viernes, 18 de julio de 2014

18 de Julio de 1936, ¡ya setenta y ocho años de la Guerra Civil española! Recuerdos de aquel entorno


 A manera de prólogo.

Pretendo presentar una vista parcial del panorama de aquella España de Monarquía abolida, de República ilisionante, la cual fue manipulada y hundida por el comunismo, una guerra fraticida, en este artículo de retazos de todo ello. Y ante todo con la voluntad de ser imparcial, que es carácter que no debe faltar en la Historia aun cuando, por el contrario, en gran medida carece de él. En pro de mi ecuanimidad y con las varias opiniones de historiadores a que aludo, con sus contrapuestos criterios, trato de que impere la ecuanimidad; no me ciega la pasión política bajo cualquier ideal político hay individuos de buen natural e individuos perversos. La verdadera regla -escribió Abraham Lincoln- para decidirse a aceptar o rechazar algo, no es determinar si contiene algo malo, sino saber si tiene más de malo que de bueno. Existen pocas cosas completamente malas o completamente buenas.
                                                                              

El venero de aquella guerra.

Los hechos que constituyeron el fulminante que prendió la guerra civil fue el asesinato el 16 de abril, por un guardia de asalto de Andrés Saenz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera, y en aquella manifestación del entierro del alférez De los Reyes, de la Guardia Civil, es herido el estudiante de medicina José Llaguno Acha por el propio teniente de la Guardia de Asalto  a quien sus guardias le libran de ser linchado.  En represalia de la muerte y el herido,el 12 de julio el oficial es asesinado. Aquella tarde José Castillo  había asistido a los toros con su esposa -se habían casado el 20 de mayo- y tras dejarla en casa, calle de Augusto Figueroa, se dirigía a entrar en servicio, eran las diez de la noche, y apenas había andado unos pasos, a la altura del oratorio de Santa María del Arco disparon contra él cuatro individuos que se dieron a la fuga. Lo presenció Juan de Dios Fernández Cruz, periodista, que le socorrió llevándole a la clínica de la calle Ternera, ingresando cadáver. Ante su féretro la Guardia de Asalto jura vengarle.
                                                                               
Capilla de Santa María del Arco
Horas después, noche del 12 al 13, una camioneta de guardias de asalto se dirige al domicilio de José María Gil-Robles, líder de la CEDA, mas éste se halla ausente, entonces acuden en busta del diputado de Renovación Española, José Calvo Sotelo, que vivía en la calle Velázquez, 89,  quien, dado lo intempestivo de la hora se resiste a salir de su casa, y, engañado, hace confianza en el capitán de la Guardia Civil que va en el grupo, Fernando Condés. Ya en la camioneta, un tal Victoriano Cuenca le dispara un tiro en la nuca, caído del asiento le remata con otro también en la nuca, y siguen camino al cementerio del Este. Allí Condés con otro se dirigen a hablar con los guardias del cementerio, seguidamente sacan el cadáver del suelo del vehículo y lo transportan al atrio del cementerio. Regresan al cuartel de la Plaza de Pontejos, sede de los Guardias de Asalto. 


El crimen perpetrado con Calvo Sotelo decidió al indeciso general Franco unirse a la conspiración dirigida desde la primavera de 1936 por Emilio Mola y secundada por José Sanjurjo, inicia la sublevación este trío de generales, pero quedaría el último solo al morir los otros dos en accidente. de aviación, "el Director" del alzamiento el 3 de junio de 1937 al volar de Vitoria a Valladolid para reunirse con Franco. para tratar sobre la toma de Bilbao y de la ofensiva republicana de Segovia. El accidente de Sanjurjo fue el 20 de julio cuando el aviador Juan Antonio Ansaldo le recogió en Estoril para trasladarle en avioneta a Burgos donde asumiría el mando de Golpe de Estado. Se encontraba, como es sabido, en la mencionada localidad portuguesa como destierro por La Sanjurjada.           

El triste destino de la Segunda República.

A decir de Enrique de Diego, 
Los republicanos, como tal, fueron paulatinamente superados, siempre fueron pocos. En el bando llamado republicano, los republicanos fueron fusilados compulsivamente; por ejemplo, el prtido republicano de Castellón, que allí era hegemónico, es diezmado, fusilados por anarquistas y socialistas, entonces tendríamos que pensar que los socialistas no eran republicanos, en el sentido que le damos, sino que eran de la república bolchevique, y los comunistas no digamos. [...] Planteaban el exterminio de las clases medias. 
Es evidente el chaqueteo del PSOE y para mayor vergüenza permaneciendo en su partido. En su origen fue de la república -no de la española sino de la socialista soviétca- y luego, ¡ya es magia! se convirtió en defensor de Juan Carlos I. Sigamos con la visión del autor de "Historia clara de la España reciente".
El hecho es que el PSOE era un partido totalitario, eso no tiene vuelta de hoja, está absolutamente claro, es un partido que planteaba, pues, la dictadura del proletariado, la sociedad sin planes, era unpartido ortodoxmente marxista, que legitimaba e incluso consideraba propio de la Ciencia, desarrollo de la Historia, el asesinato masivo, el genocidio, por tanto la introducción de esta gran corriente de odio que es el marxismo, según la cual lo problemas sociales se resolverán mediante la violencia y el asesinato. Es, sin duda, lo que lleva a la Guerra Civil. [...] Cualquier injusticia social se resuelve matando a los empresarios, matando a los propietarios, matando a los cristianos, porque son el opio del pueblo, era un partido genocida y totalitario, el PSOE nunca fue democrático, ni planteó ninguna cuestión democrática.
Se puede corroborar con este hecho concerniente a Margarita Nelken aludido por Cesar Vidal.
estuvo a punto de dirigir la matanza de Paracuellos. Si no lo hizo es porque pensaron que Carrillo lo iba a hacer mejor. La dirigente socialista siempre había afirmado muy claramente que había que matar a la gente en masa, ahora se le ha incensado como a tanto criminal de la guerra civil.  
 
Ya hice mención, hablando de la Segunda República española en este blog, de que Manuel Azaña, asqueado de que se perpetraran asesinatos, dijo: "No quiero ser presidente de una república de asesinos", y se ausentó de España. Había llorado la prisión en la Cárcel Modelo y seguidamente fusilamiento de amigo, mentor y correligionario Melquiades Álvarez. Hablando de "El Socialismo" Fernando Díaz Plaja, en Otra Historia de España, hace constar algo muy importante, y es que en la guerra civil fue el partido socialista el que presidió el gobierno desde noviembre de 1936 hasta el final, primero con Largo Caballero, luego con Negrín. En el capítulo anterior, "Los Republicanos" anota puntos de vista tan sustanciales como estos:  
El republicano más famoso del primer tercio del siglo, hombre brilante -"el que parte los ladrillos al pisar", como decía Baroja- se llama Alejandro Lerroux. El prestigio más alto intelectualmente, Azcárate, algo parecido a la figura de Pablo Iglesias de quien comparte el nombre de Piila. [No sé, no lo entiendo, Azcárate se llama Gumersindo] En el género de la novela el republicano se lama Blazco Ibáñez. Y un gran autor -Galdós-, aunque más conocido como novelista, plantea en el teatro su tesis con mayor brillantez que eficacia política. El estreno de Electra, en 1901, alía, para muchos, el concepto anticlerical al de sentir republicano. / Con los desengaños de la Dictadura entrerán en la idea republicana elementos menos extremistas, Miguel Maura,  Alcalá Zamora, Ossorio y Gallardo creen en la posibilidad de  una coexistencia entre sus sentimientos católicos y la República. 
Y error tras error en los republicanos
A últimos de 1930 los republicanos no son tan solo los "comecuras" de la extrema izquierda, están también ex ministros de la monarquía, abogados de fama, aristócratas... Pero el mayor marchamo de responsabilidad se le darán los inttelectuales. Cuando los españoles leen el manifiesto de la "Agrupación al Servicio de la República" quedarán deslumbrados. No es fácil encontrar inteligencias como las del doctor Marañón, A. Machado, Pérez de Ayala y Ortega y Gasset coincidiendo en frases como esta: "La monarquía de Sagunto no ha sabido convertirse en una institución nacionalizada... ha sido una asociación de grupos particulares que vivió, parasitariamente sobre el organismo español, usando del poder público para la defensa de los intereses parciales que representaba...".
Los intelectuales no se encontraron con la República que querían, Ortega y Gasset exclamó: No es esto, no es esto. No deja de consignar Díaz Plaja lo que es harto sabido y súper anotado está:
Cuando la guerra civil, algunos republicanos -Ortega, Marañón, Lerroux, Menéndez Pidal, Baroja, Pérez de Ayala- se exiliaron, y acabaron volviendo a la España de Franco. Los del ala izquierda mantuvieron su fidelidad a una República que no era ya la soñada por ellos. Así Azaña, Martínez Barrio. El primero conservará, a lo largo de toda la guerra, una actitud escéptica respecto al resultado positivo de la lucha, e intentará, con la colaboración de Besteiro, una paz de compromiso con la ayuda de Inglaterra.
Franco, que tenía la victoria asegurada con Alemania, obviamente no aceptó. Adolfo Hitler, que tenía in mente la Segunda Guerra Mundial, se sirvió de la guerra de España para entrenarse belicamente, de modo principal en cuanto a la aviación, la Luftwaffe.  

Tremenda decepción de Alfonso XIII con Francisco Franco.

Esperaba Alfonso XIII que tras la victoria de Franco sería llamado, mas fue disminuyéndose su esperanza apercibiéndose de que, pese a sus buenas palabras, únicamente pensaba en él como el timonel de la España de la posguerra, y de por vida a manera de rey. Acabada la guerra civil claro está que quedó defraudado, pensaba iba a ser ipso facto repuesto y hubo de ver que al puesto no volvería. Franco además le despreciaba olímpico desdén -pasaba de él, como se dice ahora, al mostrar desinterés-. Entra en juego, pues, tanto su ambición personal como ganador de la contienda el hecho de que no entendía, no entendió nunca, lo de "todos los españoles"; para él España se componía de dos clases de españoles: los vencedores, zona nacional, y los vencidos, zona republicana o roja. Por esta idea divisoria le molestó que el ex rey y luego el príncipe de Asturias, Juan de Borbón y Battenberg, le expresaran su deseo de ser rey "de todos los españoles". 

Anteriormente a la guerra incivil, así denominada por Unamuno, escribió Antonio Machado este poema. 
Ya hay un español que quiere
                                                        vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
                                                        y otra España que bosteza.
                                                        Españolito que vines
                                                        al mundo te guarde Dios. 
                                                        una de las dos Españas
                                                        ha de helarte el corazón. 

El dictador Franco remarcó la división de las dos Españas, constituyó en él una obsesión de por vida, como finalmente veremos. Su crueldad con el vencido fue desmedida, si bien es cierto el clásico Vae victis, ay de los vencidos, a soportar lo insoportable, la injusticia que fuere, y el dictador Franco la llevó con los de la zona roja conquistada a extremos ajenos a la guerra; verbigracia, habiendo estado durante la guerra en tal España no se podía acceder a una colocación oficial.     

Como escribe José María Zavala en su artículo "Los Borbones ante la Guerra Civil".
El monarca español se congratulaba por el triunfo de las tropas franquistas, tomando partido así, desde el principio, por lo que él mismo denominaba "nuestra Cruzada", con mayuscula, para demostrar al marxismo y a los mismos que le echaroncon cajas destempladas de España, acusándole de "alta traición", el 14 de abril de 1931.
Continúa el autor exponiendo la adhesión de Alfonso XIII. 
Tampoco pudo controlar su euforia al teniente general monárquico Alfredo Kindelán por su nombramiento como Jefe del Aire con estas significativas palabras: "Todos tenemos que ayudad al movimiento de salvación de España y vencer... ¡Quién pudiera estar con vosotros!
Poco tiempo antes de morir hizo esta especie de abdicación pero sin mentar esta palabra.
Ofrezco a mi patria la renuncia de mis derechos para que, por ley histórica de sucesión a la Corona, quede automáticamente designado, sin discusión posible en cuanto a la legitimidad, mi hijo el príncipe don Juan, que encarnará en su persona la institución monárquica, y que será el día de mañana, cuando España lo juzgue oportuno, el Rey de todos los españoles.
Franco no lo juzgó oportuno mientras vivió; lo pensado por Alfonso de Borbón de Habsburgo-Lorena  se lo pasó por el triángulo de Scarpa, nada significaba para él esta disposición, dado que eliminó a don Juan, eligiendo rey ad libitum y pudiendo cambiar al elegido en cualquier momento que le pareciera, ya por estimar que se había equivocado, ya por motivo que diera el elegido, o él lo entendiera. 

Alfonso XIII anhelante de volver a reinar no dejaba el contacto con Franco ni a sol ni a sombra, pero... 
El 4 de abril de 1937 Franco escribió una carta despectiva a Alfonso XIII: el rey que acababa de donar un millón de pesetas a la causa franquista, le había escrito expresando su preocupación por la poca prioridad que se daba a la restauración de la monarquía; Franco dejó claro que el rey difícilmente llegaría a desempeñar un papel en el futuro, en vista de sus errores pasados. Al acabar la guerra y no restaurarse la monarquía, el rey declaró: "Elegí a Franco cuando no era nadie. Él me ha traicionado y engañado a cada paso". 
Cuando murió, en el Gran Hotel de Roma, no se dieron en la España de Franco  demasiadas facilidades a los españoles que quisieron asistir al entierro y/o funerales, más bien se les dificultó el viaje en la concesión de pasaporte.

También a doña Victoria Eugenia decepcionó el Caudillo.

Victoria Eugenia y Alfonso se aborrecían, no quiero ver más tu fea cara, que le dijera ella como "amorosa" despedida, y muy poco se vieron en el exilio. Por cuestión económica añadida se agudizó el abismo existente entre ellos de tal manera que ella no asistió a la boda de la infanta Beatriz con Alessandro de Torlonia, príncipe de Civitalla-Cesi, ni a la boda de don Jaime con Emanuela  Dampierre, celebradas ambas en 1935. Tampoco a finales de este año al enlace de su único hijo sano Juan con su prima hermana María de las Mercedes de Borbón Dos Sicilias. Así ocurrió, no quería encontrarse con el odiado, mas, no obstante -¡"poderoso caballero es don dinero!, y con la colocación de rey se consigue grandemente-, al acabar la guerra hubo un aparente acercamiento entre ellos, abrigando la idea de que Franco les repondría en el trono, tanto es así que asistieron juntos al tedeum con que se conmemoró en Roma el final de la contienda española. (En el campo de batalla, porque el Caudillo la continuó en la paz con la represalia al vencido). Cuando vieron que el Caudillo no estaba por la labor, nada más lejos de su voluntad, que, en cuanto al rey destronado, eran, como en la célebre pieza corta del género chico, Agua, azucarillos y aguardiente, "ilusiones del pobre señor" -rey-, volvieron a distanciarse. El 28 de febrero de 1941 muere de una angina de pecho,  Victoria Eugenia ante su gravedad se presentó en el hotel,  pero no la quiso a su lado y sólo en los últimos estertores pudo situarse a la cabecera de la cama. 

Viendo que Franco tampoco aceptó como rey a su hijo, el príncipe de Asturias, le odiaba, en más de una ocasión aludió a él como el Cerdo. Le molestó también del dictador que cuando vino a España para ser la madrina de su bisnieto Felipe -el rey actual- no se la recibiera con la marcha real, sino con "España cañí". Franco lo que no permitía es sufrir la menor sombra, él sería el número uno mientras viviera. Pero en el fondo, si no Alfonso XIII, a quien Franco terminó no contestándole al irse aproximando el final de la guerra, Victoria Eugenia tenía que estarle agradecida por la ayuda económica que la otorgó; eso sí, con dinero público, siempre pagando el pato el españolito. Equivocado estaba el príncipe de España en aquella ocasión que se permitió decir que su familia no debía nada a Franco.
  
Tras de ser expulsados de España -a ella la concedieron unas horas más de permanencia, se fue al día siguiente- el Gobierno le envió la colección de joyas que había conseguido a lo largo de los veinticinco años de reinado. Su marido solía regalarle una por sus cumpleamos, y cuando se terciaba para atenuar su infidelidad. Tenía además la ayuda de su familia británica, y disponía de una asignación de seis mil libras anuales que le pasaba Alfonso XIII. Se compró un palacete en Lausana (Suiza), junto al lago Leman.
                                                                               
Palacete aludido
Aquí tenía más de un retrato del que no quiso ver más "su fea cara". ¡Increíble! Pero cierto.


Heredó del marido un capital que le aseguraba la renta que de él percibía, las dichas 6,000 libras anuales. Pero para ella todo era poco. Julián Cortés Cavanillas, acérrimo monárquico, escribió en la revista Tiempo -23-III-1984- sobre su economía.
La reina era algo manirrota, no tenía sentido del dinero y gastaba a veces más de lo preciso, encontrándose después en situaciones difíciles. Ha habido gentes monárquicos que le han ayudado económicamente para hacerle más fácil su exilio.
A través del conde de Gamazo pidió dinero a Franco mediante el mencionado administrador de sus bienes, el cual dirigió al ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Castiella,  una carta pedigüeña en septiembre de 1961. Le concedió el Caudillo una asignación de 250.000 pesetas anuales, que, luego por la despreciación de la peseta, elevaría a 700.000. 

Transcribo este comentario de Pedro Fernández Barbarillo con cuyo criterio coincido.
Quien ha sido calificado por algunos monárquicos desaforados como el mayor enemigo de la monarquía española no sólo restauró ésta, sino que además recurrió al Presupuesto General del Estado para mantener a la reina Victoria Eugenia y a varios de sus descendientes, como el desdichado don Jaime, que pidió una máquina de escribir en la embajada de España en París y después la empeñó.
En cuanto a dinero también fue generoso con la hija menor de Isabel II. Cuenta José María Zavala, en su biografía sobre la misma, titulada "La infanta republicana - Eulalia de Borbón, la oveja negra de la dinastía",  que se le concedió chófer y coche de por vida. Franco puso a su lado, como ayudante, al coronel Ortega. De esta infanta republicana dice su biógrafo.
Eulalia había sido siempre muy mudable en sus opiniones políticas: primero simpatizó con los alemanes, luego con los ingleses, de nuevo con los germanos, y finalmente apostó por Franco. "Todos creíamos en Franco ¬comentó tra la Guerra Civil¬. Le dimos dinero hasta doler, incluso vendimos nuestras joyas". Confesó a un corresponsal del Daily Express de Londres que el propio Alfonso XIII había entregado a Franco dos millones de libras esterlinas para hacer la guerra.
En fin, que con quien menos agradecido se mostró el dictador fue con el ex rey Alfonso; claro que éste tambien sabía practicar el desagradecimiento: le adoraba su tía la infanta Isabel, la Chata, que en 1931 no quiso abandonarle. Véamoslo en la biografía de referencia.
Su hermana Isabel tenía cerca de ochenta años y estaba paralítica a causa de una apoplejía cuando llegó a París. Había abandonado su residencia en Madrid en una ambulancia, y luego la acomodaron el l tren. / El 23 de abril, nueve días después de proclamarse la república, su corazón dejó de latir. Murió casi sola, en el cuarto del mismo convento donde residía entonces Eulalia. / A la cabecera, su hermana pequeña, que tantas veces a lo largo de su vida discutió con ella, le dio el último consuelo acompañada de...
Pero no había ni rastro del rey al que ella tanto defendió l rey al que ella tanto defendió y al cual decidió seguir hasta la muerte, rechazando el ofrecimiento de la República para permaneecer  en España  a causa de su delicado estado de salud / Sabía que el largo viaje aceleraría su final. Pero decidió dar el paso sin que el rey supiese agradecérselo, pue ni siquiera asistió a sus funerales ni al entierro.  
El buen comportamiento de Franco con la infanta Eulalia -se le concedió también en seguida permiso para poder pasar a España- se debía en gran parte a la buena relación que tenía con su hijo el infante don Antonio de Orleans y Borbón, teniente general del Ejército del Aire, segundo aviador de España,obteniendo el título de piloto en octubre de 1910. Era de las pocas personas que se tuteaban con el Caudillo. Participó en la guerra civil, igual que lo había hecho en el desembarco de Alhucemas -1925-, pero se adherió al Manifiesto de Estoril, reclamendo la restauración de la monarquía, y ello puso fin a su carrera militar, pero continuó pilotando aviones. 

¿Cómo era moralmente Francisco Franco?

A decir del hispanista inglés Paul Preston, en su biografía "Franco".

Para sus panegiristas británicos conservadores el Caudillo era "un aguerrido caballero cristiano" y sus realizaciones suponían "la salvación del alma de una nación." Desde lejos era fácil pasar por alto el hecho de que, hasta el final de sus días, Franco mantuvo rencorosamente dividida a España entre los vencedores y los vencidos de 1939. Este benévolo padre de su nación consideraba la Guerra Civil "la lucha de la Patria contra la Anti-Patria" y a los vencidos como la "canalla de la conspiración judeo-masónica-comunista".
Ya indiqué su obcecación entre una España de seres buenos y otra de malos.
Como ha demostrado el estudioso inglés Michael Richards en su extraordinario libro Un tiempo de silencio: la guerra civil y la cultura de la repesión en la España de Franco, la imagen de Franco como patriota magnánimo es difícilmente conciliable con el lenguaje psicopatológico utilizado por los franquitas para calificar a sus compatriotas de izquierdas de seres infrahumanos: canalla sucia, repugnante, degenerada y pestilente, escoria, rameras y criminales. Este lenguaje justificaba a su vez la necesidad de "depuración", un eufemismo para referirse a una enorme represión de carácter físico, económico y psicológico. 
En este criterio respalda a Franco y sus fanáticos esta gran figura de la Psiquiatría.
                                                                                 
Antonio Vallejo Nájera
Primer catedrático de esta rama de la Medicina, padre del también psiquiatra Juan Antonio Vallejo Nágera -cambian en el apellido la jota por la ge- ; fue en la guerra coronel jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército franquista. Fue considerado como el Mengele de Franco, aquel doctor y antrólogo alemán que en el campo de exterminio de Auschwitz realizaba monstruosos experimentos y que siguió algunas de las teorías de "creador" del "gen rojo". 


Que hubo seres infrahumanos en la España roja -republicana sólo nominalmente- no cabe duda, y no pocos. Pero..., el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, tampoco faltaron, ni mucho menos, criminales natos en la zona nacional en la que igualmente que en la de los rojos se perpetraron crímines a mansalva, sobre seguro, sin intervención de los Tribunales de Justicia. Véamos lo que sobre este aspecto opina el citado Fernando Díaz Plaja.
En cuanto a muertes las hubo en los dos lados a mansalva y cualquier intento de matizar la salvajada española por necesidades bélicas o resentimientos antiguos son esfuerzos inútiles de autoexculparse. Cuando los historiadores de izquierdas -es triste que los historiadores tengan colores- afirman que fue peor la represión en la zona "nacional" porque al existir una mayor disciplina el responsable era el mando, dicen algo que es cierto pero que no exculpa al otro poder, el republicano, que al dejar la calle en  manos de la masa abdico su autoridad.. 
La masa y las circunstancias le hicieron abdicar, no fue mera voluntad. Luego el gobierno trato de evitar aquellos crímenes, llamados "dar el paseo". 
Y personajes como Azaña, presidente de la República, no dimitió ante actos como lo de Paracuellos del Jarama o el asalto a la Cárcel Modelo de Madrid aunque manifestara su íntima repulsa en su Diario. Por otra parte, sí fue capaz de pedir "paz y perdón" al final de un dscurso conmovedor mediada la guerra (18 de julio de 1938), actitud que, desde luego, no mostró jamás el general Franco. También hay que apuntar en el debe de los nacionales la continuación de la matanza de de enemigos políticos una vez terminada la guerra (años 1939 al 1945).
Preston, que en su libro cita gran parte de la biblografía existente sobre el dictador, no deja de hacerlo de Franco: una biografía psicológica, de Enrique González Duro, que pone de relieve "la obsesión de Franco por matar tanto en el campo de batalla como en la caza como síntomas de frustación sexual, un desplazamiento de la actividad sexual y la realización de un fantasia de dominio y odio sádico a las mujeres". Expone en lo referente a tantas biografías.
En la medida en que las más importantes guardan relación con la represión en que se fundamentaba el régimen, necesariamente suministran n uevos matices sobre el dictador. Era ya conocida desde hacía tiempo la indiferecia de Franco por la pérdida de vidas humanas. Ésta había sido una característica constante de su vida cuando era joven soldado de África.
Como es notorio, Franco no dejó de firmar penas de muerte hasta el final de su vida, y ya solicitándole hasta el Papa que sprimiera esta pena.   

         

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