Creo!
--- ¿Pero en qué, padre, en qué?, ¿Cree usted en la otra vida?, ¿Cree usted que al morir no nos morimos del todo?, ¿Cree que volveremos a vernos, a querernos en otro mundo venidero?, ¿Cree en la otra vida?  
---¡Mira, hija, dejemos eso! 
 
Sí, hagamos caso a este sacerdote dubitativo, bueno y sincero, hemos de vivir en esta incógnita indespejable, llenos de dolor  y de pánico ante la muerte.  Envidiable Jesucristo que incorrupto resucitó al tercer día.  ¡Quién pudiera, tan lejos está para nosotros el día de la Resurrección!. Pensemos con san Juan, en su Apocalipsis, o Revelaciones de Jesucristo en la segunda venida de Jesucristo, la desaparición del mal, que la Tierra llegue a ser celestial. Conditio sine quan non, condición indispensable, la desaparición de la muerte. 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario