jueves, 15 de noviembre de 2012

Los políticos y el amor al dinero

El amor [desmedido] al dinero es la raíz de todos los males.
(1ª Timoteo, 6:10)
Según Jardiel Poncela, no hay nadie que viva tan preocupado por el dinero como los ricos, si se exceptúa a los pobres. Y ricos son los banqueros, pero en la preocupación de éstos por el dinero no les va a la zaga los políticos, tanto es así que parafraseando podemos decir que no hay nadie que viva tan preocupado por el dinero como los banqueros, si se exceptúa a los políticos. Oscar Wilde había afirmado lo mismo: Sólo hay una clase social que piensa más en el dinero que los ricos: los pobres. Los pobres no piensan en otra cosa. Sí, y los políticos, ya José Cadalso, en sus “Cartas marruecas” hace este aserto: Los políticos son unos hombres que no piensan noche y día sino en hacer fortuna por cuantos medios se ofrezcan. Partiendo de esta premisa, ¡pobre pueblo a quien los políticos sirven! Pero, ¿nos sirven? Pocas veces, y por lo general fastidiando a unos en beneficio de otros. Y aquí recordamos la aserción de Luís Dumur, en sus “Pequeños aforismos”: La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve. Hoy día a la vista está que no nos sirven y cómo se sirven de la ciudadanía.


Flaco servicio nos hacen, y actualmente nefasto. Nos sirven para dominarnos y hacer con nosotros, o de nosotros, lo que anide en su voluntad, ignorando, o afectando ignorar, que la sociedad civil no ha de estar sometida a los políticos. La clave nos la da Mario Conde que “algo” sabe de dinero y de política: … hay que entender que el Parlamento existe porque la sociedad civil quiere, y no al revés. La clase política no son dueños ni administradores. La soberanía reside en la sociedad, no en los partidos ni en los políticos. Parece que tenemos que pedir permiso para hacer lo que es nuestro… Y líneas más delante de su libro “De aquí se sale” escribe: La sociedad civil tiene que movilizarse, organizarse, aprobar soluciones, trasladarlas a los partidos, exigir que se cumplan sus requerimientos.

Es evidente que aun cuando el punto 2 del artículo 1 de la Constitución diga que “la soberanía reside en el pueblo español, del que dimanan los poderes del Estado”, los políticos, en términos generales, no han hecho de ello el menor caso. Es incuestionable que ha actuado el bipartidismo que tenemos, en los casi cuarenta años de la monarquía de Juan Carlos I, de espalda al ciudadano, poca justicia social se ha hecho y sí, por el contrario, abundantes injusticias. No dejó de cometerlas Felipe González, y en gran escala José María Aznar y José Luís Rodríguez Zapatero. El desacierto de la política del Partido Popular y del Partido Socialista Obrero Español, así como el despilfarro de ambos partidos y su permisividad con la corrupción económica ha desembocado en la crisis que venimos padeciendo desde 2008, traída por la explosión de la burbuja inmobiliaria. La crisis no es netamente española, pero nuestro país es de los que más gravemente la padece por ser de la política más torpe y corrupta.

De ello he tratado en otros artículos, lo que en este quiero poner de relieve es que hoy sólo preocupa al político, después de su economía particular, prosperar económicamente, la macroeconomía –ésta le viene marcada por las altas esferas del capitalismo internacional-, pero el bienestar de los ciudadanos, nequáquam, de ninguna manera, de ningún modo. Esta falta de justicia social se da en España y allende nuestras fronteras. ¡Caramba con la civilización occidental! ¿Ha avanzado la civilización? Sí, pero partiendo de la base que apunta Voltaire: La civilización no suprime la barbarie, la perfecciona. En la actualidad la barbarie y el bandidaje –los ladrones de guante blanco no emplean trabuco pero son peores- del dinero reviste mil medios, mil caminos, para el trinque. España no iba bien cuando Aznar; él decía España va bien, mas sólo era para sus corruptos políticos como Jaume Matas. Al país le llevaron a caer en picado, y caído con Zapatero, ha sucedido Rajoy con la misma política antisocial, la cual continúa aumentado el paro y, más allá del ahogado parado, asfixiando económicamente al ciudadano.

El paraíso del paro –dice Jiménez Losantos- es España. Los jóvenes con inquietudes se van de España (Sí, o por carecer de familia que pueda ayudarles), tenemos una casta política y una casta sindical que lo impide. Y una reglamentación laboral y un ámbito legal que lo hace prácticamente imposible.

Mariano Rajoy con su política de traición no puede estar más desprestigiado. Mintió al cien por cien en su programa electoral y la ciudadanía, harta de la pésima gobernación de Zapatero y ante los milagros por él ofrecidos, le concedió ganar por mayoría, la que pedía para arreglar en seguida la desastrosa situación político social. Por el contrario de arreglar algo, lo ha destrozado todo mucho más, empezando por el paro, cuyo ritmo aumentó. Apenas lleva un año en el poder ha tenido dos huelgas generales, y particulares casi a diario. Por todo resultado de la segunda huelga que ha tenido lugar el 14 de este mes ha expuesto Luís de Guindos: Somos conscientes de las dificultades pero también tenemos el conocimiento de que las medidas adoptadas son las únicas posibles para dejar atrás la crisis y garantizar el futuro del Estado del bienestar. De este Estado de bienestar no ha salido De Guindo ni la privilegiada casta política. ¿Qué sois conscientes de las dificultades? Es que seriáis anormales psíquicamente si no lo fuerais? Pero sois bastante crueles para adoptar la medidas que adoptáis y mentirosos al asegurar que no hay otras. Es incontrovertible que las hay, otra cosa es adherirse a la política de austeridad en Europa por equis conveniencia al Gobierno, por supeditación al BCE.

Recientemente apareció en la web un brillante artículo del profesor titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid, Juan Carlos Monedero, titulado “La huelga, la monarquía, los suicidas y un juez aristotélico”. Dejando la visión –negativa- que tiene de la monarquía y de los miembros de la existente en España, vayamos a lo que manifiesta sobre los suicidios que motiva la política de Rajoy, que visiblemente carece de justicia social, de sentido humanitario. Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?, con que termina Espronceda su “Canto a Teresa”, parece ser el lema de Rajoy, y así empeoró los desahucios de vivienda, algo verdaderamente dramático –absit, Dios nos libre-, creando lo que llamó el Gobierno el desahucio esprés: arrojar a la calle en diez días tras iniciarse el impago. Rapidez al canto. Dice Miguel de Cervantes que a los afligidos no se les ha de añadir aflicción; lejos de ello, Rajoy y su Gobierno están aferrados a recortar al ciudadano cuanto les dé la real gana, lo que no es democrático, legal ni humano. Y, desde luego, para lo que no se le votó.

Que te pones a tirar del hilo –escribe Monedero- y resulta que están siendo asesinados por los banqueros y por los presidentes de las cajas de ahorro que vaciaron sus arcas, incluidos los obispos; asesinados por los partidos que aprueban reformas constitucionales que dan prioridad al pago de la deuda aunque luego digan que sienten el dolor de las que saltan por la ventana; ejecutados por la portavoz del Gobierno que celebra las medidas de ajuste y alienta más recortes mientras visita a su Santidad en el Vaticano. […] Al presidente Rajoy cada día se le suicidan 9 españoles y sin embargo se marcha a Nueva York a fumarse un puro. […] Rematados por los que desde la oposición no hacen lo suficiente para enfrentar situación sintiéndola como si les estuvieran matando a sus propios hijos porque un político demócrata debiera defender a los humildes como si fueran sus hijos.

En la España de Juan Carlos I los socialistas simpatizan con el capitalismo y con la monarquía; los presidentes socialistas son amigos del rey –mucho bien hizo por la Familia Real Felipe González-, increíble pero cierto. No era amigo de la monarquía ni del rey Alfonso XIII el cofundador del PSOE, Pablo Iglesias, pero los socialistas de hoy…, madre yo al oro me humillo, que dice la moza de la “Letrilla satírica”, de Quevedo. Y se humillan y tratan de adquirirlo desmesuradamente y hasta desaforadamente. Pablo Iglesias –en mi criterio y voluntad- pedía demasiado para demasiado para los trabajadores, su visión era meramente la del trabajo, y los socialistas de ahora, por la otra punta, les ha dejado en la estacada. Bueno, Rubalcaba ha pedido perdón por su desatención a sus correligionarios, habiendo sólo reaccionado ante los suicidios. No podrían ser Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero para el doctor Marañón la verdad como lo fue Pablo Iglesias, de él dijo: ¡Con cuánto entusiasmo oíamos aquella voz lejana, que aterró a los espíritus mezquinos de la sociedad española; pero que desde allí, lejos, se veía bien, que era la voz de la verdad!

El juego de la política de hoy es, más que abstruso, ininteligible: una monarquía, una democracia, un PP de origen falangista y, por tal, antimonárquico, un socialismo monárquico, híbridos por doquier. En cuestión de capitalizar la política, mucho ha cambiado la cosa en el reinado de Juan Carlos; los salarios y los privilegios de los políticos fueron in crescendo descaradamente. Claro, ha sido el “yo me lo guiso, yo me lo como”. No obstante, llegada la crisis, a pesar de sus salarios de lujo, son los que menos se los bajan, mientras, por otra parte, se rebelan obstinadamente a perder el más mínimo privilegio. Antaño político hubo que se arruinó por la política, ¡cuán lejos está aquel tiempo, más en lo moral que en lo cronológico! Y en cuanto a políticos de muchedumbre ciertos cargos eran meramente honoríficos; un alcalde de pueblo pequeño, de 1.174 habitantes por ejemplo, no tenía paga, ahora, en cambio, disfrutan de una que supera bastante a numerosos puestos en los que se exige título universitario. Por otra parte, hay que considerar que algunos diputados no son ni bachilleres. Es un desequilibrio demencial de pagas y cualificación. Con la antigüedad del carnet de un partido político se puede ocupar, verbigracia, una Dirección General, recordemos el caso de Luís Roldán, bachiller, Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, general, todo ficticio, a excepción de ocupar el cargo de Director General de la Guardia Civil y luego presidiario.

En cuanto a vocación política, léase amor de dinero, tengo muy cerca de mí el caso de un alcalde de pueblo de habitantes, cuyo Ayuntamiento, quedando entrampado por el alcalde anterior, ha tenido que pedir un rescate al Gobierno por 450.000 € al 6% a diez años, lo que implica verse sometido a un plan de ajuste por el que queda intervenido hasta el año 2022. A consecuencia de ello se le ha propuesto al alcalde la supresión de su sueldo a lo largo del plazo de intervención, por tratarse de partida muy importante, ya que asciende nada menos que una anualidad de 20.000 euros. No cabe, evidentemente, asignarle salario –reitero- con más largueza. He de decir que, con responsabilidad y altruismo, hay concejales que no cobran, el caso es salir adelante. Para el alcalde no hay balance que valga, ante todo su estipendio. Leí que amenazó con dimitir si no se aprobaba su sueldo. Lo suyo hubiera sido dejarle que dimitiera.

El más lerdo comprende fácilmente que los políticos –que no constituyen una casta pero que lo parece y, por tanto, se habla de la casta política- sean una de las mayores preocupaciones y repulsa de la ciudadanía, cuando en uno de poca entidad se da la referida circunstancia. En fin, apud Francisco Delicado, en “La lozana andaluza”: Omnia per pecuniam falsa sunt, todo es falso a causa del dinero. Ya hemos visto y lo estamos viendo a diario en esta época calamitosa que la Política y los políticos también son falsos a costa del dinero. Son tan vulnerables a éste que algunos cayeron en la corrupción y fueron condenados. No todos, lamentablemente, fueron pillados, para sentido de la Justicia, algunos fueron tan listos cacos que practicaron el trinque magistralmente y se zafaron de ella. Alguno también por su entidad.

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