viernes, 14 de septiembre de 2012

Desempleo, corrupción y miedo en España

El temor del aumento del paro en los pocos meses que lleva Mariano Rajoy en el poder, nada menos que de 800.000 personas, y consiguientemente el de desahucios incoados, es un hecho visible. Muy “humanitariamente” para que éstos no se acumulen en los Juzgados se ha creado una fórmula para que puedan realizarse vertiginosamente, que cuanto antes las familias que en tal trance lleguen a encontrarse sean recogidas por algún familiar o en su carencia se vean en la vía pública, pasar a engrosar la aterradora estadística de los de sin techo. Para la despiadada política de hoy día esto, digan, les resbala a los políticos, pendientes prioritariamente de otras miras. Éstas, desde luego, tendentes al beneficio de su gremio y, por tanto, de su persona, el lema viene a ser, nadie como yo. En una cosa-dice Antonio Gala- están de acuerdo unos con otros: los sueldos de los políticos no se tocan, hasta ahí podíamos llegar. Como regla general tienen la de tapar la corrupción de colegas de su partido, sin más excepción que cuando la misma es patente. Pero la facilidad que para no apercibirse de misma es increíble. Aznar, por ejemplo, defendió a Jaume Matas diciendo que era una persona de verdadera honestidad. ¡Si no llega a ser corrupto!


Un Presidente de España contra los españoles.

Procura Rajoy que se mantengan las Autonomías, importándole un bledo el gasto insostenible que supone sostener diecisiete Gobiernos y el derroche de ellos –de unos más que otros pero todos con ínfulas de megalomanía-; no ha hecho lo más mínimo en el cambio de la estructura del Estado. Innecesarias son las Diputaciones y no las elimina, no hace, en definitiva, nada en la política y los políticos para recortar gastos, sólo entiende de recortar al ciudadano, le va a dejar convertido en un muñeco, se propone conseguir muñecos a sus plantas supeditados. Y sigue en esta idea, tan inteligente como caritativa. Siempre se trató de engañar a los votantes para que no voten en blanco, pero ningún presidente llevó la mentira tan lejos como el que ahora nos toca sufrir: ha incumplido al cien por cien su programa electoral. No entro a detallarlo por cuanto es algo que desde la prensa de papel y la de Internet se ha hecho hasta la saciedad sin que haya posibilidad de que se dé por enterado y cambie.

Estando todavía en el poder el PSOE, concretamente el 15 de mayo de 2011, el economista y escritor José Luís Sampedro escribió una carta a cuantos queremos una Democracia real –real de realeza, pues obviamente con realeza no puede haber radicalmente auténtica democracia- y esta comunicación terminaba así:

Sobre todo, os animo a avanzar en la lucha hacia una vida más humana. Los medios oficiales no se van a volcar con vosotros y encontraréis muchos obstáculos en el camino, pero está en juego vuestro futuro –éste no mucho en cuanto al autor pues es nonagenario-. El 15 de Mayo ha de ser algo más que un oasis en el desierto; ha de ser el inicio de una larga lucha hasta lograr que, efectivamente, ni seamos ni nos tomen por “mercancía en manos de políticos y banqueros”. Digamos NO a la tiranía financiera y sus consecuencias devastadoras.

¡Políticos y banqueros, terrible simbiosis!, son dos especies distintas que para su provecho común los banqueros ayudan a los políticos, y éstos a ellos no controlándoles. Algunos políticos pasan a ocupar altos puestos en la banca, y alguno lo ha hecho de modo nefasto. Rajoy es muy indulgente con los aludidos, especialmente si son de su partido. Harta está ya la ciudadanía de la plaga de corruptos entre políticos, banqueros y empresarios aun cuando no sean de la banca. Pululan en el Partido Popular y abundan también en el PSOE. ¡Y hay que ver el paradero a que nos han traído estos dos partidos y la monarquía por ellos mimada! La nota cómica la dio la entrevista del 10 del mes actual de Rajoy en televisión; unas veces mentía y otras ocultaba sus propósitos, aparte de su costumbre de salir por la tangente.

Dos filfas memorables.

Dos mentiras, engaños, que dejarán profunda huella en la historia es la presidencia de Mariano Rajoy, que ya veremos cómo acaba, y la manera de actuar de la monarquía. Federico Jiménez Losantos lo ha definido así:

El nivel de idiotez de la casta política española si no fueran tan tontos, diríamos que son traidores, en algún caso son traidores de puro tontos; dirán, hombre pero con Zapatero. Sí, pero el proceso continúa, o sea, Zapatero no está pero el zapaterismo sigue. La crisis, no es crisis; el separatismo catalán, no es separatismo catalán; la ruina económica, no se comenta. ¿En qué hemos cambiado? Pues en que tenemos 800.000 parados más.

La filfa de la monarquía data desde su existencia, y la ha empeorado los hijos del rey y los inadecuados y, por añadidura, en el caso de las infantas, nefastos matrimonios. Vergüenza nacional y extranjera ha sido que la corrupción haya calado en la familia real, el supuesto enriquecimiento del rey, que era pobre, y el no supuesto y oculto enriquecimiento del matrimonio Urdangarín-Borbón, pues que no han podido ocultarle –ni ha habido rectificación como en el caso de la infanta Elena-, sino que salió a la luz a consecuencia del Caso Palma Arenas.

La hostilidad del rey hacia Urdangarín.

Pues va a ser que NO, queda de manifiesto en las noticias de estos días últimos. Que por lo que sufren en Barcelona, donde son personas non gratas, que pasen los fines de semanas en la casa que el rey tiene en Baqueira Beret. El rey –lamenta el citado Jiménez Losantos, y es para lamentarse- tapando los enjuagues familiares; en esto sí se está empleando su majestad el rey de España, en tapar los trinques, los robos de dinero público de la familia. Proclama también algo consabido, que la Constitución le obliga al rey asegurar la unidad de España y el cumplimiento de la Constitución. Nada más lejos de la realidad, ya que, por el contrario, no se hizo otra cosa que irla quebrantando a marchas forzada tal la política y responsabilidad del jefe del Estado y el Gobierno. A lo que parece al rey le importa más lo que sufren Urdangarín y su hija por lo trincado, que el hecho que se prevé de la independencia de Cataluña.

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