martes, 3 de agosto de 2021

CARLOS III y su única esposa, MARÍA AMALIA DE SAJONIA


El reformador de Madrid.

Ha pasado a la historia como un gran reformador, pero yo diría que las innovaciones se deben a la fuerza de la inercia, a que, como dice José María Solé, 'la sociedad española cambiaba rápidamente al son de los nuevos tiempos'. Tuvo la suerte de disponer de tres grandes ministros: Aranda, Campomanes y Florirablanca.
 
La gran labor de su padre en cuanto a la transformación de Madrid, por ello ha quedado identificado en la historia con el sobrenombre de 'el mejor alcalde de Madrid'. En su tiempo se creó el alcantarillado; las obras de urbanización motivaron una gran metamorfosis de la ciudad de la corte española. Todo ello lo expone el citado autor de esta forma:
El Paseo del Prado jalonado con sus monumentales fuentes -Cibeles, Apolo y Neptuno- fue el paradigma de esta actuación y obligado lugar de cita y paseo de la población. La iluminación de las oscuras calles, la normativa para la construcción de viviendas y la obligación de enumerar cada casa, fuero, entre otras, medidas que realmente modificaron la vida de sus habitantes. Surgían monumentales edificios, erigidos tanto al calor del progresivo espíritu de la época como a mayor gloria de la Monarquía'.
Estas obras son el Museo del Prado, (Museo de Historia Natural entonces), Observatorio Astronómico, la desaparecida Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro, y el Jardín Botánico.

Abundando en que pese a las creaciones de su tiempo, Carlos III no se interesó como sus padres por la cultura, vuelvo a citar a Solé.

El punto de las artes, para él, formaba parte de un monarca del tiempo que le había tocado vivir y por ello se implicaba, pero solamente de una manera mecánica, sin goce ni disfrute añadidos. 

Para ponerlo de relieve acude este biógrafo a un conocido, aunque durante bastante tiempo ocultado, episodio que patentiza la estrecha mente que tenía, asimismo su intransigente moralismo y su absoluta falta de percepción de la belleza artística. Se trata de que ordenó a su pintor de cámara, Antón Mengs, que quemase las pinturas de la colección real en las que hubiese figuras desnudas, Entre Mengs y el todopoderoso Esquilache evitaron la salvajada que hubiera privado a la posteridad de algunas de las más importantes telas que hoy se conservan el el Museo del Prado.

Como en España, hizo también durante su reinado en Nápoles reformas. En lo que atañe a la arquitectura mandó construir los palacios de Portici a los pies del Vesubio; el complejo palaciego de  Caserta -que es de los mayores de Europa- y los reales sitios de Capodimonte. Aquí montó una fábrica de porcelanas que se trajo a Madrid cuando vino a reinar , y que como he dicho instaló en el Buen Retiro. Fomentó las excavaciones de las ruinas de Pompeya y Herculano, dos ciudades sepultadas por la lava del Vesubio. Pero sus necios principios morales le llevaron a impedir su difusión y estudio, por lo que había en las piezas que aparecían de bellísima recreación de escenas eróticas, salvándose milagrosamente las maravillas conservadas hasta hoy. Recalco que este rey del desnudo en el arte no quería saber nada., lo que es decir de arte. Mejor que de rey, y bajo este prisma, hubiera estado de cura de aldea como aquel del Quijote que destruye, quema, libros del ingenioso hidalgo, verdaderas joyas literarias.              

La extremada moral. Viudedad.

Se ha comentado mucho en su tiempo y en todos los tiempos, que tras morir su esposa no quisiera volver a casarse, algunos lo califican de "ejemplar enamorado recuerdo", otros de "excepcional y perfecta castidad", mantenida ya para el resto de la vida. Al parecer comentó al prior de El Escorial: 'Gracias a Dios no he conocido nunca más mujer que la que me dio, a ésta la amé y estimé como dada por Dios y después que ella murió, me parece que no he faltado a la castidad aun en cosa leve...


Mala nuera le tocó en suerte a la Farnesio, y, recíprocamente, mala suegra a María Amelia, y naturalmente se llevaron mal. 'La Sajona', que despectivamente así la llamaba el pueblo, era extremadamente irritable, malhumorada, desdentada y enferma permanentemente. De España disfrutó poco, ya que murió el 27 de noviembre de 1760 , a los treinta y siete años de edad, ante el gran dolor de su marido, pero la indiferencia de los españoles que sabían -'desde el más alto cortesano hasta el más humilde pordiosero'- el desprecio que la reina sentía hacia sus súbditos y que, para inri, lo exteriorizaba constantemente. En su correspondencia reniega de su nueva patria y e sus habitantes a los que describe como 'engreídos, hostiles, agresivos, huraños y recelosos de todo lo que pueda llegarles de fuera'. Le desagrada el aire y el alma de Madrid.


Pero Carlos III estaba enamorado de su basilisco; ante su lecho de muerte exclamó: este es el primer disgusto que me ha dado en los veintidós años de nuestro matrimonio. Los demás no debió tomárselos en serio. Los muchos embarazos, las consecuencias de una caída de caballo, sus problemas pulmonares generados por el tabaco, dieron fin de su vida. Por muy satisfecho que estuviera de su esposa, ella no era un dechado de feminidad, que digamos. Ambos fumaban como coraceros, haciéndose enviar desde América grandes cajones de tabaco. Un aviso decía: 'remito cuatro cajones de tabaco rotulado a la reina de las Dos Sicilias ... cada uno de tabaco exquisito y de lo más fuerte por ser éste de su real agrado.


La mejor biografía que de esta reina existe es la de María Teresa Olivares, y al hilo del vestuario de la biografiada expone: que no era abundante su ropa interior, porque lo habitual era mudarse una vez al mes. Por su parte Francisco González-Doria, en 'Reinas de España'. afirma que doña Amalia 'no debía ser muy destrozona en cuestión de calzado, pues le duraron varios años tres pares de zapatos verdes, dos de nuaré blancos, uno de color rosa con encaje, dos pares de chinelas rosas, un par de botines y otra par de sandalias'. También nos habla de que la distraía ver pescar peces. Como su esposo, también era de muy limitado intelecto. 
 
Sobrevivió Carlos III a su amada -al parecer ella le correspondió en amor- veintiocho años, muriendo en el palacio Real el 14 de diciembre de 1788. A él precisamente se debe su terminación. En su viudedad no tuvo otro placer que el de la caza, pues ya queda visto que era nulo a los placeres intelectuales, gran cinegético fue toda su vida. 
 
 
Como vemos era un hombre feo, y era llamado <el rey carnero>, por lo que su rostro tenía de arietino.
 
Céntrase su buena política en el orden arquitectónico, siendo su más destacado arquitecto Francisco Sabatini. Un monumento símbolo de Madrid es este:

                                      

Puerta de Alcalá, situada en dicha calle, que va de Puerta del Sol a las Ventas.
 


A los ya mencionados cabe añadir el ministerio de Hacienda. Academia de San Fernando, Colegio de San Carlos (Medicina), Banco San Carlos.

                                      

Se halla ubicado en la confluencia de la calle Alcalá y Paseo del Prado.

Hizo posible el imprevisto reinado de Carlos III, Hijo de Felipe V y de su segunda mujer Isabel de Farnesio el hecho de que los dos hijos que tuvo con la primera, María Luisa de Saboya,  o sea, Luís y Fernando, tuvieron un reinado corto; efímero fue el de Luís I al que sucedió su hermano Fernando VI, que sólo duró trece años y que, casado con Bárbara de Braganza, no tuvo hijos. No pudiendo, por tanto, ser enterrados en el Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial, determinó doña Bárbara la construcción del convento de Las Salesas. En él está enterrado el matrimonio. La reina falleció en Aranjuez el 27 de agosto de 1758, y fue seguidamente trasladada a las Salesas. E igualmente el rey, que falleció un año después, en Villaviciosa de Odón, concretamente el 10 de agosto de 1759. 
 
Entre las magníficas obras arquitectónicas creadas en el del madrileño Carlos III no dejaré de citar el templo de San Francisco el Grande, tan próximo al Palacio - catedral.
                                             
Ahora Real Basílica, inaugurada en 1761 

Carlos III nombró como patrona de España a la Inmaculada,  advocación que se halla vinculada a San Francisco el Grande.

Creó la Orden de Carlos III.para premiar la virtud y el mérito. 
 
Última pincelada.
 
En cuanto a castidad, este monarca ha sido la excepción de   toda la dinastía Borbón, ya que todos ellos  han sido muy dados a practicar el donjuanismo; tanto, como por otra parte, el ser un 'chorizo', Era este rey incluso modesto en vestir, aprovechaba mucho la ropa. El canciller alemán Konrrad Adenauer asegura: 'Es costumbre monárquica robar, pero los Borbones exageran'. Es, pues, la excepción de la regla.  
 
Ya en política internacional no resulta su reinado tan brillante, pensemos en su "Pacto de familia", tan comprometedor para España, y algunos otros errores de él y/o su buenos ministros. En su época se creó algo tan dañino como es el servicio militar obligatorio. (De lo conveniente o inconveniente que se le pregunte a Antonio Gala). Bueno fue, empero, la ayuda a la emancipación de los Estados Unidos.

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