jueves, 21 de noviembre de 2019

Alquiler de vivienda: evidente explotación, auténtico latrocinio

Lo que figura como una de las normas a seguir en el preacuerdo entre PSOE y Unidas Podemos -ocuparse de la vivienda- es algo que además prescribe la Constitución. Su artículo 47 promete taxativamente:

Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada Los poderes públicos promoverán. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo con el interés general para impedir la especulación.

Sobre esta especulación del suelo habría mucho que hablar, pero vamos al meollo de la cuestión.

Múltiples veces se ha dicho, e incluso en el ámbito de la política, que este artículo, como algún otro, ha sido papel mojado. Circunscribiéndonos a la vivienda salta a la vista el problema de abuso, de injusticia, que constituye el arrendamiento urbano. Se parte de un precio exorbitante para seguir con otras concesiones tendenciosas que la vigente LAU hace al arrendador y que convierte al arrendatario en verdadera víctima, ello por si fuera poco una renta leonina.

Si la Ley de Arrendamientos Urbanos es tendenciosa, la picaresca existente sobre este particular la empeora. Así por ejemplo, el artículo 17 sobre la determinación de la reta dice: ‘La renta será la que libremente estipulen la partes’ Y, no obstante, y como es notorio, la impone a troche y moche, disparatada e inconsideradamente, el arrendador. ¿Y si solo fuera esta su desmedida exigencia! La verdad es que los hay que cometen cuantos abusos, atropellos, ilegalidades, les viene en gana., ya sea directamente el arrendador, ya su administrador. Mal dirige el uno al otro, porque la arbitrariedad no ha de dictarla el administrado a su administrador, ni éste debe admitirla. Citando un caso más de vulneración de la ley, lo efectúo referente a la fianza, cuyo artículo 36 de la LAU advierte:

A la celebración del contrato será obligatoria la exigencia y prestación de fianza en metálico en cantidad equivalente a una mensualidad de renta en el arrendamiento de viviendas y de dos en el arrendamiento para uso distinto del de viviendas.

Queda claro que en los contratos de vivienda habitual la fianza legal es de una mensualidad de renta. Yo puedo demostrar un  arrendamiento en el que como fianza se ha cobrado doce meses –un año- en tal concepto.  Y para colmo el contrato le hizo el administrador, y éste en nombre de una inmobiliaria.

Estamos hartos de leer líneas como las que seguidamente transcribo. No lo digo yo, pues, sí lo corroboro:

Hoy en día los contratos de alquiler incluyen muchas cláusulas ilegales que vulneran los derechos de los inquilinos y que, con la ley en la mano, son totalmente absurdos e ilegales. 

Por lo que tiene de punto clave lo he subrayado. No voy a señalar cláusulas ilegales, ¡son tantas las que innumerables caseros de tres al cuarto, estirpe moderna, se sacan de la manga! Valga de ejemplo ‘exigir al inquilino un año de permanencia en la vivienda’. Y ya para colmo someterle como conditio sine quam non, condición indispensable, al pago por adelantado de tales doce meses, que con el de fianza suman trece. Constituye evidentemente una ilegalidad que implica el summum de la inverecundia. Ya en la reforma de la LAU de 2013 se legisló que la obligación de ocupar la vivienda es de seis meses. Y, por supuesto, no se trataba de abonar el semestre por adelantado.

En el Preacuerdo entre PSOE y Unidas Podemos para formar Gobierno ya se señala la vivienda como ‘derecho y no como mera mercancía’, y alquileres a precios asequibles. El susodicho artículo 17 hay que rectificarlo para que contraviniendo la ley el arrendador  y fijando la renta ad libitum, a su voluntad, a su capricho  -su capricho de explotar, robar- no convierta en su víctima al arrendatario, que éste deje de hallarse en la situación que se encuentra y queda expuesta. Ni que decir tiene que forma parte de la variopinta corrupción existente. Sí, es una corrupción multiforme

Da en la diana el escritor de Segovia, Enrique de Diego, ap. ‘El suicidio de España’.

… se ha dejado de pensar y se vive una farsa. Parece como si la sociedad se ha salido de sus goznes y estamos gobernados y dirigidos por locos, que nos traicionan  y encima nos saquean. El pecado ha tomado carta de naturaleza. No se habla de él. No existe y está más presente que nunca, con exhibición de conductas degeneradas.

En esta conducta degenerada se encuadra la picaresca que se viene practicando con la vivienda Este autor de ‘La inútil casta política’ nos dice ahora:

Nos gobierna una casta política, económica, mediática, sindical, patronal, de asociaciones y chiringuitos subvencionados. La persona es aplastada, sin libertad política, obligada a ser de histerias morales, agitada frecuentemente al unísono de las televisiones.

No todos hemos dejado de pensar –empezando por él mismo-, y menos podemos dejar de efectuarlo los que de un modo u otro nos están dañando en nuestros intereses y en nuestra moral. Así, por tanto, yo considero que no cumplir la Carta Magna es mentir en aquella que se incumple. Y acerca de la mentira la vilipendia el autor de este modo:

La mentira domina el mundo. Y Satanás es el padre de la mentira. Se miente a toda hora. Mentir se considera ya normal, ha tomado carta de naturaleza. Mienten los políticos a todas horas, en todo momento, sin que ello tenga penalización alguna; al contrario, se considera una muestra de inteligencia. Se miente en las relaciones personales con las familias destruidas por la lacra del divorcio.

Lleva el título de este artículo la palabra ‘latrocinio’; pues bien, ella significa según la RAE ‘acción propia de un ladrón o de quien defrauda a alguien gravemente, y, a su vez, ‘defraudar’ es ‘privar a alguien, con abuso de su confianza o con infidelidad a las obligaciones propias, de lo que le toca de derecho’ En cuanto a la Ley de Arrendamientos Urbanos el casero de nuevo cuño está  usurpando al arrendatario los derechos que le concede dicha LAU.  Lo repito una vez más, y nunca se repetirá lo bastante tal queja, porque ello no puede ser más ignominioso. Ha de haber un Gobierno que ponga coto a dicho casero de tipo reciente, a sus desafueros, desmanes, vicios, abusos. Repugna la falta de conciencia que tienen, y no digamos la de un administrador que en nombre y representación de su administrado se salta la ley a la torera. A éste se le aúna falta de ética profesional. Es palmario que, caso de que le sea impuesto el abuso, la ilegalidad, por el administrado, él no ha de acceder a tal mandato, tanto menos si es administrador oficial, colegiado.

¿Pero en qué país vivimos? Pues en uno donde  la corrupción fluye por todos sus poros y, a lo que parece, ‘el que no roba es un gil, simple, incauto. El pobrecito carece de astucia, maña y sutileza para engañar. Como dice Camón Aznar, en uno de sus ‘Aforismos del solitario’: ‘Hombre bueno. Entrega el cuerpo y el alma al canibalismo del mundo’. A la persona honrada no se la concibe y hay que sacar fruto de ella, devorarla. Estoy pensando, claro está, en el muy conocido tango titulado ‘Cambalache’, de que es autor el dramaturgo y compositor argentino Enrique Santos Discépalo, el cual empieza: 

                                      
                                                                

El siglo XX ha pasado, ya vivimos una veintena del XXI, pero la situación continúa tan problemática y febril. Y en la espera angustiosa de que haya un Gobierno, del signo político que fuere, que se ocupe en serio de erradicar la corrupción y de implantar justicia. Hay que pedir a voz en grito la rectificación de la LAU por su tendenciosidad. Se ha de tener muy en cuenta el siguiente aserto de Montesquieu: ‘Una cosa no es justa por el hecho de ser ley;  debe ser ley porque es justa’. Data el desbarajuste legal de los arrendamientos urbanos de la época de la dictadura franquista; entonces la injusticia caía en el casero, después ha reincidido en el inquilino Antaño, verbigracia, lejos de consignarse tiempo de caducidad, el arrendamiento pasaba de padres a hijos sin dificultad, con lo que la renta se iba desfasando hasta quedar en irrisoria. Tal eran también las subidas del alquiler concedidas por Franco. La fianza fue siempre de un mes de la renta establecida. Los contratos habían de ser el oficial, y su baremo de precio estaba en función del importe de la renta. Pero otro día podemos hablar de lo que va de ayer a hoy.
                                                                    
Hay en este Cambalache unas líneas que se ajustan a lo que ocurre con el alquiler de vivienda, al cinismo y desfachatez de que he venido hablando, y son estas: ‘¡Qué falta de respeto / Que atropello a la razón! / Cualquiera es un señor. / Cualquiera es un ladrón’. Se ha llegado a señor y a ladrón desde que cualquiera es un ladrón de guante blanco, como los que vemos  en la obra teatral ‘Los ladrones somos gente honrada’, de Enrique Jardiel Poncela, y que ofenden al vulgar ladrón que al lado de ellos se considera honrado. Hoy existe también en el vulgo el ladrón de negocio  en el vulgo necio, concretamente  en la clase de mini-casero ya indicada. Es visible también que por señor que se sea, un ladrón no es señor a falta de dignidad en su comportamiento, de recti
                                       
                                                                                        Muy relativamente estos “””señores””” que alquilan pisos o apartamentos a su voluntad non sancta, es decir, indecente, inmoral, no son otra cosas que presuntos delincuentes. Su violencia no será física pero es moral, la de logrero en el sentido de ‘persona que procura lucrarse por cualquier medio’, y caiga quien caiga.

Hoy -¡ya era hora!- está en juego, en peligro, los chanchullos de estos alquiladores agente -¡ay del pasivo, del que toma en alquiler!, dolámonos una vez mas-, la continuación de sus chanchullos. Entre estos manejos para conseguir su fin de lucrarse más y más, está el de imponer el arrendamiento del piso o del apartamento amueblado. Ni que decir tiene que de modo de cubrir el expediente, salir de este paso, en el que se apoyan para disimular lo leonino del contrato. De este disloque, de este sacar algo de su lugar, confusión, desorden, ya hablé en un artículo de mayo de 2016 titulado ‘Acerca del problema de la vivienda, que se ha hecho arduo, espinoso y de extrema iniquidad’. En él no dejo de consigna esta circunstancia, este caso absurdo, esta estratagema tan dañina para el ciudadano. .Éste, ya sea soltero, ya casado, ha de tener su mobiliario y enseres tras emanciparse del hogar paterno, entonces, ¿qué hacer con ellos? A lo que parece estos alquiladores quieren que únicamente se tenga la ropa personal. ¿Y qué pasa si se trata de quien tiene su biblioteca particular? Entre los cuatro muebles de salir del paso que le hacen … tragar -“alquilar”- no suele haber precisamente un armario librería. En fin, es todo tan desconcertante en lo de alquiler de vivienda. A ver si deja de hallarse en el absurdo y en la arbitrariedad.

Y algún otro día hablaremos algo más de la LAU y de la vigente Constitución, mas no dejaré de exponer hic et nunc, aquí y ahora, la opinión  del Gran Wyoming, que recientemente ha presentado su nuevo libro 'La furia y los colores', de que 'si los gobernantes se hubieran empleado contra la corrupción con la milésima parte de la fuerza desplegada contra los independentistas, ya no habría corrupción'.

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