miércoles, 17 de noviembre de 2021

Más sobre la precipitación de la muerte de Unamuno

Voy a revisar el libro titulado 'La doble muerte de Unamuno', publicado recientemente, del que son sus autores Luís García Sambrina y Manuel Menchón. Digo revisar en la acepción de 'ver con atención y cuidado', no en la de 'someter a nuevo examen para corregirlo, enmendarlo o repararlo (DAE). Si algo con carácter de crítica he de exponer se delimita a mi extrañeza de que con la gran cantidad de bibliografía que se anota sea la extensión de la publicación de 147 páginas. 

Es impepinable que al general José Millán Astray y Terreros se debió el patético final de la vida pública de Unamuno, si no la propia vida.       

Al iniciarse la guerra civil Millán Astray regresa de la Argentina a España y Franco le nombra jefe de la oficina de Prensa y Propaganda, tras comunicar a Giménez Caballero: "Quisiera que usted se ocupara de la propaganda. Como todo esta militarizado hay que contar con algún general al frente. Vea a Millán Astray". Y esto fue lo que el "glorioso mutilado" le advirtió a Giménez Caballero   cuando se puso a su servicio: "Yo daré las consignas y vosotros las instrumentaréis Y, en efecto, él era el que les ordenaba lo que había que decir o comunicar en cada caso Según Paul Preston , Millán Astray dirigía la oficina de Prensa y Propaganda del bando nacional como si fuera un cuartel Trasladó la sede de Burgos a Salamanca estableciéndola en el palacio de Anaya, donde en enero de 1937 funda Radio Nacional de España. 

                                                        

 

¿Por qué no fue fusilado inmediatamente a aquel 12 de octubre? 

"Numerosos republicanos -nos dicen literalmente los dos autores del libro-  habían sido ya asesinados por mucho menos, algunos de ellos amigos suyos. Si en su caso no aconteció así fue porque Franco que, amén de astuto, era una persona muy cautelosa y sibilina, no le convenía". Esta es una opinión, la cual estos dos nuevos biógrafos de Unamuno explican así: "Los ojos de medio mundo estaban por entonces puestos en España y un acto como ese hubiera suscitado de inmediato numerosas reacciones de rechazo y de repulsa que podrían haber inclinado la balanza del apoyo internacional al bando republicano ".  Efectivamente. Pero alias jacta est, la suerte esta echada, la odisea que desde este evento hubo de sufrir su muerte.

"Son mucho -volvemos a leer y transcribir- los que en la ciudad le hacen el vacío o le dan la espalda, unos por miedo o cautela, otros por razones personales o ideológicas La misma tarde del 12 de octubre fue expulsado del Casino de Salamanca y privado de la presidencia de honor. Al día siguiente, sería cesado de diferentes cargos en la Corporación Municipal. Y lo más grave para él: el 14 fue destituido de su cargo de rector por el Claustro Universitario, a instancias, sobre to, de José María Ramos Loscertales, en un decisión ratificada por Franco". 

¿Qué médico atendió a Unamuno? Sabido es que el doctor Alfonso Núñez Rodríguez, Véamos lo que sobre este particular expone la biografía a cuyo hilo seguimos:  "Amigo y compañero de tertulia de don Miguel, que en su día había certificado  la muerte de su esposa doña Concha. Había sido amigo de Casto Prieto Carrasco, el alcalde de Salamanca fusilado por los sublevados". Nos recuerda su significación como republicano y lo valioso que le fue renunciar al acta de concejal de Agrupación Republicana, en 1933, al ser incompatible con su trabajo en la Beneficencia Municipal. Al surgir la guerra fue llamado a filas".  

Elogiosa fue la nota necrológica de Ernesto Giménez Caballero:

Ha muerto don Miguel de Unamuno en Salamanca.en el último instante del año de 1936. Tal instante simbólico y la manera suave y súbita de morir me pareció dar a esta muerte como un sentido, algo así como si respondiese a una llamada misteriosa y divina.

Dios ha sido piadoso con don Miguel de Unamuno Tenía la angustia y obsesión de la muerte. Su vida y su obra no fueron más que una atormentada agonía contra la muerte  por el ansia de sobrevivir y de que no se deshiciera su yo y su persona.Su personalidad A un hombre que había ya sufrido una larga agonía durante todo su vivir, Dios le concedió no tenerla a la hora de la muerte. [...]

Murió sin agonizar, Sin duda. Sin tormento. Él que era un constante atormentado. Murió en paz, Él que siempre vivió en guerra.

Es una bella locución, y en ella he subrayado las palabras claves, definitorias, sobre su vida y su obra. En ambas se ha escrito en gran cantidad, yo mismo he contribuido con varios artículos sobre su producción literaria, nada directamente sobre su vida. Para hablar de Dios y de la muerte no se puede prescindir de este gran pensador.

La postura de Unamuno al estallar la guerra.

Al iniciarse la sublevación militar apareció en la prensa: "Unamuno declara que está con el ejército,  que es como estar al lado de España". Pero él era antimilitarista. Si parece cierto que al principio se inclinó por la zona nacional, pero, como también apunta el libro de referencia, enseguida abominó de las terribles acciones de los militares sublevados, de tantos fusilamientos que perpetraban. Se hallaba horrorizado de los crímenes de ambas zonas; llegó a llamar a la contienda la 'guerra incivil'. Unamuno sí murió atormentado, si no pensando en la incógnita de la muerte, sí, y tremendamente como ya hemos visto, con gran aflicción,, disgusto, enfado, a que los sublevados le sometieron. Los falangistas se empeñaban en ganárselo para su ideal, algo que se hallaba muy en contra de su pensamiento político y habiendo sufrido por este motivo la pérdida del Premio Nobel en Literatura que en 1933 quedó desierto, ya que tampoco se le dieron a Chesterton  ni a Paul Valéry.

Se trae a nuestra memoria que 'sus ataques contra las ideologías totalitarias aumentaron conforme éstas se extendían como una plaga por Europa. En 1933 firmó, junto a Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y otros intelectuales, un manifiesto contra el fascismo y el racismo, publicado el 10 de junio en el periódico El Sol'. También se saca a colación que escribió duramente sobre Hitler: <Es que cabe nada más impersonal, más horroroso, que ese pobre Führer, un deficiente  mental y espiritual? ¿Cómo puede fascinar a una masa humana? >.    

El que dice la verdad ni peca ni miente, pero se juega el tipo.

Veritas parit odium. La verdad engendra odio. - Terencio -. 

Era Unamuno de valor extraordinario, él siempre tuvo como lema: <la verdad antes que la paz>, y ello lo dejó patente hasta el final de su vida cuando estaba acorralado, impidiéndole escapar, más que intimidado, acobardado, y, por supuesto,  confundido, sin tener qué responder. Así nunca le pudieron tener, y sirve de paradigma, ejemplar, la siguiente carta que envió a Juan Carretero Luca de Tena, director del diario ABC de Sevilla, zona nacional, el 11 de diciembre de 1936.                                                     

Unamuno que se había jugado el inmediato fusilamiento al decir las verdades del barquero al jefe de Prensa y Propaganda, jefe de mutilados y siempre con Franco ostentando cargos políticos, continuó impertérrito en defensa de la verdad, cual podemos comprobar en el contexto de la mencionada carta;  

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'Aunque conozco de antaño, señor mío, su característica mala fe, esta vez quiero decírselo. En el número de ese ABC sevillano de ayer, día 10, leo un suelto que dice: <Carta de don Miguel de Unamuno a todos lo centros docentes extranjeros>. Pues bien, eso es mentira y usted lo sabe. Primero, hace tiempo que no soy rector de la Universidad de Salamanca, desde que esta gente me sustituyó.

Esta carta, acordada en claustro, no es mía, sino de la Universidad. No la redacté yo, Luego la puso en latín macarrónico un cura cerril. Y ahora debo decirle que, por muchas que hayan sido las atrocidades de los mandos rojos, de los hunos, son mayores las de los blancos, los hotros. Asesinatos sin justificación . A dos catedráticos , a uno de Valladolid y a otro de Granada, por si eran... masones. Y a García Lorca.

Da asco ser ahora español desterrado en España. Y todo esto lo dirige esa mala bestia ponzoñosa y rencorosa que es el general Mola. Yo dije que lo que había que salvar en España era la civilización occidental  cristiana, pero los métodos no son civilizados sino militarizados, no occidentales sino africanos, ni cristianos sino católicos a la española tradicionalista, es decir, anticristianos. [...]

No es este movimiento al que yo, cándido de mí, me adherí creyendo que el pobre general Franco era otra cosa que lo que es,. Se engañó y nos engañó [...] Entre los hunos -rojos- y los hotros -blancos, color de pus- están desangrando, ensangrentando, arruinando, envenenado y, lo que es peor, entonteciendo  a España. En la España que proclama como Caudillo a Franco -personalmente un buen hombre, víctima y juguete de la jauría de hienas-  cabrá todo menos franqueza. Ni amor a la verdad. Pero ustedes, los de ABC, podrán seguir envenenando con mentidas, insidias, calumnias...

Le escribo esta carta desde mi casa, donde estoy desde hace días encarcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a los otros, será aquí, en mi casa. Y no quiero seguir. Aún me queda por decir'.

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Los rojos quemaban las iglesias, los blancos quemaban los libros.

Progresamos. En la Edad Media me hubieran quemado y ahora  se conforman con quemar mis libros. - Freud -

A decir de los autores del libro que vengo comentando, que exponen algo muy repetido y, por ende, notorio:

"Los autores y los temas de los libros perseguidos eran de lo más diverso : de la Política, de Aristóteles a La República, de Platón a Tolstoy y Dostoievvki; de la obras de Darwin a los cuentos de Perrault (en este último caso, por contener un título tan provocador como Caperucita Roja). Entre los autores españoles perseguidos , se encontraban Blasco Ibáñez, Clara Campoamor, Pío Baroja, Valle Inclán, Margarita Nelken o Miguel Hernández, por citar sólo unos pocos, así como cualquier libro en gallego euzkera, o catalán. Unamuno, por supuesto, no se libró de las llamas justicieras; obras como La agonía del cristianismo, Del sentimiento trágico de la vida, San Manuel Bueno, mártir o su colección de artículos Contra esto y aquello estaban en las listas de libros <subversivos> que elabora la Iglesia y la Falange, y su número se incrementaría tras el 12 de octubre e incluso después de su muerte".

Desde luego que después de la guerra y durante muchos años de la dictadura franquista se continuó con la dificultad de leer a muchos autores, ya extranjeros, ya españoles, hasta que un día en el ámbito universitario se puso de moda Antonio Machado y Miguel de Unamuno. La barbarie, concentrada en la incultura,  fue cediendo y los curas, tan partidarios de la incultura de la sociedad como los políticos, rabiando. Se había perseguido la cultura y a equis catedráticos; se  redujo el pensamiento a lo católico y a lo franquista, mas aquello no podía continuar, hubo de admitirse que volvieran de su voluntario exilio, entre otras grandes figuras de la ciencia y la cultura, Ortega y Gasset y el doctor Marañón.

Evocación de su muerte y entierro.

Perfilando el estado de salud que en aquel entonces tenía, se recuerda que a partir de la muerte de su esposa se quebrantó grandemente su salud y él empezó a cuidarse seriamente, Medio año antes de su muerte, en una rápida visita a Madrid le expuso a Ramón Gómez de la Serna: "No me intoxico con alcohol ni con cigarro; me acuesto temprano, duermo bien, paseo todos los días, una o dos horas, me acuesto antes que el sol, ¿Por qué no he de vivir hasta los noventa años?" Señalan los autores, y ya queda referido, que los eventos que trajo la guerra le precipitó la muerte. Ël padecía de arterioesclerosis y e hipertensión arterial, y de ello deducen los autores que el doctor Núñez, en su acta de defunción, debió inclinarse como causa del fallecimiento por un infarto, y no por el diagnóstico de hemorragia bulbar.

Se  entra en disquisiciones sobre el condicionamiento del certificado de defunción, haciendo referencia a que 'este facultativo no estaba en condiciones de poder solicitar que se realizada una autopsia del cadáver de don Miguel' [...] 'Recordemos que Adolfo Núñez era un notorio republicano y que había sido castigado de alguna forma por ello, lo que implicaba que su dictamen médico estaba muy condicionado, ya que corría el riesgo de ser duramente represaliado si este no complacía a los sublevados'. Bien, yo no entro hic et nunc, aquí y ahora, en este aspecto del libro. 

Se transcribe en él, y a mi vez lo efectúo yo en este artículo, l a declaración que hiciera un día Miguel Quiroga Unamuno, que entonces tenía siete años.

"Aquel día veníamos Felisa, mi tía Felisa que como mi madre, y yo de ver un nacimiento, que si mal no recuerdo, estaba en el Hospital Provincial, y al llegar a casa a las cinco de la tarde nos encontramos a mi abuelo desplomado sobre la camilla. Estaba con un visitante que creo  que se llamaba Bartolomé Aragón, completamente desquiciado, dando voces, pensaba, quizás, tal vez, que él hubiera podido tener alguna relación con su muerte. Con mi ama de cría, Acurelia, también desesperada y con mi abuelo ya muerto, tendido encima de la camilla, después de que estuvo hablando con este hombre durante toda la tarde, angustiado por el problema y por la situación que había en aquel entonces en España".  

Su yerno José María Quiroga, que se encontraba exiliado en París, militante del Partido Comunista y miembro de la Alianza de Intelectuales Antifacistas, fue quien desde el exilio finalizó el pago  del  nicho de Unamuno. hizo este comentario: 'Unamuno al que todos hemos amado y combatido, muere como era fatal que muriese, en flagrante contradicción con todo y con todos'. 

No obstante, es evidente esto que en el libro podemos leer:

"A Unamuno se le apropió la Falange -del mismo modo, por cierto,  que Franco se había apropiado de José Antonio, al que en realidad temía y detestaba, tras su oportuna muerte". Se incluye en el libro el comentario de Miguel Unamuno Arriaga sobre la muerte de su abuelo.

"Al día siguiente, ya por la mañana, de pronto, sin previo aviso, se presentaron unos falangistas conocidos , Fleta,etc, etc., ; agarraron el féretro y se lo llevaron sin más; por supuesto, sin pedir permiso a nadie, ni hacer  ningún comentario, ni nada más. Luego ya las escenas del cementerio, la salida, toda aquella manifestación ... fascista, organizada, bastante  preparada y dramatizada. Y entonces mi primo (Miguelín), que tenía siete años, se asustó y creo que decía <¡Que lo van a tirar al río!>. Se lo decía a mi tía Felisa, que vivía allí con él. Y bueno, pues eso es lo que sé. Fue un robo casi, casi violento, por decirlo así, y sin pedir permiso a nadie, claro. Se apoderaron de él hasta el final, no solo del cuerpo, sino de ..., con el uso que hicieron propagandístico y demás, intentando presentarlo poco menos que como un fascista. Eso es todo, que es mucho.

(Tal nieto, que a su temprana edad, sufrió mucho por su abuelo, fue médico, y murió en Gijón en 2000) 

                                        

Al sacar el féretro de su domicilio

Cuatro falangistas salen del portal Bordadores con el ataúd de Unamuno, uniformados con camisa azul, correajes e insignias. No son unos falangistas cualquiera; vemos al escritor y periodista Gómez de la Serna, que acude también en representación del jefe nacional de la Falange, Manuel Hedilla; al conocido tenor Miguel Fleta, al cineasta Antonio de Obregón y al periodista Emilio Díaz Ferrer.

Anotan los autores que posteriormente fueron sustituidos por Mariano Rodríguez de Rivas, Melchor Martín Almagro, Carlos Domínguez Martín y Víctor Alonso, los cuales eran colaboradores de Prensa y Propaganda a las órdenes de Millán Astray, a excepción de Fleta. Se hace constar algo tan sabido como el hecho de que ni en el sepelio ni en la misa de funeral hubo asistencia de autoridades militares

He aquí el acto de homenaje, en él  se aplicó todo un ritual falangista.                                            

 
Seguidamente ocuparía el nicho 340 en la galería de san Antonio de este cementerio salmantino bajo la advocación de  san Carlos Borromeo Al lado del cual existen otros dos de la familia. En el nicho, como vemos en la inscripción se reúne con su hija, fallecida tres años antes: Salomé de Unamuno, de Quiroga. El epitafio que hay en él guarda relación con una de sus poesías; de modo concreto, preciso, determinado, es el final de su Salmo III, el cual dice: 'Méteme Padre eterno,en tu pecho, / misterioso hogar, / dormiré allí, pues vengo deshecho / del duro bregar'.                                          
Tras ocupar el gran escritor, poeta y filósofo  esta morada, dijo Ortega y Gasset: 'La voz de Unamuno sonaba sin parar en los ámbitos de España desde hace más de un cuarto de siglo. Al cesar para siempre, temo que padezca nuestro país una era de atroz silencio'. Acertó, era de prever la victoria, de los militares sublevados, Franco, a lo cuartelero e imponiendo una disciplina militar, mandó tocar silencio. 'La disciplina -Jacinto Benavente dixit- consiste en que un imbécil se haga obedecer por los que son más inteligentes'.      

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