jueves, 8 de agosto de 2019

Santa María la Real de Nieva (Segovia) y su pretensión de hacer perenne la mistificación que practica de la Historia. (Segunda parte)




Falsa tumba de Blanca I de Navarra en la iglesia de Santa María la Real de Nieva, (Segovia).

En la nota biográfica que Wikipedia da de Blanca I de Navarra veamos el epígrafe:

Sepultura y restos de Blanca I de Navarra.   
 
En su testamento, expresó su deseo de ser enterrada en la iglesia de Santa María de Ujué, sin embargo esto último no llegó a cumplirse. Quedó enterrada provisionalmente en algún lugar de Santa María la Real de Nieva. Años más tarde, su hija Leonor dispuso que se trasladaran a Nuestra Señora de la Misericordia de Tafalla, pero tampoco se llevó a efecto" La localización donde fue enterrada provisionalmente, quedó en el olvido y a día de hoy se desconoce.
Durante unas obras en la iglesia de Santa María la Real de Nieva se hallaron unos restos, que por su aspecto, fueron asignados sin prueba alguna a Blanca I de Navarra. Se realizó una tumba en el presbiterio de la iglesia donde se introdujeron estos restos.

Sin embargo, con el objetivo de aclarar la autenticidad de los restos de su hijo, el Príncipe de Viana, se le realizó una prueba de ADN Mitocondrial al príncipe y se contrastó con otra prueba de ADN Mitocondrial realizada a los restos de su madre, supuestamente enterrada en la iglesia de Santa María la Real de Nieva.

Esta prueba fue presentada en Poblet, el 9 de septiembre de 2008. Su resultado demostró que eran falsos los restos del príncipe y por consiguiente los de su madre. 1920

A día de hoy, ni la iglesia ni el gobierno local y autonómico han corregido lo que al principio fue craso error>. 

Puntualización.

A quienes sostienen la pérdida de los restos del Príncipe de Viana les digo que están en lo cierto, pero que han de tener en cuenta, consideren, que la prueba no se realizó en él, sino en la archiduquesa de Austria, Johanna de Habsburgo, décimo quinto hijo de la reina Ana de Jagellón-Foix y Fernando de Habsburgo  Esta cuñada de Carlos I de España nació en Praga el 24 de enero de 1547, en pleno Concilio de Trento, y murió en Florencia el 10 de abril de 1578 a los 31 años de edad, al caer de una escalera en avanzado estado de gestación de su octavo hijo. 

La no rectificación posible.

En otra página, la correspondiente al Ayuntamiento de la localidad segoviana de referencia, he leído con espanto e indignación estas líneas descomunalmente aberrantes: 

< En abril de 1441, estando de paso en la localidad, falleció allí la reina Blanca I de Navarra, por lo que fue enterrada en la capilla mayor de la iglesia de Ntra. Sra. de la Soterraña. Sus restos permanecieron allí, en contra del deseo expresado en su testamento de ser trasladada a Ujié, y con el transcurso del tiempo se olvidó su ubicación, hasta que la tumba fue descubierta durante unas obras de restauración en 1994>. 

Es suma de incongruencias, de falta de conexión, incluso en la faceta gramatical. Por ejemplo, no manifestó su deseo de traslado alguno, lo que significó es su voluntad de ser enterrada en Ujué. Algo más apunto en cuanto a la falta de propiedad gramatical, y es que el hecho de fallecer en el pueblo no implica que inevitablemente se haya de ser enterrado en él. Ni en aquella época ni en la nuestra. (Por ejemplo, en Santa María de Nieva murieron los padres y una hermana de mi abuelo paterno y éste los enterró en la Sacramental de San Justo, de Madrid). Por otra parte, el autor de este texto propagandístico, de auténtico marketing, supongo sabrá que in illo tempore, en aquel tiempo, no existían los cementerios, se enterraba a toda persona en la iglesia. El privilegio por razón de clase social radicaba únicamente en el sitio del templo. 

Probabilidad de pertenecer los restos que contiene el sepulcro a doña Inés de Ayala.

Que existe esta contingencia es sostenida por la líder del Proyecto Poblet Ab inicio de dar al traste con el cuento chino del mismo lo expuso, el alcalde, pues,  no lo ignoraba, pero de que no se trataba del difunto por él elegido no quería saber nada. No era conditio sine qua non, condición indispensable, para llevar a la realización una prueba de ADN tener acceso a la osamenta recogida en el sepulcro, contaba con pruebas afines. Falló por la crisis. Es esta una idea que no se ha abandonado.  Bien vale la pena por tratarse de una dama muy importante. 

La profesora de Historia e historiadora,  Balbina Caviró Martínez,  fallecida el día 4 del pasado mes a los 93 años de edad, en su escrito 'Inés de Ayala', estudia profundamente su linaje. Viene al encuentro de nuestra tesis en cuanto expone acerca de la vinculación de dicha relevante señora con Catalina de Lancaster y Santa María de Nieva. De ello escribe: 
Pero el lugar tampoco fue propició para doña Inés que el 3 de junio de 1403, en trance de muerte, dicta allí un codicilio, conservado juntamente con el testamento, en Santo Domingo el Real. En él dispone que su cuerpo sea puesto en depósito en este monasterio de Santa María de Nieva, del que nunca debió ser trasladado a Toledo.
Y ahora viene el punto clave
Este dato, inédito hasta ahora, era desconocido, incluso, para  la comunidad toledana.  Como hipótesis cabe pensar que los restos de mujer encontrados en Santa María de Nieva hace unos años no pertenezcan a la reina Blanca de Navarra,  como se sospechó sin fundamento,  [el subrayado es mío], sino a nuestra Inés de Ayala. 
Murió doña Inés de Ayala en este lugar segoviano,  porque amiga de la reina solían ella y su hija Mencia acompañarla. Doña Catalina de Lancaster solía hospedarse en el alcázar de Segovia. Era  patrona de las iglesias de Santa María y Santa Ana  donandolas, en 1399, a la orden de Predicadores,  que levantó  un convento, habitado posteriormente por dominicas. De aquí se deduce el bastante contacto que tuvo con el pueblo, el cual debe su fundación a ella y a su esposo, Enrique III el Doliente. Existe la tendencia de adjudicar la fundación solamente a la reina.  La susodicha profesora en su escrito sobre el linaje de doña Inés de Ayala nos dice:
Inés de Ayala, ya viuda, llegó a vivir junto a los monasterios de Santo Domingo el Real y Santa Clara, muy cerca de su  hija Teresa y de su nieta María de Ayala o Castilla, prioras sucesivas del primero de estos conventos. Su hija Teresa vendió unas casas a Catalina de Lancaster, que luego cedió al convento de dominicas, dala mucha relación que tuvo a través de doña Inés, su hija Teresa y su nieta María, hija del rey don Pedro. La primera fue aya de la infanta María de Castilla, hija de Enrique III y Catalina de Lancaster, y con el tiempo esposa de Alfonso V el Magnánimo. 
El P. Florez, en sus 'Memorias de las reinas católicas de España', lo corrobora, indicando con base en la Historia de Santo Domingo, de Hernando del Castillo, manifestando que el quedar viuda de don Juan Núñez de Aguilar, sin tener sucesión, 'se volvió a Toledo donde ya su hija doña María era religiosa en Santo Domingo el Real. Refiere literalmente: 
... doña Teresa compró unas casas junto al monasterio, donde vivió algún tiempo muy recogida, hasta que resolvió entrar religiosa con la hija, y ambas fueron prioras. Esta hija del rey, doña María, se halla mencionada en la Crónica del re don Juan II, en el capítulo LV del año 22, con la madre doña Teresa, que era priora en 1422, y el rey hizo que ambas concurriesen en aquel año a Illescas para asistir al primer parto de la reina doña María, y a los dos años siguientes fallecieron madre e hija, como expresan los epitafios que tienen en aquel real convento.
Los transcribe y transcribimos:
Aquí yace la muy noble señora doña Teresa de Ayala, priora de este monasterio, hija de  don Diego Gómez de Ayala, alcalde mayor de Toledo, y de doña Inés de Ayala. Murió a últimos de agosto del año 1424. 
Y el de la hija, fallecida pocos días después:
Aquí yace la muy noble señora doña María, hija del  magnífico rey don Pedro, que fue monja en este monasterio. Murió a los diecisiete días, en septiembre del año 1424.  
Dejemos a Teresa de Ayala y a María de Castilla enterradas en su convento. PERO. ¿Dónde están los restos de Inés de Ayala? Como dama principal  de la historia de Castilla la enterrarían en  Santa María de Nieva en lugar preferente. Entre su muerte y la de la reina Blanca I de Navarra hay una diferencia cronológica de diecinueve años, lo que va de 1402 a 1441, Puede ocurrir que los restos no sean tampoco de doña Inés de Ayala, ya digo que es mera probabilidad. Tampoco lo asegura la Sra. Ibars. 

Lo seguro a lo largo de más de una década es la confianza, garantía, de que son restos mortales ignorados los que guarda el arcosolio, que es una falsa tumba de quien se atribuye. Siempre sin fundamento, y desde el tiempo indicado con osadía inaudita.  

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