lunes, 14 de marzo de 2016

Superficial comentario sobre la política y los políticos

La hipocresía exterior, siendo pecado en lo moral, 
es grande virtud política. - Francisco de Quevedo - 

Todo aquel que haya leído lo que de la magistral obra de "Tratado de la República", de Cicerón, ha llegado a nosotros -mutilada-, conoce el análisis que hace de las formas de gobierno basadas en la república -res publica-, cosa pública, del pueblo-, monarquía y aristocracia. No cree que ninguna de ellas pueda ser perfecta, sólo tolerable y aplicándose según convenga, ya que las tres tienen sus inconvenientes: el estado popular, porque tiende a no admitir los méritos que deben hacer distinción de persona, a la inicua igualdad; a la monarquía -claro está que se refiere al rey absolutista-, poeque la persona apenas tiene derechos, y la aristocracia -lo mejor de la clase, tal significa etimológicamente la palabra-, o ciudadanos elegidos, por correrse el riesgo de caeer en la pandilla, la facción. Por ello establece un sistema formado por las tres, y así concluye afirmando: "Gústame que el Estado tengaalgo de majestuoso y real, que los grandes tengan representaciónen el poder y que queden reservadas algunas cosas al juicio y decisión del pueblo". Aboga por este equilibrio entre las clases sociales. 

Al equilibrio deberían tender todos los regímenes políticos (el poder político de la aristocracia desapareció, ¡pero dio tanta guerra enla Edad Media!) -unos más que otros-, dificultándolo el hecho de que cada uno arrimamos el ascua a nuestra sardina o, como dice otro refrán, "cada uno quiere llevar el agua a su molino y dejar en seco a su vecino". Soliendo regir el egoísmo todos los actod de los hombres, es difícil el arte de gobernar con rectitud moral e igualmente difícil y desagradable -siendo de rectitud moral y recto juicio-ser político, arribando a la política con idea de servir, no de servirse de ella,  no todo es bienestar y honores para ellos, han de sufrir, como todos sabemos por la Historia y lo vemos en la Vida, ataques a su actividad política, reproches, críticas adversas, bien si merecidas pero mal si son injustas. Dar gusto, beneficiar a todos es imposible, siempre ha de haber descontentos, enemigos. La base de esta sempiterna circunstancia está en que no hay política que que pueda crear una Economía que permita a todos los habitantes de un país -sería el país de Jauja- ser un nabab, sino que, como reza el dicho vulgar, pero que encierra una certeza inmutable, siempre habrá ricos y pobres. Ricos, ya de cuna, ya por los propios méritos,o ambos motivos, ya por capricho de la suete, pues sabido es que hay ricos sin méritos como hay pobres con ellos, mas esto se halla, en principio, fuera del temade la ciencia política, corresponde a otras materias. Apuntaré de pasada que en una nación de tan alto nivel de vida, lo que se ha dado en llamar sociedad de bienestar, como es Norteamérica, existe una amplia y radical pobreza como todos sabemos. 

En lo que afecta a los políticos, a su conducta, tampoco es nada fácil librarse de la innata ambición humana, y me refiero a la innoble, de aquí los que caen en la corrupción. No es cosa de nuestros días y a escala nacional, tal evento se dio en la Historia Universal. No lo evidenciaré presentanto múltiples ejemplos en distintos países a lo largo de los siglos, supone algo así como la conocida anécdota de San Agustín y aquel niño que quería meter el mar en un hoyo; el tema es inagotable, porque hay, en todas sus variantes, un océano de ladrones.Pero sí recordaré alguno de nuestra Historia. Y 'para muestra basta un botón', según se dice.

Muy conocido es hasta qué punto perjudicó al valido de Juan II de Castilla su desmedida ambición, sus virtudes e idudables méritos se vieron alcanzados se vieron eclipsados por las riquezas que llegó a atesorar y que generaron una especial envidia, pues no fue otra la causa fundamental que al canciller don Álvaro de Luna llevó al patíbulo. Saltando los siglos, fijémonos en otro célebre favorito, el del rey Felipe III, aquel don Francisco de Sandoval y Rojas, marqués de Denia y duque de Lerma (en Lerma, Burgos, tenía su corte, hoy día su ruinoso palacio se rehabilitó para destinarle a Parador de Turismo) al que sólo le preocupó acumular títulos, que es decir también dinero, el que a los mismos acompaña, pero tanto dispendio del rey, tantas mercedes y permisividad para... "medrar", llegó a traer una depuración administrativa y entonces de mucho le sirvióel capelo cardenalicio. Se diji: 
El mayor ladrón del mundo,
por no morir ahorcado
                                                              se vistió de colorado. 
No obstante tuvo que restituir al Tesoro una importante parte de lo que le había usurpado e irse a su feudo, mientras en la privanza le sucedía su propio hijo el duque de Uceda, que en nada le enmendó la planaciertamente. Citemos, asimismo, al mangoneador del gobierno del tal duque de Lerma, quien igualmente sólo se interesó en aumentar su patrimonio, don Rodrigo Calderón,marques de Siete Iglesias, el cual por sus señalados "méritos" fue decapitado en Madridy que es el de la célebre frase: "Tienes más orgullo que don Rodrigo en la horca". 

No trato de anatematizar a los políticos -ellos se bastan-, ¿ha habido alguno decente por excepción? Apenas, pero sí alguno. No lo es, desde luego, el que sigue el que sigue a Nicolás Maquiavelo, a pesar de lo aparentemente brillante que haya sido su hacer político. Ya no es el manual del perfecto gobernante la célebre obra del citado florentino. Con la consolidación del poder real, sin trabas de la nobleza, ni de los plebeyos, ya el lema era: Voluntas regi, suprema lex, voluntad del rey, suprema ley. Y el de la corona: Quod principi  placit , legis habet vigorem,  lo que al príncipe place, lo han de poner las leyes en vigor. Menos mal que sucederían las monarquías constitucionales, si bien ha habido rey que disimuló enterarse de que era monarca tal. De mucho tiempo a esta parte ningún político ha seguido a pies juntillas el texto "El Príncipe", tan admirado por Napoleón y en el que su autor formó su doctrinas en las políticas que contempló centradas en el engaño y la maldad, y así, por ejemplo, expone: 
Siendo mi intento escribir una cosa útil para el que la entieda me ha parecido más conveniente aspirar a presentarla como es en verdad, que mal la pinta la imaginación. Muchos se han figurado repúblicas y principados que jamás han existido; pues hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que el que deja lo que e hace por lo que debería hacerse, consigue más bien su ruina que su conservación: en efecto, el hombre que trata de portarse siempre cual cumple a una persona honrada, por precisión ha de arruinarse en medio de tanta picaresca. Conviene, pues, al príncipe que quiera sostenerse, aprender a ser malo, obrando luego o no obrando, como tal, según la necesidad lo exija.
No todo es desechable en esta obra famosa obra. Es obvio que ni al príncipe ni a nadie le conviene ser enteramente bueno. Varias veces, hablando de tal o cual aspecto de la humanidad, de la sociedad, cité este aforismo de Camón Aznar: Hombre bueno. Entrega el cuerpo y el alma al canibalismo del mundo. Algún día versaré exclusivamente sobre el maquiavelismo; reminiscencias quedan en la política interior -así la 'expropiación forzososa' y, en más medida, en la exterior. El engaño del gobernante al gobernado debería quedar desechado en nuestra altura cronológica y legal. Pocas cosas hay que produzcan tanto escepticismo y pesimismo como la política y los políticos, y aun por parte de personas que no son por naturaleza escépticas y pesimistas, ya no digamos por quienes lo son. 

Un extraordinario poeta, ensayista, novelista y autor dramático de nuestros días, Antonio Gala, ha lanzado los más duros asertos, significando en primer lugar la suciedad de la política: Por muy sucia que se imagine uno la política, siempre lo es mucho más. Y nada más sucio que la mentira, y de ésta está impregnada: El descrédito -dice el mismo autor- se les supone a los políticos como el valor a los soldados.  Este polifacético escritor, que es licenciado en Derecho, Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Económicas, entiende que:
Leer Historia en el sentido de la historia política entristece y desgana. Primero, poque ésta sólo menciona lo que sobresale, y sólo sobresalen las ambiciones y los delitos y las calamidades. Segundo, porque exige que nos informemos de que un grupo -más numeroso, o con armas más nuevas, o mejor alimentado- mate o derote a otro grupo -más escaso, o menos armado, o peor nutrido- Yo continuo estando el lado de Platón, que zahiere a los políticos por llenar Atenas mueles, naves, ejércitos y otras tonterías en vez de instaurar el propio dominio, el propio conocimiento y la honradez.

Sabido es el antimilitarismo de Antonio Gala, cómo se rebeló y escribió contra el mismo, en especial contra  el absurdo llamamiento a filas, de la población civil, dañando a la misma, con la formación de soldados de leva al que debía sustituir, y sustituyó, el profesional. Ya sólo es admisible bajo el concepto que en la actualidad de avante técnico se ha de tener -soldado profesional-, ya está muy lejos la república de Esparta, de la que Pelletan dice: "Esparta era un pueblo al aire libre bajo el régimen del rancho". Hay que pensar que ya está erradicado el militarismo -debe ser así universalmente-, que sustentado estuvo por el imperialismo, tiempos de la  Alemania de Federico el Grande, por no citar también a Hitler -ya está citado-; de Gustavo Adolfo, de Suecia, de Pedro III, de Rusia, y del mismísimo Napoleón. Sabido es que, como dice Jhon Dryden, la guerra es el oficio de los reyes. (Y digamos entre paréntesis que a Napoleón el Grande le sedujo ser emperador, y tal se auto-proclamó.).

El gobierno de un Estado pertenece a la política y la diplomacia, sin omitir a la sociedad civil.  lo militar tiene otra misión. No obstante,el siglo XIX es el de los espadones, el de los pronunciamientos militares, que se justificaron, más o menos, por un caos político. Y en el siglo XX, y en España, la Guerra Civil, que tan poco ha carecido de tratar de disculpar mediante fracaso político. Cuestionable. ¿Perro acaso las dictaduras militares vienen a mejorarlos? ¿Está en ellas la flor de la política y de los políticos?  Hoy día, y sigo citando al autor de referecia, 
creer que el ejército esla nación en armas , huele a guardarropía mandada retirar; creer que es una casta huele ya por lo menos a Nabucodonosor. El Ejército  -mínimo- habrá de estar constituido por especialistas profesionales que sepan conducir con tino, en caso de agresión, las armas tecnológicas Y que, durante la paz, estén, como esa tecnología, al servicio de la colectividad.
He hecho alusión a "tratado de la República" de Cicerón, y no puedo dejar de sacar a colación otro texto básico , me refiero a "La Política", de Aristóteles. Es un verdadero tratado, cuyas eneñanzas resultan válidas actualmente. Pero, ¡ay!, la política no es una ciencia exacta, llevarla a la práctica es sumamente dificultoso, lo que a uno beneficia, a otro perjudica -y no es ético, ni lícito, beneficiar a unos perjudicando  a otros, aunque sea muy practicado por los políticos, máxime por la 'casta política'  de nuestros días, tan detestable, tan detestada. 

Que "cualqier tiempo pasado fue mejor", cual proclama Jorge Manrique, sólo es cierto, y en este sentido lo dice él, bajo el prisma de la poesía y en comparación con la juventud perdida y en la última recta del camino de nuestra vida, pero en política no puede decirse que la funesta que no toca sufrir, y muchos siendo auténticas víctimas de la misma, no tiene antecedente. Sí es evidente que vivimos una política de las peores con unos políticos de número insostenible -nunca hubo diecisiete gobriennos- como también resulta un tanto novedoso la extensión de la corrupción, en cuanto trincar, ya que se extiende del más alto político a un alcalde de pueblo. 

Libertad, Igualdad, fraternidad.

Es un engañoso canto de sirena este lema, sea de la Revolución Francesa o de la Masonería. La libertad a la medida del gobierno de turno, la que le plazca conceder, mientras él queda gozándola plena -la Justicia la pone a sus órdenes -¿por qué no la independencia de ambos Poderes?-. La libertad política -Albert Einstein dice- implica la libertad de expresar la opinión política que uno tenga, oralmente o por escrito, y un respeto tolerante hacia cualquier otra opinión individual. No olvidemos que Rajoy pretendió cortarla de raíz. ¿Igualdad? Es una utopía; con que fuéramos iguales ante la ley, como proclama la Constitución, podíamos conformarnos. La Pantoja fue a la cárcel por similar delito a la infanta Cristina, a quien la acusación Manos Limpias solicita ocho años de prisión. ¿La pisará? ¿Y el "virrey" de Cataluña, Jordi Pujol, el ex vicepresidente del PP, Rodrigo Rato,y tantos otros? ¿Fraternidad? La fraternidad es una de las más bellas invenciones de la hipocresía social, que dice Gustavo Flaubert. En sociedad no existe; lo expone bien Antonio Machado: De lo que llaman los hombres virtud, justicia y bondad, una mitad es envidia, y la otra no es caridad. 

Jamás la indiferencia hacia la política.  

No basta tener compasión  con los amigos; por ejemplo, Rajoy compensando con largueza a Ana Mato a causa de tener que dimitir al verse señalada de corrupta. Pero, ¿qué caridad emplea cuando coge las tijeras para recortar? Pues únicamente con los políticos, porque no recorta sus exorbitantes sueldos. No caridad con la sociedad, a la que hacen pagar los vidrios rotos de ellos, pero con los amigos y familiares.... Filantropía, o amor al género humano, nula.   Actualmente tenemos la noticia de la patente ilegalidad -se le acusa de tantas- de que el expresidente Rodrigo Rato dobló año tras años el sueldo a su cuñado en Caja Madrid y en Bankia.¡Qué caridad tan sui generis!

La política y los políticos motivan escepticismo y pesimismo al más pintado, pero no por ello se le ha de dar la espalda, lo que es tan beneficioso al político como perjudicial al ciudadano, aparte de que la sociedad ha de controlarlos, que es, precisamente, lo que ellos afectan ignorar, viniendo a pensar, figurarse, creer, algo así como, "que me voten, y, una vez que sea presidente, que me dejen en paz para hacer mi voluntad". Sí, aunque sea traición, con relación a lo ofrecido electoralmente, al canto., inmediata y efectivamente. Nadie puede servir mejor de ello como paradigma que Mariano Rajoy. 

Numerosos son los autores que desde Platón a nuestros días han reprochado la indiferencia hacia la política; él decía que el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres. Finalmente cito, y con ello pongo fin, estas líneas de Ortega y Gasset, en su conocidíma obra "La rebelión de las masas":
Cuando alguien nos pregunta qué somos en política o, anticipándose con la insolencia que pertenece al estilo de nuestro tiempo, nos adscribe a una, en vez de responder, debemos preguntar al impertinente qué piensa él que es el hombre y la naturaleza y la hitoria,qué es la sociedad y el individuo, la colectividad, el Estado el uso, derecho.Los políticos se apresuran a apagar las luces para que todos estos gatos resulten pardos.  
                                                                          


                  7

No hay comentarios:

Publicar un comentario