viernes, 18 de diciembre de 2015

Una alcarreña celebérrima con Pastrana al fondo

La princesa de Éboli
No hay leona más fiera ni más cruel que una  linda
dama, y como tal se ha de huir. -Antonio Pérez -    
                                                  
Varias son las hipótesis que se sustentan para presentarla como amante del Rey, las cuales Marañón relaciona y comenta en su biografía sobre 'Antonio Pérez', mas todas ellas, como considera el autor, sin valor probativo. Dejando lo hipotético, pasemos a puntos firmes, a lo concretado por la Historia. 

Ya por Marañón, ya por Layna Serrano (médico también, nacido en la aldea de Luzón (Guadalajara, y cronista de esta ciudad, que escribió 'La Historia de los Mendoza'), de cuya mano dice Marañón ir en las notas biográficas sobre 'los individuos de la poderosa Casa de los Mendoza de Guadalajara, que en su mayoría eran perecistas', ya por las crónicas he estudiado dicho linaje del que en algún artículo me he ocupado y en algún futuro me ocuparé.

Don Diego Hurtado de Mendoza, conde de Mélito, y doña Catalina de Silva, hermana del conde de Cifuentes, tuvieron de su matrimonio, como único vástago, una hija: Juana o Ana pues en la partida de bautismo figura el nombre de Juana. Ella usó siempre el de Ana.y durante muchos años empleó como primer apellido el segundo por lo que suele ser conocida como doña Ana de Silva.

Nació en Cifuentes, el 26 de junio de 1540, porque su madre quiso que fuera alcarreña. Su padre llegó a ser virrey de Cataluña y de Aragón. Felipe II le hizo miembro de su Consejo de Estado y le elevó a príncipe de Melito y a duque de Francavila.. La circunstancia, ya apuntada, de ser hija única, materialmente siempre favorecedora porque no hay que repartir la hijuela, dio motivo a que reuniera títulos y mercedes de las casas de Medinaceli, de Cifuentes y del Infantado.

El Rey la casó a la edad de doce años con don Ruy Gómez de treinta y seis y consumaron el matrimonio siete años después. Como si quisieran recuperar este tiepo perdido, tuvieron diez hijos en poco más de doce años. Ruy era segundón de Francisco de Silva y de doña María de Noreña, señores de Ulme y de la Chamusca, aunque no estaban muy sobrados, que digamos, de pecunia numerata. El "afortunado" había de ser Gómez como amigo del príncipe. Le introdujo en la Corte su abuelo materno Ruy Teélez de Meneses, que era Mayordomo Mayor de Portugal. Fue menino -leemos en una biografía de la Éboli- en la servidumbre de la Emperatriz, quien más adelante, cuando el muchacho no había cumplido aún los once años, encargoóle de asistir al príncipe don Felipe, creciendo a su lado y haciéndose amar del futuro reypor su acomodaticio carácter y discreción. De su discreción da fe Santa Teresa en su libro 'Fundaciones' : que los trabajos -escribe- en que le puso doña Ana cuando fue a Pastrana se los allanó el apacible portugués -Éboli- con su cordura que era mucha. 

Al ocupar el trono don Felipe, nombró a su acompañante de juegos infantiles consejero de Estado y Contador Mayor de Castilla, dándole más tarde el título Príncipe de Eboli.. Ya en posesión de este título, a pesar de lo muy halagado, o quizás por ello mismo, que se sentía como prícipe italiano, vendió sus fincas en Italia y las adquirió en España en tierras de la Alcarria. El monarca le hizo Grande de España  con la denominación de duque de Estremera. Lo cambió en 1572 por la de duque de Pastrana. y allí fundó su casa y mayorazgo. 

La 'Historia de Pastrana', de Mariano Pérez Cuenca, nos informa cómo el César Carlos I, con bulas de los pontífices Clemente Clemente VII y Paulo III, vendió, en 1541, Pastrana a doña Ana de la Cerda, esposa de don Diego de Mendoza, conde de MélitoEl precio fue de diecinueve millones cuatrocientos seis mil novecientos veintidós maravedises , tasando cada vecino a razón de dieciseis mil maravedises uno con otro, incluidos los clérigos. La escritura comprendía también los pueblos de Escopete y Sayatón. Muerta doña Ana de Lacerda, lo compró, hacia 1566, el Príncipe de Éboli. 

Murió éste el 28 de julio de 1573 y Ana -más obediente que Ofelia a Hamlett cuando le manda irse a un convento- se dirige a la fundación teresiana de Pastrana <presentándos -escribe Marañón- ante la turbulenta muchedumbre pueblerina ya en hábito, que, por no esperar a que le hicieran el suyo, era del padre Mariano, gran enemigo de las mujeres, según nos cuenta Santa Teresa>. Nadie le había mandado al convento. <Es de presumir -seguimos a Marañón- que durante lla enfermedad del príncipe que fue muy breve, la imaginación turbulenta de doña Ana urdió este golpe de teatro. Este golpe efectista nos hace recordar el de Paulina Bonaparte, cortándose el cabello y cometiendo otras excentricidades al morir su marido el general Leclerc sin que tales demostraciones fueran obstáculos para continuar en seguida coleccionando amantes y contraer segundas nupcias. La princesa de Éboli no contrajo segundo matrimonio, pero ... 

La pricesa monja.

¿Cuál fue la conducta en el convento? La de una inadaptable en constante pugna con la Comunidad; resultó rofética la exclamación de la priora sor Isabel de Santo Domingo: ?¿La princesa monja?, ya doy la casa por deshecha...'.  Ante el desbarajuste que promoviera, se comprende que el Rey no podía acceder a la petición que le hiciera -en carta dirigida desde el convento se firmaba Ana de la Madre de Dios- de eximirle de las obligaciones impuestas por el testamento de su marido al nombrarla tutora de sus hijos y administradora de su hacienda, porque había decidido profesar. En otra carta insistirá en su propósito: este es vivir y morir en el hábito que tengo y en esta casa, por haberla fundado mi marido. Mientras tanto los superiores de la Orden pedían al monarca obligase a la Éboli a abandonar el convento. Felipe II dio la carta a su secretario Mateo Vázquez para que la examinase en el Consejo de Castilla. 'Al fin obligaron a exclautrarse a la turbulenta señora a los seis meses de su monjio' (Marañón). 

Como desde su palacio de Pastrana contin molestando a las monjas, Santa Teresa solicitó de los prelados que las carmelitas abandonaran el convento de Pastrana y se fundase uno en Segovia. En este fueron recibidas las monjas de Pastrana por Teresa de Jesús y la comunidad segoviana. La princesa consigue del provincial de la Orden de San Francisco que el desocupado convento le ocupara una comunidad de franciscanas concepcionistas. 

En la Corte ya viuda.

 Se vino a la Corte en 1576. Nace su liaison con el secretario de Felipe II -y no me refiero a Mateo Vázquez sino a su compañero y rival en el caso de Escobedo- , empiezan unas páginas de la pequeña historia que originarían otras en la grande. Doña Ana de Mendoza y Antonio Pérez forman en la Historia una pareja siniestra; hicieron amor con la política -mala base para el amor- y política con el amor., de esta mezcla resultó la explosión. Y de la contumacia de los amantes que tras las gravísimas inculpaciones de que eran objeto pretendían continuar su escándalo, contumacia que el rey quiso conocer de visu, y así 'algunas nochessalía solo por una puerta excusada de Palacio -nos cuenta Salvador Bermúdez de Castro, biógrafo de Pérez- a rondar la calle de la Almudena, por sorprender el secreto de las relaciones de su secretario. En una de estas excursiones pudo convencerse de la por sus ojos de la perfidia y la doblez de su valido y de la dama'. 

Vmos cómo da la noticia Marañón en su, varias veces citada, monumental biografía; es tajante, contundente: 
La princesa de Éboli, después de enviudar fue la amante de Antonio Pérez . Juan Escobedo, al venir a España desde Flandes, en 1577, se enteró de estos amores y aún sorprendió a doña Ana y a Antonio en escenas de escandalosa intimidad. Indignado por el escarnio que se hacía a la memoria del Príncipe, su protector, amenazó a los adúlteros con contárselo al Rey, y ellos aterrados, decidieron deshacerse del delator.   
Antonio Pérez con sus intrigas al Rey contra el hermanastro don Juan de Austria se le había ganado, y así consiguió que el monarca autorizara la muerte contra el secretario personal de éste.En el proceso en que se investigó la muerte admitió el Rey su responsabilidad y pidió a los jueces que interrogasen a Antonio Pérez en torno a las falaces causas que le presentó para que diese su conformidad para matarle.por cualquier medio. Se procedió a la tentativa de envenenarle, que no cuajó, y por último, como cuarto intento, se recurrió al asesinato por mano armada. Según Marañón, las transcripciones de los documentos copiados en los "Procesos de Castilla contra Antonio Pérez" demuestran más allá de toda duda que a Felipe II no se le puede absolver de una parte importante de la culpabilidad de este crimen".

Al quedar claro el engaño de Antonio Pérez a Felipe II, en la noche del 28 de julio de 1579 se le detuvo y encarceló. Primero se le enjuició por asuntos de corrupción y fue condenado a dos años de cárcel. Iniciado el proceso por el asesinato de Escobedo, acabó confesando su crimen al ser torturado.    
                                                                         
Divergencia de versiones en la verificación del asesinato. 
A las siete de la tarde de un 31 de marzo de 1578 Juan Escobedo, secretario y mano derecha de don  Juan de Auustria, el hermano bastardo del Rey, encontró la muerte en la calle Almudena de Madrid. El secretario cántabro había estado <<gran rato, hasta ser de noche>> en casa de Ana de Mendoza y de la Cerda, prícesa de Éboli y viuda de Ruiz Gómez de Silva. Cuando regresó a su hosppedaje junto a dos criados y un paje, los cuales iban alunbrando su paso con antorchas, fue emboscado por un grupo de hombres armados. Uno de ellos le mató de una sola estocada que atravesó su cuerpo de la a lado.  
Empero en la revista 'La aventura de la Historia' podemos leer:
La noche del lunes de Pascua, 31 de marzo de 1578, montado a caballo y precedido d unos criados con antorchas, Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria, regresaba a su casa de Madrid, cercana al Alcázar Real. Al parecer, vuelve de una cita galante con una dama casada, Bernarda de Guzmán, esposa de Sancho de Padilla, castellano de Milán.
Al atravesar la callejuela del Camarín de Nuestra Señora de Atocha, junto a la iglesia de Santa María, tres sicarios armados le salen al paso. Uno de ellos, Insausti, diestro espadachín, atraviesa a Escobedo de parte a parte de una sola y mortal estocada. El secretario se desploma del caballo. 
En lo esencial, el crimen se practicó de la misma manera, pero en un escrito iba caminando, y en el otro parece que a caballo. En uno, y esto sí es importante, regresaba de casa de la Éboli, mientras en el otro lo hacía desde la de una amiga. 

Tras once años de cárcel se dió a la fuga -abril de 1590- ayudado por su esposa, Juana Coello, marchándose a Zaragoza para acogerse al derecho foral. Felipe II hizo que la Inquisición le acusara de herejía, pero no pudo prenderle como tampoco a través de ejército enviado tal ciudad, pues huyóa Francia facilitándoselo Juan de Lanuza, justicia mayor de Aragón. Allí asesoró a Enrique IV e igualmente a Isabel I de Inglaterra en ataques militares contra Felipe II en tanto publicaba escritos que incrementaron la leyenda negra contra la Monarquía Hispana. De Secretario de cámara y Secretario del Consejo de Estado pasa a gran traidor. Al morir el Rey perdió interés político, falleciendo en París -1611- absolutamente pobre.      
                                                                     
Caída en picado de la princesa de Éboli.

Ana es encarcelada el 28 de julio de 1579 en el torreón de Pinto; en febrero de 1580 es trasladada a Santorcaz; en marzo de 1581 a su palacio de Pastrona en el continúa su encarcelamiento durante los últimos once años de su vida, acompañada de su hija menor, que tras su muerte sería monja, y de tres criadas. Tras la fuga de Antonio Pérez mandó Felipe II colocar rejas en las puertas y ventanas del palacio ducal. 

Según Almudena  de Arteaga del Alcazar, descendiente directa de la familia Mendoza,
Nunca llegará a saberse el porqué del ensañamiento del rey con su hasta entonces protegida Princesa de Éboli, nunca conoceremos la verdad sobre sus supuestos amoríos con el rey, y sobre si es cierto que lo que enfureció al rey fueron los celos hacia Antonio Pérez o bienlas inducidas sospechas de traición por parte de don Juan de Austria, o bien todo este revuelo junto o quizás algo que ni siquiera tuviese que ver con este revuelo. El caso es que la Princesa de Éboli acabó sus días entre rejas [...] y asomándose a la ventana enrejada, que del palacio daba a la plaza, solamente durante una hora al día. Parece quedar ahí prendida su sombra, en la que popularmente se conoce como "la reja de la hora".
Pese a la dureza con que Felipe II trató a Ana de Mendoza y de la Cerda, a la que llamaba 'la hembra', fue siempre resuelto protector de sus hijos.En pos de ello le quitó la administración de los bienes. Por lo duro que fue con ella, si se quire insensible, cruel, es de suponer que no tenía de ella elevado concepto, solo era una hembra. ¿Le atrajo como tal? Las malas lenguas murmuran los amoríos a que alude Arteaga y otras plumas, hay tanto de hipotético en su vida. Ni siquiera se sabe a ciencia cierta el porqué del parche en el ojo derecho. Interesante es el artículo de José Mª March, titulado "La princesa de Éboli no era tuerta", publicado en 'Boletín de la sociedad española de excursiones', en el que también descarta el amorío con el rey, exponiendo de manera literal:
Lo de sus amores con Felipe II hay que relegarlo ya de una vez al reino de la fantasía, pues es completamente falso; mejor dicho, calumnioso: como ha demostrado plenamente Gaspar Muro en su conocida 'Vida de la princesa de éboli', sin que Cánovas del Castillo lograra hacerlo creíble. De su talento no dio prueba alguna especial; de su travesura, muchas.
Analiza su belleza, tuerta o no, así como a traves de la literatura el hecho de adoptar taparse un ojo con un parche. .En Wikipedia podemos leer que entre las teorías de la pérdida de su ojo derecho la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia. [...], quizá no fuese tuerta sino estrábica. Mal le fue en el arte de esgrimir, caso que tal fuera la causa de lo del ojo. Léase sobre esta incógnita el 'Trabajo presentado en el Seminario de Oftalmología Ramón Castroviejo de la Universidad Complutense de Madrid el 16 de diciembre de 2010, se titula "Patología ocular de la princesa de Éboli".    

 Los padres de Ana se llevaban mal por lo mujeriego que era él, tanto es así que terminaron separándose, circunstancia que no deja de repercutir en todos los aspectos en la descendencia. Ella se unió a su madre . En el ambiente familia que transcurrió su infancia y juventud se forjó un 'carácter,, orgulloso, dominate y altivo. Pero también voluble, rebelde y apasionado, como el de los antiguos Mendoza. Muy dada al lujo, despilfarradora.. ¿Cómo era físicamente? Según los cronistas, bella; en las capitulaciones de boda es descrita como "bonita aunque chiquita". La citada biógrafa hace así su etopeya:
Podría decirse de Ana que su afán de poder, de protagonismo, su ambición y su querencia por salirse siempre con la suya, chocaban de forma frontal consu constatable inestabilidad emocional, su gran talón de Aquiles. De natural orgulloso, concentraba la mayor parte de sus energías enejecutar sus caprichos y sus intenciones,  pesase a quien pesase, y eseo generaba que, al mínimo tropiezo o contradicción, cayese sin remedio en el desaliento y la frustación. Así, su desmedido orgullo y su temeraria pasión la colocaban con frecuencia frente al abismo. 
Hace a continuación la cita que he colocado como epígrafe. En definitiva, que era más bella físicamente que moralmente. Hay unanimidad en cuanto a que el móvil que le acercó a Antonio Pérez fue hacer  "negocios", eran dos corruptos y dos intrigantes. Su fin: medrar.   

                                                                     
 
                                                                             
Los últimos momentos de Juan de Lanuza, defensor de las libertades del Reino de Aragón, decapitado  por orden de Felipe II.
              

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