jueves, 31 de marzo de 2022

FELIPE V, MARÍA LUISA GABRIELA DE SABOYA E ISABEL DE FARNESIO

Mini - preámbulo.
 
No encontrará aquí el lector información sobre la guerra de sucesión entre la Casa de Austria, cuyo último rey es Carlos II el Hechizado, y el primero de la de Borbón es su sobrino nieto Felipe V, llamado 'el Animoso', toda vez que preferentemente verso sobre la vida íntima del rey y sus esposas, es decir, con predominio de la biografía de los citados en el título.
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Nuestro primer Borbón casó en primeras nupcias con María Luisa Gabriela, hija del duque de Saboya, el "Zorro de los Alpes", celebrándose la boda por poderes en la Capilla del Santo Sudario de la catedral de Turín -septiembre de 1701-. Se fijó el encuentro de la pareja en Figueras. Con ella vino Ana Ana María de la Trémoulle de Noimoutier, viuda en primeras nupcias del príncipe de Chalais y en segundas del principe Orsini. Fue rebautizada por el pueblo como Princesa de los Ursinos, y ocupó el cargo de camarera mayor de la reina, siendo desde el principio la factotum en Palacio. 

Murió la reina el 14 de febrero de 1714, a la edad de veintiséis años. Entonces la de Ursinos aumentó su mangoneo, y con otro arribista planeó casar al rey casar al rey viudo lo antes posible. El abate Alberoni, que era el advenedizo, estableció contacto con la camarera mayor, y viceversa. Se pusieron de acuerdo en cuanto a la elección de Isabel de Farnesio, una de la sobrinas del duque de Parma a la que el abate describe como "físicamente insignificante, ignorante y únicamente interesada en comer". Se equivocó de medio a medio, "era inteligente e ingeniosa, conocía varias lenguas y dominaba todas las habilidades que se esperan de una joven de su posición: danza, música. pintura, equitación y caza. Era una verdadera melómana y su impronta enseguida marcaría los rumbos de la vida cortesana". Tal la opinión de José María Solé y de otros autores, sin olvidar la muy autorizada del P. Florez -Historia de las reinas católicas- quien nos informa que la reina Isabel había estudiado desde su infancia gramática, filosofía, geografía, sistemas celestes, historia, música, pintura, lenguas latina, española, francesa y toscana, costumbres de naciones y hechos de varones ilustres. La historia nos lo muestra con unanimidad. En melomanía le ganaba su nuera Bárbara de Braganza.

Nos muestra, asimismo, Clío su visita, previa a entrar en España, a su tía De Braganza, ocupándose de saber qué terreno iba a pisar, y en verdad que entró pisando fuerte: drástica eliminación de la princesa de los Ursinos cuando una delegación de la Corte presida por ésta se adelantó a recibirla en el castillo alcarreño de Jadraque. Biógrafos y biógrafos transcriben la referencia que de este hecho hace Fernando González-Doria en la página 292 de su libro  Las reinas de España. Véamos:

"Los muchos años y la excesiva beligerancia que tanto don Felipe como su primera esposa la han dispensado, han hecho impertinente y demasiado subida de humos a María Ana de la Tremouille, ya ante Isabel de Farnesio y pretextando que le dolía una rodilla, apenas hace una leve reverencia a la reina , ésta se lo disculpa con una sonrisa que la Orsini va a interpretar equivocadamente, creyéndose que le va a bastar un gesto para adueñarse de la voluntad de la nueva soberana, pues a veces se logra más con un golpe de audacia que con la más reverente sumisión toma María Ana a doña Isabel por la cintura y, con gran sorpresa de ésta, le hace dar una vuelta, diciéndole a propósito del exceso de kilos que delatan en la reina su afición a los buenos quesos parmesanos:

- ¡Cielo, Señora, que mal formada estáis, que cintura tan gruesa! "

María Luisa Gabriela de Saboya 

Tenía don Felipe una buena colaboradora en su esposa -también la tuvo con la segunda pero bajo otros esquemas, pues era ambiciosa y de mal genio-, ella supo captarse, con la que no contaron al principio. Cuando el ejército del archiduque Carlos de Austria llega hasta Madrid, la Corte, con toda su burocracia, se había trasladado a Burgos, pero enseguida cayó Madrid otra vez en poder de Felipe V. La princesa de los Ursinos regresa a Madrid y es bien recibida por los reyes. En los altibajos de la guerra el mariscal duque de Berwick obtiene la victoria de  Almansa; rehechas las tropas en el verano de 1710 amenaza nuevamente Madrid, y  la Corte se traslada a Valladolid; entonces María Gabriela, con veintiún años, vuelve a hacerse cargo del gobierno mientras el rey al frente de sus tropas derrota al enemigo en Brihuega y  Villaviciosa. El pretendiente replegado en Cataluña resistiría al Borbón hasta el 11 de septiembre de 1714. María Gabriela no vería la terminación de la guerra, pues murió en la ya consignada fecha del 14 de febrero de esta año, es decir, siete escasos meses antes. 

Enfermedad de la Reina.

No es de extrañar el gran impacto que a Felipe V le produce su muerte, tras encontrarse a solas con la guerra y la enfermedad de su esposa. El ya citado biógrafo González-Doria refiere de su enfermedad los siguientes detalles: 

"Comienza María Luisa a sentir unos molestisimos ganglios que le deforman el cuello, produciéndola accesos de fiebre, con delirio, y sobreviniéndole unos tremendos dolores de cabeza. Los médicos acudieron al pintoresco remedio de raparle la cabeza y aplicarle en ella sangre de pichón. Y lo curioso es, afirma Taxonera, que con esto y otros remedios le le aliviaron notablemente, el  mal comenzó a ceder, la reina estaba salvada....". Se le aconsejó, no obstante la mejoría, que ra conveniente que convaleciese en Corella, y allí se trasladó, haciendo el viaje tendida en el suelo de la carroza para lo que quitaron los asientos". 

Pero seguía aumentando la inflamación del cuello y la palidez del rostro. Y ella, que además de ser muy femenina, sufría pensando que pudiera alarmarse el rey, en sus escapadas cuando acudía a verla, disimulaba cuanto podía el mal, anudándose vaporosos chales al cuello y dándose abundante colorete en las mejillas, y, por supuesto tuvo que usar peluca para el resto de sus días, pues quedó calva. La peluca no se la quitaba ni cuando estaba con el marido en la cama. Finalmente envejeció mucho y quedó inmóvil en un sillón. Apenas podía tragar el alimento líquido que tomaba. Felipe ya no se mueve de su lado. Poco antes de morir, el capellán de palacio le da la extremaunción pero la hinchazón del cuello le impide recibir el viático.  

Tornando al impacto de Felipe V. 

Ante ella muerta se inició la melancolía de él que le acompañaría hasta la muerte. Tal vez en aquellos días se incubaría en su cerebro aquella tristeza que andando los años le llevaría a la total demencia. Nada puede presentar mejor lo abatido que está el monarca que estas líneas de la princesa de los Ursinos a madame de Maintenon:... E l rey vive inmerso en la más profunda tristeza. No descansa, le parece que el palacio está lleno de sombras y habla de abandonarlo para irse a vivir al palacio del duque de Medinaceli. Llora con frecuencia y no quiere ver a nadie. Desde hace un mes, a partir del momento en que se le dijo que únicamente un milagro podría salvar la vida de la reina, no se ocupa de nada que no sea su íntimo pesar. En el último instante de exhalar mi señora el último aliento, su majestad tenía reclinada la cabeza en la misma almohada , muy cerca de ella, y las manos se las apretaba con las suyas. Se dio cuenta que su fiel esposa había dejado de existir cuando Brancas, Helvecio y yo, con algunos nobles que apresuradamente entraron en la cámara, nos acercamos en solicitud de que abandonase la estancia. Mi pluma se resiste a describir aquel momento. El rey era dominado por la más sincera y amarga aflicción...". 

También fue su muerte muy sentida en todo el reino, dando el P. Enrique Florez de Setien concluye así el capítulo a ella dedicado: '... como había vivido ajustadamente muy piadosa y devota, subió al reino eterno el 14 de febrero de 1714, arrebatándola la muerte cuando parece que comenzaba a vivir , no sólo por la corta edad de no haber cumplido veintiséis años, sino porque entonces amanecía la primavera de su reinado , después de largo invierno de tan duras escarchas , guerras y turbaciones. El reino la lloró con lagrimas de corazón, porque el dolor nace de la misma oficina del amor. Fue llevado su cuerpo con la debida pompa a El Escorial, donde descansa en el panteón de las reinas que dejan sucesión'.     

Prosopografía de María Luisa Gabriela.

En respuesta al re, , el marqués de Castel-Rodrigo le dijo: 'Posee un cuerpo armónico lleno de encantos y puedo deciros, señor, que, sin ser muy alta, que digamos, es sumamente elegante. Cabellos castaños, ojos negros con toda la vivacidad de los piamonteses y muy inteligente". El duque de Grammont, en una carta enviada a Versalles cuando fue embajador en Madrid, expone: 'No puede decirse que sea una belleza, pero sí que su figura agradará siempre a cualquier hombre de gusto delicado'. 

El retrato más extenso le hace la condesa de La Roca, dama de la reina: 'María Luisa era de talla pequeña, pero había en toda su persona una elegancia notable. Sus cabellos eran castaños ; sus ojos casi negros, llenos de fuego y vivacidad . Su fisonomía conservó largo tiempo una expresión infantil, pero muy inteligente , en una mezcla de ingenuidad y de gracia pueril. Su tez era de notable blancura y, como su hermana la duquesa de Borgoña, tenía las mejillas gruesas , talle airoso, pies pequeños y manos encantadoras. En una palabra, ganaba mucho en ser vista y oída, pues sus retratos no dan más que una mediana idea de su encanto. mientras que su persona estaba tan llena de atractivos que cuantos hablaban con ella se deshacían en elogios'.

                                            

María Luisa Gabriela

Segundo matrimonio de Felipe V.

Pese a lo abatido que quedó, contrajo nuevo matrimonio  Ya hemos visto cómo la princesa de los Ursinos y el abate Aberoni procuraron que no tardase en contraer segundas nupcias y se decantaron por  Isabel de Farnesio, de la que ya queda dicho el error en que incurrió este eclesiástico y la intrigante camarera. Este segundo enlace matrimonial del rey tuvo lugar el 16 de septiembre de 1770, o sea, a los siete meses de hallarse viudo, y El rey la recibió en Guadalajara, donde el patriarca de la Indias ratificó el matrimonio en 24 de diciembre, partiendo para Madrid tres días después. 

Isabel de Farnesio no captó el amor de sus súbditos como tampoco su nuera Bárbara de Braganza, ni a ella le interesó, creó con su marido, como de todos es sabido, el Palacio y la Colegiata de la Granja de San Ildefonso. José María Solé lo refiere así: 'Durante sus muy frecuentes jornadas cinegéticas en los parajes serranos próximos a Valasaín había descubierto Felipe una pequeña ermita dedicada a san Ildefonso , propiedad de los monjes jerónimos . Atraído por la belleza del entorno, y por su mismo aislamiento, en el verano de 1720 adquirió la  granja, el claustro y los terrenos contiguos, con la intención de edificar allí una residencia campestre de verano, a donde retirarse cuando su necesidad de tranquilidad así lo exigiera. Junto al palacio la colegiata, donde fue enterrada la reina y tras el altar Mayor el Felipe V.

Fachada principal del Palacio Real de La Granja

                                                                                         

Sepulcro de Isabel de Farnesio
                      

Fue el arquitecto Teodoro Ardemans el encargado de dirigir las obras. El proyecto fue luego adquiriendo una mayor grandiosidad en manos de maestros de primera magnitud , como Jurara y Lacchetti [...] Allí la real pareja encontraba su verdadero hogar  y hasta él vendrían a la hora del retiro..'. Llegó enseguida y fueron tantas, y más para la reina, que sobrevivió a su marido nada menos que treinta y un años, el cual, ¿cómo no?, cayó muerto  en sus brazos el 9 de junio 1746. Tiene 62 años. 

Ya a causa de encontrase mentalmente muy perturbado, o también por ello, era una piltrafa humana. A decir de su contemporáneo el duque de Saint-Simón que le visitó en 1721, es decir, veinticinco años antes de morir. Y manifestó: 'La primera ojeada, cuando hice una reverencia al rey de España al llegar, me sorprendió tanto que tuve necesidad de apelar a toda mi sangre fría para reponerme No vislumbre rastro alguno del duque de Anjou , a quien tuve que buscar en su rostro adelgazado e irreconocible. Estaba encorvado, empequeñecido, la barbilla saliente, sus pies completamente rectos se cortaban al andar y las rodillas estaban más de quince pulgadas una de otra; las palabras eran tan arrastradas; su aire tan necio, que quedé confundido. Una chaqueta sin dorado alguno , de un paño burdo moreno, no mejoraba su cara ni su presencia'. 

Yendo la salud del rey de mal en peor, los médicos le recomiendan un cambio de aires, y la Corte se va a Sevilla inútilmente.  He aquí la descripción que de su estado patológico hace González-Doria:

<Felipe V se repliega a sí mismo en el alcázar sevillano, más abrumado que nunca,  sus manías y excentricidades alcanzan en esta época un punto álgido; el rey llega a confundir el día con la noche modo que trastueca la organización cortesana : había que desayunar después de la puesta del sol; se almorzaba a las doce de la noche; ; a las tres dela madrugada, y ello en el más crudo invierno, salia a asearse en los jardines del alcázar, debiéndole acompañar la reina y los cortesano. De madrugada mandaba ir a su cámara a los ministros y secretarios para despachar con ellos. Cuando daban las ocho de la madrugada se hacía servir la cena, y dando por terminada la jornada se metía en la cama entre nueve y diez hasta las cinco o las seis de la tarde. No consentía que le lavasen o le afeitasen; llevaba los bolsillos de la casaca repletos de tabaco y de triaca y tomaba  y tomaba del uno y de la otra a puñados, despidiendo tal olor, que si en otras ocasiones los cortesanos se disputaban el honor de gozar de la proximidad a la real persona , ahora tenían como el mejor de los alivios el poder estar lo más lejos posible de don Felipe>. Tampoco era in illo tempore muy esmerada, que digamos, la higiene. 

Ya se encontraba la Corte  en Madrid al ser destruido por un incendio su alcázar y hubo de trasladarse definitivamente a La Granja, aunque falleció en el Monasterio de El Escorial. Fue Isabel de Farnesio tan buena esposa como su antecesora; al enfermar mentalmente Felipe ella, aun mortificada, sufrió resignada las manías de él. No era, ni mucho menos, un modelo de bondad ni de simpatía para los demás, pero fue siempre una esposa ejemplar.  Cuando se acentuaban las crisis, la reina se esmeraba para conseguir que nada le contrariase. Quiso hasta  última hora cazar  y, como refiere el doctor Cabanés en su obra Le mal héreditaire, le subían a una carroza o le sentaban en un caballo, incapaz como era de subir sin ayuda.

                                            

Felipe V (ya decadente) e Isabel de Farnesio

Descendencia de Felipe V. 

Con Isabel de Farnesio.

Con la segunda esposa en enero de 1716 nace el primer hijo, Carlos, del que sabido es fue un mamón en el sentido de la palabra, pues estuvo mamando dos años y quince días. Mientras mamaba el futuro Carlos III, tuvo Isabel un  niño, que murió al mes, y a María Ana Victoria. En quinto lugar nació María Teresa. En sexto Luís Antonio a quien al poco de nacer se le nombró arzobispo de Toledo y, en su "brillante" carrera me teórica, llegó a alcanzar el capelo cardenalicio. De este hombre de Iglesia sui generis, que tan mal trato recibió de su primogénito hermano cuando éste de rey de Nápoles dio el salto a rey de España. 

La infanta María Ana, Mariamina, había sido prometida a Luís XV, y fue devuelta a España. Juan Balansó, apud Las bodas reales de España, lo expone así: "En realidad la Farnesio esta de los nervios por causa de la devolución de su hija Mariamina desde París. Preocupaba a Francia la precaria salud de Luís XV, de catorce años, y se suspiraba por su sucesión. Pero su prometida, recordémoslo, apenas tenía siete y era necesario esperar mucho tiempo todavía para que por este camino vinieran hijos. El duque de Borbón, nuevo regente galo, sin dar importancia a la injuria que con esto hiciera a los reyes de España, y sin preocuparse de la lesión a los pactos firmados por su predecesor [por muy Rey Sol que fuera ya se había nublado para siempre, añado yo] decidió casar a su tutelado con una joven que prometía ser fecunda, María Leszczynska. Se rompió la amistad, el embajador francés y los dos cónsules recibieron órdenes de abandonar España y fueron llamados los dos ministros que nuestro país tenía en Francia encargándoseles  que acompañaran a la infanta Mariana Victoria de regreso a casa". 

Los reyes, y especialmente la madre herida, que era la que "realmente" gobernaba, fijaron su mira para contrarrestar la afrenta con un matrimonio de importancia , en Portugal. Y así había de surgir aquel trueque de Mariamina y Bárbara de Braganza, casando la infanta española con el príncipe de Brasil, José de Braganza, y la infanta portuguesa, Bárbara de Braganza, con el príncipe de Asturias, Fernando de Borbón. 

Con María Luisa de Saboya.

Luís infante - Felipe infante - Felipe Pedro - Fernando VI. 

El 25 de agosto de 1707 nació Luís Fernando, que en 1709 fue jurado principe de Asturias por Francia y España. En tal año de 1709, mes de julio, nace pero prematuro y que sólo vivió seis días.otro infante que se le puso por nombre Felipe. En junio de 1712 nace otro infante y repiten el nombre, el cual muere a la edad de siete años. En aquel tiempo cambiaron los reyes la ley de sucesión,  dando antelación para reinar al varón descendiente del rey antes que a sus nietas. Para María Luisa tuvo lugar a posteriori la satisfacción el nacimiento el 23 de septiembre de 1713, del infante don Fernando quien por muerte de sus hermanos sucedió a su padre. 

De enterramientos en el Panteón Real de El Escorial trataré otro día. Hemos visto que Felipe V y su segunda esposa no fueron enterrados en él, pero tampoco lo fueron Fernando VI y Bárbara de Braganza.                                                                

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