jueves, 4 de enero de 2018

JESUCRISTO (Primera parte)

                                                                     


Ya en estas fechas navideñas traté otrora -en prensa de papel- de Jesucristo según los Evangelios; en las de esta Navidad vuelvo a hablar del Hijo de Dios, y esta vez en varios aspectos. 

Se ha de partir siempre de de una de las tres Virtudes Teologales que nos presenta la Iglesia caólica, la primera, la fe -las dos restantes son esperanza y caridad- . La fe y la esperanza se proyectan al Más Allá, la caridad se ha de practicar en este mundo. Que ésta malamente se practica, es evidente, como asimismo que no se halla en relación directa con la fe, pues hay personas ue dicen poseerla  y, no obstante, carecen de caridad, mientras que otras no creyentes son fundamentalmente buenas, caritativas; en suma, no dice nada en cuanto a la moral y sentimientos ser o no hombre de fe. No debiera ser así, pero lo es. y a pesar de que no se trata exclusivamente de cumplir un mandato divino, secundado por la Iglesia, sino de la Ética. Es incontrovertible que, aun teniendo fe, se incmplen los Mandamientos de la Ley de Dios, en pos de nuestro egoísmo y pasiones en el enclave del mundo, demonio y carne, los tres enemigos mortales del alma. ¿Que la Religión es un freno? En mucho frena mal, y en la mayoría no funciona en absoluto. No hablaré del fariseísmo existente -que no deja de imperar en la humanidad la hipocresía en todo-, lo haré preferentemente, dentro de cierta complejidad de facetas, de Jesucristo Dios y Hombre.

Se ha negado la existencia de Jesús, o, en otro caso, se han tejido versiones, más o menos distande a la proclamada por la Iglesia. Veamos acerca de su realidad histórica, que no literaria. Contra tal proceder expuso el P. Laburu en una de sus 'Conferencia cuaresmalesen la catedral de Madrid, año 1933. -pese al mucho tiempo transcurrido la cuestión continúa iigual o peor visto desde la Iglesia- que hemos de abbrir los ojos, disipar tinieblas de afectividades perturbadoras, y paró mientes en Jesucristo en le Historia. 
Aparece -dijo- Jesucristo en pleno marco de Historia. Nacido en tiempos de Augusto, muerto en el de Tiberio, vive Jesucristo en la misma épocahistórica de Filón el judio, que Tito Livio, que Séneca, que Virgilio. Su vida pública se desarrolla toda entre personajes históricos. En el año décimo quinto del Imperio de Tiberio César, gobernando POncio Pilatos la Judea, siendo Herodes  tetrarca de Galilea, en tiempos de los sumos sacerdotes Anás y Caifás..., hace Jesucristo su primera aparición pública. No es la figura legendaria, vaga, que que se oculta entre sombras de tiempos prehistóricos y vive en sitios desconocidos y fantásticos. [...] Su figura es viviente tangible, realísima.
En apoyo cita a un apóstota de la fe -A. Loist- que, sin embargo, escribió en 1903:
Jesús viviente trata con los vivientes; el mundo que se ve agitar a su alrededor, es un mundo real ; los personajes que  allí se dibujan  tienen relieve de su existencia y de sus caracteres individuales; la vida está llenándolo todo, y, con la vida, la verdad de la representación histórica.
Pasa seguidamente el célebre orador religioso a ocuparse de de las fuentes históricas para el conocimiento de Jesucristo, es decir, de los Evangelios, sin atender, por supuesto, a otros que no sean las adoptados por la Iglesia, y va tratando de Jesús, de su vida, y milagros a través de estos cuatro textos conocidos. Termina exaltando tales libros del Nuevo Testamento:
Ante nosotros se ha presentado Jesucristo con una realidad histórica en sus fuentes, de tal valor crítico que ante los técnicos especialistas  de años de investigación minuciosa , no existe en el mundo de la literatura clásica libros que tengan históricamente posición más privilegiada que los Evangelios. Y esas fuentes, de valor inconcuso, nos han presentado  a Jesucristo con declaraciones limpias, diáfanas, sobre su Persona, y con pruebas en número y calidad  en absoluto convincentes. Ese es Jesucristo en la Historia. 
Hace una especie de simbiosis o de unificación entre la personalidad, su etopeya o descripción de carácter, acciones y costumbres, de que ampliamente informan los Evangelios, pero fuerza es declarar, y así lo declaro, que apenas dan su biografía. Sí que le entroncan con la Historia. Fácil es enmarcarle en ella; ahora bien, lo cierto y patente es que, como dice un erudito  de nuestros días en materia de sectas y, por ende, de religiones 'es tan poco lo que se sabe acerca de su vida real que muchos investigadores siguen albergando serias dudas acerca de su historicidad. Pero esta parquedad de datos se da en otras figuras de la Historia -de la propiamente dicha, de la Historia de la Literatura, y otras- , tal como de algún poeta clásico, si bien que de ellos quedó algo de su obra, pero Jesucristo no escribió nada. Leamos lo que sobre el particular escribe el aludido director  del Equipo Multidisciplinar para el Asesoramiento y Asistencia en Problema Sectarios:
En las fuentes paganas (Tácito y Suetonio) solo se encuentran algunas vagas referencias informando de que en el siglo II era común la creencia de que Jesús había sido un personaje real. En las fuentes judias antiguas solo se  m enciona brevemente a Jesús  en el Talmud y  en unos pocos pasajes de la obra del hitoriador Flavio  Josefo [...] Dado que los Evangelios se empezaron a escribir unos cuarenta años después de la desaparición de Jesús, parece bastante razonable descartar la hipótesis de la pura ivención del personaje , puesto que cuando se recogió la tradición oral sobre Él era aún escaso el tiempo transcurrido desde sus días a la memoria colectiva  -en especial la de los oponentes- hubiera denunciado públicamente el embuste. Aceptemos, pues, historicidad de Jesús.
Después de señalar la existencia de Jesucristo  -negada rotundamente por Fernando Sánchez Dragó en su libro 'Carta de Jesús al Papa'. e igualmente en una segunda parte escrita por Javier Sanz  y él, titulada  'Respuesta a la Carta de Jesúa al Papa'- paso a su cronología al hilo de la Historia. 

No hay más datos del nacimiento de Jesús de Nazaret que lo indicado por Mateo y Lucas en sus respectivos Evangelios. Pero ambos se contradicen, e incluso Lucas a sí mismo. En consecuencia, existe una diferencia de diez años. Mateo apunta que tuvo lugar en Belén de Judea, reinando Herodes (2.:1), por tanto antes del año 4 a. C. , y que José y María se establecieron en Galilea después del nacimiento de Jesús. Lucas expone que 'por aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, mandando empadronarse a todo el mundo. Éste fue el primer empadronamiento hecho  por Cirino. gobernador de Siria; y todos iban a empadronarse, cada cual a la ciuad de su estirpe.  José, pues, como era de la casa y familia de David , vino desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, en Judea. para empadronarse con María, su esposa, la cual estaba encinta Y sucedió que, estando allí , le llegó la hora del parto.  Y dio a luz a su hijo primogénito, y envolvió en pañales, y recostole en un pesebre : porque no hubo lugar para ellos en el mesón'. (Lc. 2, 1:17. Me sirvo de la Biblia Editorial Apostolado de la Prensa. 

He aquí la faceta en que el antes aludido autor clarifica, en pos de hallar fechas correctas de la vida de la vida de Jesucristo, la contradicción en que incurre el evangelista de referencia: Dado que en censo a que se refiere Lucas fue llevado a cabo por Publio Suplicio en el año 6 -7 d. C. -y solo se aplicó en Judea (súbdita de Roma) y no en Galilea (que dependía det tetracar Herodes Antipa), según consta en la crónica historica de Flavio Josefo, parece claro que esta fue la fecha del nacimiento de Jesús. Pero, sin embargo, si hacemos caso a unos versículos anteriores del propio Lucas, en los que trata esta de la anunciación a la madre de Juan Bautista y a la de Jesús, vemos que sitúa ambos con seis meses de diferencia (Lc. 1, 26) "en los días de Herodes, rey de Judea" (Lc. 1 5), monarca que murió en el año 4 a. C. De esta forma, un mismo evangelista, en las en las cuatro primeras páginas de su texto, dató el nacimiento de Jesús en dos fechas separadas entre sí un mímo de diez años.

Realmente se ignora el año de nacimiento carnal del Hijjo de Dios, y aún menos se puede precisar el día. ¿Por qué se elige el 25 de diciembre? Tampoco se sabe a ciencia cierta , pese a lo mucho que se ha especulado sobre ello. Se ha dicho que se debe a una Saturnalia romana de diciembre; también se atribuye la elección de fecha a la fiesta solar de Natalis Invicto (Nacimiento del Invicto -el Sol- ), que poco más o menos coincide con el solsticio de invierno. La costumbre arraigó y persistió en la cristiandad, sin que constituya regla general, pues los nestorianos (los que seguían el nestorianismo, herejia del siglo V difundida por Nestorio, patriarca de Constantinopla, que profesaba la existencia de dos personas en Cristo, separando en Él  la naturaleza divina de la humana) no aceptaron la festividad de la Navidad hasta el siglo XIV, y los armenios no la celebran. Celebran el día de la Epifanía, en el que también conmemoran el Bautismo de Cristo.  

La fecha de nacimiento de Cristo, que ahora es el 25 de diciembre, varió hasta el siglo IV en la Iglesia Occidental, y hasta el siglo V en la Iglesia Oriental. En Egipto y Grecia se celebraba anteriormente la Navidad el 6 de enero, y en otros países el 20 de abril. En Occidente se adoptó la fecha de 25 de diciembre desde el siglo IV. 

De los Reyes Magos, en cuya fecha nos encontramos en este 2018, recordemos (Mat. 2:1  - 12)  que no existe fundamento histórico para tenerlos por reyes; quizá ean sabios en ciencias naturales, especialmente en astrología. Se ignora su país de origen, así como el número. Se dice que fueron tres por tal número de regaloshecho al Niño: oro, incienso y mirra. Se quiere ver en estos tres regalos una significación mística : oro, como rey; incienso como Dios, y mirra como hombre.   
                                                                               

1 comentario:

  1. La ascensión de nuestro señor Jesucristo es lo más hermoso que pudo regalarnos la Biblia, nosotros podemos complementarla con unas bellas oraciones, recuerden que rezar enriquece el alma.

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