jueves, 29 de noviembre de 2012

DON PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA

Fue la época del primer marqués de Santiyana la de Juan II de Castilla, el cual no encontró en tal Mendoza la fidelidad inquebrantable que prestaría a Enrique IV.

Situémonos en la cronología.

El más ilustre de los Mendoza de Guadalajara, el citado don Iñigo López de Mendoza, nació en Carrión de los Condes (Palencia) el 19 de agosto de 1398 y murió en Guadalajara el 25 de marzo de 1458. Vivió, pues, en tres reinado: Enrique III (1390-1406), Juan II (1406-1454) y Enrique IV (1454-1474). Son los hijos del aludido marqués los que pertenecen a los reinados de Enrique IV y de los Reyes Católicos (1474-1504) en lo que a su apogeo social se refiere, ya que el nacimiento de todos ellos fue en la época de Juan II según se desprende de que en ella transcurrió la juventud y madurez del padre. 

Don Pedro González de Mendoza, el quinto hijo, que es del que voy a ocuparme, nació en Guadalajara el 3 de mayo de 1428 y muere en su ciudad natal el 2 de enero de 1495 siendo, por disposición testamentaria, enterrado en la catedral de Toledo. Su curriculum vitae puede resumirse así: 

En Guadalajara pasó su infancia con su virtuosa madre doña Catalina Suárez de Figueroa. A los 9 años de edad fue nombrado párroco de Hita, que no ejerció, ascendiendo cinco años después a arcediano de Guadalajara, cargo que ostentaba su tío don Gutierre de Toledo el cual pasó a ocupar la silla arzobispal primada. Se fue don Pedro ipso facto a Toledo, con su tío, donde se dedicó a estudiar Retórica y Latín, pero a los tres años del arzobispado muero don Gutierre y nuestro arcediano regresa a Guadalajra. Al año siguiente pone casa en Salamanca en cuya Universidad se gradua de doctor en Cánones y Leyes, y en los siete que en esta ciudad permaneció entregóse en sus ratos de ocio al estudio de la Historia, lo que evidencia que el ocio no era en én inacción, sino cambio de acción. Igualmente estaba entregado al estudio de las Genealogías y de los clásicos griegos y latinos. 

Presentado en la Corte por su padre, le concedió Juan II un brillante empleo en su real capilla hasta que en 1454 obtiene la mitra de Calahorra-Santo Domingo de la Calzada. En este lapso murió el rey, quien no pudo ver la concesión de las Bulas pontificias por él solicitadas, y cuando el primer marqués de Santiyana y sus hijos acuden a Segovia para prestar acatamiento a Enrique IV se recibieron y fue consagrado obispo. Unos trece años más tarde consigue la mitra de Sigüenza culminando en 1473 su carrera eclesiástica con la obtención del capelo cardenalicio. Es nombrado también arzobispo de Sevilla y Canciller Mayor de Castila. Retuvo el episcopado de Sigüenza, ciudad que mucho le debe como asímismo Calahorra. 

El cardenalato se lo debió a Fernando V de Aragón, muy influyente, por su dinastía de grandes intereses en Italia, en la Curia romana. Se aprovechó la venida a España del cardenal Rodrigo de Borja como legado de Sixto IV, cardenal que con el nombre de Alejandro VI ocuparía el pontificado de 1492 a 1503 . Fue una hábil maniobra política del futuro Rey Católico para atraerse a don Pedro y a todos los Mendoza a su causa en contra de la Beltraneja. Se opuso el duque de Medinasidonia, semidueño de Andalucía, a que el el gran cardenal sucediera en el arzobispado de Sevilla a don Alfonso de Fonseca ("finó" don Alonso en su castillo de Coca en mayo de 1473, ya anciano según Layna Serrano, en su "Historia de Guadalajara y sus Mendozas", o a los cincuenta y cinco años conforme a punta Fernando del Pulgar acompañante cronista de los Reyes Católicos. La tenacidad de la oposición del Duque consiguió que el cabildo hispalense eligiese a su tío -el duque don Fabrique de Guzman- obispo de Mondroñero, no pronunciándose el Papa a favor de don Pedro ni de don Fadrique, entendiendo que soslayaba el pleito nombrando a un tercero, lo hizo en su sobrino el cardenal Pedro Riario, designación que no aceptó el Cabildo. Con Riario y muerto éste, continuó la discordia entre los partidarios del cardenal Mendoza y los del obispo Mondroñedo hasta que por apoyo del rey y el no menos eficaz de don Fernando y doña Isabel tomó posesión de la archidiócesis en cuestión el cardenal de España mediado el año 1474. 

Llega Enrique IV al fin de su vida el 2 de diciembre y dos fechas después su hermana paterna doña Isabel es proclamada en Segovia reina de Castilla y León. Como veinte años atrás, con respecto a este rey, acude don Pedro y sus hermanos a la mencionada ciudad a rendir pleitesía u homenaje a la ya Isabel I exponiéndole que "venían a cumplir la palabra que al rey su señor habían dado cerca de Carrión de la servir pasados los días de del rey don Enrique". En el reinado de los Reyes Católicos alcanza la familia Mendoza la cúspide de su poder, principalmente el cardenal que llegó a ser la persona más importante de Castilla, tanto es así que, por su influencia y prepotencia, es llamado "el tercer rey de España", remoquete que no exagera pues es el primer colaborador de Isabel I de Castilla y de Fernando V de Aragón, monarcas que forman una diarquía cuyo lema es "tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando". Si mediante esta norma de gobierno resolvió la competencia de soberanía este matrimonio -Fernando, machista, trató de dominar-, que individualmente aspiraban a ella, no pudo impedir, a pesar de su amistad con Alfonso V de Portugal, la guerra dinástica. 

De la misma hablaré detalladamente al efectualo de Isabel I Castilla, mas no dejaré de apuntar en esta semblanza del más ilustre guadalajareño o caracense que el arzobispo de Toledo, don Alonso Carrillo, y varios nobles resentidos se aliaron con Portugal y Francia para apoyar a la Beltraneja. Fue la represalia de Carrillo -hasta entonces adicto y protector de doña Isabel- por haber sido nombrado cardenal don Pedro y no él. Derrotados los portugueses en la batalla de Toro 1475), en la que luchó denodadamente el cardenal, los franceses en Fuenterrabia y, final y nuevamente, los portugueses en Albuera (1479), quedó consolidado el trono de los Reyes Católicos, quienes en conmemoración de la batalla de Toro mandaron a Juan Gaos edificar el convento de San Juan de los Reyes de Toledo, así como la Reina regaló un cordón de plata para las campanas del Monasterio de Sancti Spiritus en dicha ciudad de Toro, porque en su proximidad fue la batalla. 

Don Alfonso Carrillo, que fue obispo de Sigüenza, muere en Alcalá de Henares en 1482 a la edad de sesenta años y a los treinta y siete de ocupar la silla arzobispal de Toledo. Le sucede nuestro biografiado que entonces renunció al arzobispado de Sevilla y al arcedianato de Guadalajara, dejando éste a su sobrino Bernardino de Mendoza. Propiedad de la mitra toledana era el adelantamiento de Cazorla, circunstancia de que se valió para nombrar adelantado a su hermano menor, don Pedro Hurtado de Mendoza, valeroso capitán de las mesnadas de González de Mendoza. Los hermanos Mendoza estaban muy unidos, unión que les convertiría en a casa más poderosa del rino, y aunque el mayorazgo recayó en don Pedro Hurtado de Mendoza, a quien los Reyes Católicos hicieron primer duque del Infantado, todos reconocían tácitamente como superior y jefe de la casa a don Pedro quien a todos, hermanos y sobrinos, protegió. 

También al tratar de Isabel la Católica lo haré del importante papel que desempeñó en la guerra de Granada. Ahora concluiré recordando que este gran hombre de la Iglesia católica no fue, precisamente, un dechado de castidad. No lo era, en términos generales y en aquel tiempo, el alto clero ni el común. A don Pedro González no dejó de atraerle el amor humano; fue su amante Mencía de Lemos, acompañante de Juana de Portugal, segunda esposa de Enrique IV, con la que tuvo dos hijos, Rodrigo Mendoza, marqués de Cañete, nacido en 1462 en el palacio de los Mendoza, y Diego, que vino al mundo seis años después en el Real de Manzanares y que es conde de Mélito y señor de Almenara. Años atrás había tenido don Pedro un hijo con Inés de Tovar nacido en Valladolid. Para la Reina eran conocidos como "los lindos pecados del cardenal".                 

                                          

2 comentarios:

  1. Veo con satisfacción que has encontrado la forma de escribir en tu propio blog. Como dice el castellano castizo: es de bien nacidos ser agradecidos.
    Te deseo suerte.

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    1. Gracias por tu felicitación, igualmente espero que siga yéndote bien con tu blog.
      Saludos y suerte igualmente.

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