Me gusta la gente con criterio, la que no se avergüenza en reconocer
que se equivocó o que no sabe algo.
La gente que al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por
no volver a cometerlos.
- Mario Benedetti -
¿Me decepcionará el cura párroco de Santa María la Real de Nieva? De momento no ha reconocido que se equivocó al contestarme por no saber. Tras mi artículo quedó informado, otra cosa es que se dé por enterado, que no acepte su error. Ya sabe que no se puede afirmar que los restos que contiene el arcosolio de la iglesia son atribuidos a Blanca I de Navarra. Tal atribución es imposible desde el resultado que arrojó la prueba genética, demostrando que ni la parte ósea encontrada del Príncipe de Viana, en Poblet, ni el esqueleto atribuido a su madre, en Santa María la Real de Nieva (Segovia), corresponde a made e hijo. Falsos, pues, los restos de aquel monasterio y los de la iglesia de la localidad segoviana. Se supone, por el equipo científico que practicó el ADN mitocondrial, a quien puede pertenecer la osamenta encontrada en 1994 al efectuarse una obra de albañilería en la iglesia parroquial (antaño oficiaban también los dominicos en la capilla de su colegio) por el contratista Carlos Santos, residente en aquel tiempo en Cobos de Segovia, y siendo párroco el sacerdote José María Martínez Nieto.
Al principio se dieron por auténticos y se organizó la marimorena por la posesión de los restos. Navarra los rclamaba en virtud del testamento de la reina, en él expresa su voluntad de ser enterrada en el pueblo navarro de Ujué, iglesia-fortaleza de Santa María, mientras Segovia alegaba tener derecho a que quedasen en la provincia donde están desde que murió. Navarra se retiró del pleito al quedar demostrado que los restos no son de doña Blanca. ¿Por qué Santa María la Real de Nieva al no poder continuar sosteniendo que la osamenta es de la mencionada reina, se refugia en que son atribuidos? Repito, y nunca se repetirá lo bastante, que ni siquiera cabe la duda que implica la atribución. Ha quedado descartada toda especulación de la Historia tendente a presentar los controvertidos restos como los de la hija de Carlos III el Noble y de su esposa Leonor de Trastamara, hija ésta de Enrique II el Fraticida y de su mujer Juana Manuel de Villena, abuelos maternos de doña Blanca. Por parte paterna lo son Carlos II el Malo y Juana de Valois.
Nada que ver esta familia con el sepulcro en cuestión, y digo en cuestión por la increíble obcecación de la localidad segoviaa de no aceptar el hecho inequívoco de que los restos no son de Blanca I de Navarra. Realmente se acabó la cuestión al darse el hecho de que desapareció el punto o materia que fue dudoso o discutible. Por la Historia nunca se pudo afirmar ni negar que el esqueleto encontrado correspondiera a la susodicha reima., no obstante hubo más de uno que tan ignorante como osado lo afirmó, ya reza el dicho que la ignorancia es muy atrevida. Perdonable es lo que puede basarse en el amor a la tierruca, que tan bien plasma el novelista santanderino José María de Pereda, tal el caso de la conferencia que la ínclita santarieña, Carmen Muñoz García, dio en su villa el 31 de octubre de 1994, como primacia informativa del hallazgo, con el título Referencias históricas sobre la sepultura de la reina Blanca de Navarra en Santa María de Nieva y su relación con los restos hallados recientemente en la Capilla Mayor de la iglesia.
Metedura de pata con increíble obcecación.
Pero es inadmisible, no hay ningún punto de vista que pueda reclamar indulgencia, que a partir del 9 de septiembre de 2008, fecha de presentación del estudio genético, haya habido un santamaieño que afirmó taxativamente que "Los restos de Blanca de Navarra descansan en la iglesia parroquial". Para meter más la pata en el artículo así titulado, publicado el 13/9/2008, le inicia de esta forma:
Este sepulcro no tiene otra verdad que la de la muerte. Se pensó, como indiqué antes, a quién pueden pertenecer los restos, y había decisión de contactar con el Ayuntamiento para el permiso de la pertinente prueba, pero la crisis económica dio al traste con este planteamiento. Cabía la duda de que el alcalde de entonces no lo iba a facilitar, y se hubiera tratado de superarlo. La duda, obviamente, nacía del desprecio que ya se hacía del ADN. ¿Cerrilidad o deshonestidad? Por supuesto que la referencia es de una señora muy mportante, de aquí la zona de la iglesia en que fueron encontrados sus restos mortales, pero, claro, menos que la reina que en Santa María de Nieva (la de Segovia, no la de Almería) murió y fue enterrada, algo harto publicado y sabido, aunque el sacerdote con destino en la localidad me exponga: He leído en varios sitios y creo nadie duda que realmente la reina Blanca I de Navarra murió en esta villa y recibió pompas fúnebres, así como entierro en ella. Creo que ahí la historia calla. Salvo que sea de la manga, no sé de dónde saca pater Águeda que la historia calla que murió en esta villa segoviana, fue enterrada en la misma y, antes o después, se le dijo un funeral. Además, si lo ha leído en varios sitios será porque no lo calla la Historia. Es una salida contradictoria.
que se equivocó o que no sabe algo.
La gente que al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por
no volver a cometerlos.
- Mario Benedetti -
¿Me decepcionará el cura párroco de Santa María la Real de Nieva? De momento no ha reconocido que se equivocó al contestarme por no saber. Tras mi artículo quedó informado, otra cosa es que se dé por enterado, que no acepte su error. Ya sabe que no se puede afirmar que los restos que contiene el arcosolio de la iglesia son atribuidos a Blanca I de Navarra. Tal atribución es imposible desde el resultado que arrojó la prueba genética, demostrando que ni la parte ósea encontrada del Príncipe de Viana, en Poblet, ni el esqueleto atribuido a su madre, en Santa María la Real de Nieva (Segovia), corresponde a made e hijo. Falsos, pues, los restos de aquel monasterio y los de la iglesia de la localidad segoviana. Se supone, por el equipo científico que practicó el ADN mitocondrial, a quien puede pertenecer la osamenta encontrada en 1994 al efectuarse una obra de albañilería en la iglesia parroquial (antaño oficiaban también los dominicos en la capilla de su colegio) por el contratista Carlos Santos, residente en aquel tiempo en Cobos de Segovia, y siendo párroco el sacerdote José María Martínez Nieto.
Al principio se dieron por auténticos y se organizó la marimorena por la posesión de los restos. Navarra los rclamaba en virtud del testamento de la reina, en él expresa su voluntad de ser enterrada en el pueblo navarro de Ujué, iglesia-fortaleza de Santa María, mientras Segovia alegaba tener derecho a que quedasen en la provincia donde están desde que murió. Navarra se retiró del pleito al quedar demostrado que los restos no son de doña Blanca. ¿Por qué Santa María la Real de Nieva al no poder continuar sosteniendo que la osamenta es de la mencionada reina, se refugia en que son atribuidos? Repito, y nunca se repetirá lo bastante, que ni siquiera cabe la duda que implica la atribución. Ha quedado descartada toda especulación de la Historia tendente a presentar los controvertidos restos como los de la hija de Carlos III el Noble y de su esposa Leonor de Trastamara, hija ésta de Enrique II el Fraticida y de su mujer Juana Manuel de Villena, abuelos maternos de doña Blanca. Por parte paterna lo son Carlos II el Malo y Juana de Valois.
Nada que ver esta familia con el sepulcro en cuestión, y digo en cuestión por la increíble obcecación de la localidad segoviaa de no aceptar el hecho inequívoco de que los restos no son de Blanca I de Navarra. Realmente se acabó la cuestión al darse el hecho de que desapareció el punto o materia que fue dudoso o discutible. Por la Historia nunca se pudo afirmar ni negar que el esqueleto encontrado correspondiera a la susodicha reima., no obstante hubo más de uno que tan ignorante como osado lo afirmó, ya reza el dicho que la ignorancia es muy atrevida. Perdonable es lo que puede basarse en el amor a la tierruca, que tan bien plasma el novelista santanderino José María de Pereda, tal el caso de la conferencia que la ínclita santarieña, Carmen Muñoz García, dio en su villa el 31 de octubre de 1994, como primacia informativa del hallazgo, con el título Referencias históricas sobre la sepultura de la reina Blanca de Navarra en Santa María de Nieva y su relación con los restos hallados recientemente en la Capilla Mayor de la iglesia.
Metedura de pata con increíble obcecación.
Pero es inadmisible, no hay ningún punto de vista que pueda reclamar indulgencia, que a partir del 9 de septiembre de 2008, fecha de presentación del estudio genético, haya habido un santamaieño que afirmó taxativamente que "Los restos de Blanca de Navarra descansan en la iglesia parroquial". Para meter más la pata en el artículo así titulado, publicado el 13/9/2008, le inicia de esta forma:
Los restos de la reina de Navarra permanecen en la Capilla Mayor de la iglesia parroquial de esta villa, apesar de las informaciones aparecidas estos días que pudieran sembrar dudas, y que se repiten cada cierto tiempo, no sé con qué motivos ocultos. [...] Pienso que estos "restos regios" se merecen un descanso eterno, aunque ya vaticiné que no tardando mucho saldría la polémica nuevamente. No me equivoqué.El escrito, en suma, es de ignorancia, de salirse por la tangente diciendo lo que a su deseo se le ocurre, prescindiendo de reflexionar, y saliendo, por ende, disparates al canto. ¿Continuará pensando a lo largo de estos seis años que son "restos regios"? Tanto por su parte como por la del párroco es alucinante tanta torpeza, tantas salidas por peteneras, tanta indocuntación. ¿Qué decir del intelecto de quien no admite la ciencia y, por consiguiente, nada le dice el ADN mitocondrial? Yo esperaba que el aludido Alfonso Águeda Martín tuviera noticia de esta prueba científica y la respetara aun no tapando la inscripción del "sepulcro de la mentira" por no serle posible a él, si así ocuriere.
Este sepulcro no tiene otra verdad que la de la muerte. Se pensó, como indiqué antes, a quién pueden pertenecer los restos, y había decisión de contactar con el Ayuntamiento para el permiso de la pertinente prueba, pero la crisis económica dio al traste con este planteamiento. Cabía la duda de que el alcalde de entonces no lo iba a facilitar, y se hubiera tratado de superarlo. La duda, obviamente, nacía del desprecio que ya se hacía del ADN. ¿Cerrilidad o deshonestidad? Por supuesto que la referencia es de una señora muy mportante, de aquí la zona de la iglesia en que fueron encontrados sus restos mortales, pero, claro, menos que la reina que en Santa María de Nieva (la de Segovia, no la de Almería) murió y fue enterrada, algo harto publicado y sabido, aunque el sacerdote con destino en la localidad me exponga: He leído en varios sitios y creo nadie duda que realmente la reina Blanca I de Navarra murió en esta villa y recibió pompas fúnebres, así como entierro en ella. Creo que ahí la historia calla. Salvo que sea de la manga, no sé de dónde saca pater Águeda que la historia calla que murió en esta villa segoviana, fue enterrada en la misma y, antes o después, se le dijo un funeral. Además, si lo ha leído en varios sitios será porque no lo calla la Historia. Es una salida contradictoria.