sábado, 8 de agosto de 2015

El viaje como medio de cultura es una engañifa

Dice Cervantes por boca del caballero andante Alonso Quijano, que el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho. Don Quijote es tan acérrimo lector que, leyendo 'se pasa llas noches de claro en claro, y los días de turbio en turbio'. Y como, según el clásico, nada con exceso, ocurrió que en su demasía de lector enfermó de rara locura, pero, como se ha dicho, 'salvo su graciosa locura, era un dechado de buen juicio y de rectitud moral'. Para nuestro Príncipe del Ingenio cuenta en primer lugar para cultivarse, en la acepción de 'desarrollar, ejercitar el talento, el ingenio, la memoria, etc.' la lectura, se entiende la lectura-estudio. El viaje por la geografía viene como añadidura, asimismo el que de un modo inexoable realizamos por la cronología. Pero. ojo, el viaje por la lectura, por la geografía, por la vida, aprovecha en función de nuestra inteligencia natural. Si ésta se halla bajo mínimos, ni siquiera el cultivarla vale gran cosa; muy conocido es  Quo natura non dat, Salamantica non praestat, lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta, lo que viene a respaldar este otro refrán: Ignorante graduado, asno albardado, aclarándonos el paremiólogo su significado, algo que todos estamos cansados de ver, y es que las titulaciones no siempre son sinónimos de sabiduría y, a veces, encubren la falta de inteligencia. Han de aunarse lo más posible el "hombre fábrica" y el "hombre almacén", según la distribución que hace Jaime Balmes en 'El Criterio', es decir, la inteligencia, el talento, con el hombre culto, con la erudición, o amplios conocimientos en una ciencia o arte, así como 'lectura varia, docta y bien aprovechada', que es la tercera acepción del término.La verdad es que si de poco sirve el estudio sin talento, tampoco sirve gran cosa éste sin aquélla. 

Distintos móviles al viaje, la vanidad es el general.

De las disquisiciones hechas se infiere que el provecho del viaje depende de la inteligencia y cultura de cada cual, otra cosa es que puede gustar a más de los que pueden obtener gran beneficio de él, incluso a aquellos de los que se dice que viajan como las maletas. Siempre, en fin, y aún para el más ignaro y de cortos alcances proporciona distración, ya lo dijo nada meno que Séneca: El cabalgar, el viajary el mudar de lugar recrean el ánimo. No existe sólo en el viaje el placer y mejora cultural, si bien Miguel de Unamuno repulsa al turista que no persigue meta cultural. En Andanzas y visiones españolas escribe:
¿Para que viajan la mayoría de los que viajan? ¿Hay algo más azarante, más molesto, más prosaíco que el turista? El enemigo de quien viaja por pasión, por alegría o por tristeza, para recordar o para olvidar, es el que viaja por vanidad o por moda, es ese horrible e insoportable turista que se fija en el empedrado de las calles, en las mayores o menores comodidades del hotel y en la comida de éste. Porque hay quien ciaja, horroriza el tener que decirlo, para gustar distintas cocinas. Y otros para correr teatros, cafés, casinos, salas de espectáculos, que son en todas partes lo mismo y en todas igualmente infectos y horrendos. Y hay quien viaja, lo he dicho antes de ahora, por topofobia, para huir de cada lugar, no buscando aquel a que va, sino escapándose del aquel de donde parte. 
Admite, como vemos, aparte del viaje por pasión, el que tiene por móvil la alegría o la tristeza, recordar u olvidar. George Sand habla en su libro 'Un invierno en Mallorca' de la evasión que proporciona el viaje.
Le diré, pues, sin más a mi lector por qué yo iba en aquella galera, y aquí lo tiene en dos palabras es que tenía ganas de viajar. Y a mi vez haré una pregunta a mi lector: -Cuando usted viaja, amigo lector, ¿por qué viaja? - Desde aquí le oigo contestarme lo que yo respondería en su lugar: viajo por viajar. - Yo sé muy bien que el viaje es un placer en sí mismo.; pero, en fin, ¿quién le empuja a ese placer caro, fatigoso, peligroso a veces, y siempre sembrado de decepciones sin número? 
Se autocontesta que la necesidad de viajar obedece a una huida de la amarga realidad. Relativamente se consigue, pues, como dice el escritor polaco Stanislaw Ignacy Vittkiewiez, pensáis escapar de vuestros problemas yéndoos de viaje. Y ellos partirán tras vosotros. Pero sigamos "oyendo" George Sand.
Si no quiere usted contestarme, yo me tomaré la libertad de hacerlo en su lugar. Es que no estamos realmente bien en parte alguna en los tiempos que coren [pues como en nuestros días], y que de todas la facciones que adopta el ideal (o, si esta palabra le irrita, el sentimiento de lo mejor), el viaje es una de las más sonrientes y más engañosas. Todo va mal en el mundo oficial [...]. No obstante, la divina esperanza sigue siempre su camino, prosiguieno su obra en nuestros pobres corazones e insuflándonos siempre este sentimiento de lo mejor, esta búsquda del ideal.  
Sí, en el tren de la vida vamos en busca de un ideal. Recordemos la composición titula 'El tren eterno', del libro 'Dudas y tristezas', ápub  Manuel de la Revilla: ¡Alto el tren! - Parar no puede. / - ¿Ese tren adónde va? / _Caminando por el mundo en busca de un ideal. / -¿Cómo se llama? / - Progreso. / - ¿Quién va en él? / -La Humanidad. / -¿Quién lo dirige? / -Dios mismo. / -¿Cuándo parará? / -¡Jamás!  
... cada uno por su parte - continúa diciéndonos Aurora Dupin, que tal era el nombre de la gran novelita francesa- va adonde le place. Aquél se sumerge en el arte, el otro en la ciencia, la mayoría se aturde como puede. Todos, cuando tenemos un poco de tiempo y de dinero, viajamos, o más bien huimos, porque no se trata tanto de viajar como de partir. [...] ¿Quién de nosotros no tiene algún dolor que distraer o algún yugo que sacudir? Nadie. [...]  En una palabra, cualquiera que se sienta vivir o languidecer está poseído de la fiebre del judio errante y muy pronto va a buscar lejos algún nido para amar o algún refugio para morir.
Mucho se ha escrito sobre él, abundante literatura ha inspirado esta leyenda varias veces llevada al séptimo arte y a la música. Dentro de este área Wagner compuso su ópera titulada 'El buque fantasma', tomado del libro de Enrique Heine, sobre tan triste y solitario navegante. En la obra operística halla a la mujer que con su amor le redimirá. Una vez más en los anales de la literatura la mujer redimiendo al condenado por su vida de soberbia. Senta le prometió serle fiel hasta la muerte, hubo un aparente motivo de celos y el holadés, cayendo en la desesperación, hunde su buque y Senda, llena de angustia, se arroja al mar desde un pricipicio, gritándole su fidelidad. El Océano, en plena tempestad, se calma, sale el sol, y emergen del agua el holandés y Senta abrazados. 


Viajar no es todo, ni lo mejor, ni siempre bueno. 
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye
música, quien no encuentra gracia en sí mismo. -P. Neruda-  
  
Hace falta ser necio para no amar la lectura, y, sin embargo, pocos de ellos hay que no les atraiga viajar ya dice el poeta y pensador estadounidense Emerson  que viajar es el paraíso de los necios. Tanto como un paraíso no es, y a veces no deja de ser infierno; pensemos, por ejemplo, en los destierros políticos. Ya que he citado a Unamuno, pensemos en el que sufrió dictado por Primo de Rivera, por los escritos contra su persona y la del rey, Alfonso XIII ,en la dictadura que estultamente permitiera el monarca, exclamando con alborozo: ¡Ya tengo mi Mussolini! , mientras su madre le advertía de que se había jugado la corona. Unamuno fue confinado a Fuenteventura en febrero de1924, cinco meses después era indultado, mas él se destierra voluntariamente a Paris, luego pasa a Hendaya hasta la caída de la dictadura, 1930, teniendo un recibimiento apoteósico en Salamanca a su vuelta, en tanto el dictador era exilado a Paris y el rey estaba tocando su exilio. (Mil perdones por la digresión y sigo con el tema trazado). 

En modalidades de viaje cabe también aludir a los que son de mero oficio, como los toreros, que tienen que ir de plaza en plaza a torear; las giras de los artistas de toda clase, desde los de teatro drámatico a los florclóricos; los viajantesde comercio; los azafatos y azafatos y pilotos de vuelo; revisores de trenes, etcétera, etc. Respecto a éstos dice el pintor y escritor Santiatiago Ruiseñol: Si fuerta verdad que viajar ilustra mucho, los revisores de los trenes serían cultísimos.     

Se viaja también leyendo; insisto en que es viaje imprescindible para la cultura y éste ha de ser constante. Aun así, siempre será insuficiente. José Cadalso expone en 'Cartas marruecas', esta verdad incontrastable : Se humilla mucho nuestro orgullo con esta reflexión: el tiempo que he de vivir comparado con el que necesito para saber, es tal, que apenas merece llamarse tiempo. 

El viaje de índole cultural únicamente puede tener verdadero rendimiento, producto, utilidad en persona culta, y aun así bueno es leer sobre el misno a priori  y a posteriori, puesto que durante el mismo no se suele disponer de tiempo ni de facilidad para ello. Si la lectura es viaje, aparte de una narrativa que lo tiene por tema, tal como las novelas de Julio Verne. Sabemos, además, que existe una específifica sobre el mismo, los llamados libros de viaje, a modo de guía, así como también un llamado periodismo de viajes. Existe el escritor de viajes de que puede servirnos de paradigma Javier Reverte con 'La aventura de viajar', 'El sueño de África'. Verdadeamente nada nuevo, pues no hace mucho releía de Stendhal, 'Viajes por Italia'. También 'Recuerdos de Italia', de Emilio Castelar. Hoy día, además del libro y de la fotografía, contamos con el vídeo. 

Viajar viene a ser como releer: refuerza la cultura de la persona culta. No más en este aspecto. Ni siquiera el viaje de la vida produce igual fruto en todas las personas; ello se halla en base a la inteligencia natural y, fundamentalmente, a ser o no persona culta o iletrada. El poeta Solón, uno de los siete sabos de Grecia, da este consejo: Procura instruirte mientras vivas; no creas que la vejez trae consigo la razón. Como dice nuestro autor del Siglo de Oro, Juan Ruiz de Alarcón, siempre vieron muchos males los que mucha edad vivieron, mas de ello no se deduce sabiduría, como tampoco bondad., aunque haya sido hombre de gran sentido práctico.pero de los que les cuadra este aserto del citado militar escritor Cadalso: Apenas pueden llamarse hombres los que no cultivan su razón, y sólo se valen de una especie de instinto que lesqueda para hacer daño a todo cuanto se le presente, amigo o enemigo, débil o fuerte, inocente o culpado. Tal sujeto, por viejo que sea no ha mejorado, haya viajado mucho o poco. Lo del que viajar humaniza, vamos a dejarlo. 


   

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