Mucho se ha escrito -así inicia Caro Baroja su obra "El señor inquisidor y otras vidas por oficio"- acerca de la Inquisición española y más aún sobre la Inquisición en general. Para cantidad de personas -sigue diciéndonos- la existencia prolongada del Santo Oficio ha sido el obstáculo más difícil de salvar en un examen objetivo del Catolicismo. Evidentemente, mal parados salen los católicos, entre ellos los Reyes Católicos y su bisnieto Felipe II, auténticos fanáticos. De este rey apunta el citado Baroja que 'sigue siendo conocido como "el Prudente" con beneplácito de muchos. Si se le hubiera llamado "el Laborioso", "el Escrupuloso", "el Religioso", etcétera, creo yo que hubiera quedado mejor definido y caracterizado, porque aquel rey no tuvo prudencia, es decir, la capacidad de discernir lo que realmente convenía hacer encada caso, en ocasiones memorables y decisivas, como la de la Gran Armada.
De esta mancha de crueldad que gravita sobre la Iglesia, ésta se defiende: 'El principio de la Inquisición puede ser justificado considerando que la Iglesia se defendía por estos medios de lo que consideraba un peligro mortal. Las crueldades e injusticias que algunas veces resultaron de la aplicación del principio, se comprenden por la mentalidad de la época, y nada tienen que ver con la validez de la enseñanza dogmática de la Iglesia'. (Diccionario católico de información bíblica religiosa', inserto en la Biblia 'The Catholic Press', Chicago 1970). ¡Que manera tan sutil de defenderse de la crueldad que in illo tempore practico la Iglesia!
Los reyes en general y su sentimiento de caridad.
La calidad cristiana de los reyes, por mucho que aladren de su fe, hay que ponerla bajo mínimos. Es incontrovertible que con poca conciencia o sin ella no se puede tener fe, lo que ocurre es que se puede simular aun cuando nuestras obras se hallen en pugna con tal virtud teologal. Centrándonos en Fernando de Aragón e Isabel de Trastámara se puede señalar que más se atuvo ella a la Ética y a la Moral que él, mas es notorio que la medio hermana de Enrique IV no siempre actuó con conciencia. Entre otros hechos, la implantación de la Inquisición no la revela como humanitaria, pese a las 'leyes de Indias.
Defensores y detractores de Isabel y Fernando.
Buena defensa de ellos hace Augusto Martínez Olmedilla en la biografía de dicha reina:
'Se ha censurado a estos monarcas la intransigencia religiosa. Pero téngase en cuente que la inquisición existió en toda Europa con las mismas características que en España, aunque con eficacia menor, puesto que aquí se pudieron evitar las guerras de religión, que costaron en otros países millones de víctimas, junto a las inmoladas inquisitorialmente aquí representa un porcentaje mezquino. Y en cuanto a la persecución de los judíos, compárese con la que hemos presenciado en los últimos tiempos y seguimos presenciado todavía. Se trata sin duda de hechos dignos de lamentación, pero que no deben cargarse, como es costumbre, a la cuenta de nuestra leyenda negra.`.
La biografía de Isabel la Católica, de Olmedila, está publicada en 1945 y tanto las circunstancias políticas en aquel tiempo como la propias del autor, relativas a ésta, no le permitían ser objetivo, mas aquí sinceramente. (Vetado en su faceta de comediógrafo se refugió el la historia). Era la época franquista en su primer tiempo de exaltación de Isabel y Fernando, de ilusoria idea imperialista. "Los portavoces de los franquistas -expone Fernando Díaz Plaja, ap. 'Otra historia de España' - llevaron a alturas increíbles los nombres de Isabel y Fernando, cuya obra, se decía, íbamos a continuar". ¡Era el delirio de la victoria!
El inquisidor, su actividad y compensación económica.
El inquisidor, más que inquirir, lo que hacía era maltratar a los súbditos del rey, respaldados por éste. (La reina consorte Sofía si hubiera tenido presente la Inquisición no hubiera dicho a Pilar Urbano mientras, a su dictado, la escritora confeccionaba su biografía, que la diferencia entre un presidente y un rey es que éstos quieren a sus súbditos) Recibía el inquisidor una buena paga por su """santo""" oficio; "cobraba en la época de Felipe II hasta 100,000 maravedíes de salario anual, más 50,000 de costas y otras gabelas, frente a un médico que venía apercibir 50,000 maravedíes. 100,000 tenían de sueldo los jueces de la Audiencia designados por el rey a partir de 1525. Advierte también Caro Baroja que el inquisidor tenía además alguna canonjía.
Como vemos, tal actividad estaba muy bien pagada, lo que no hay posibilidad es de ver la sanidad de ella. Destaca entre los inquisidores el dominico Tomás de Torquemada, que era confesor dela reina Isabel de Trastámara y a instancia de ella fue nombrado inquisidor general. No le importaba, pese a su gran catolicidad, que tuviera por dedicación la de prestamista, usurero.
En la Edad Media la libertad de pensamiento en cuanto a religión era controlada por la Iglesia, que en pos de ello practicaba martirios y crímenes horrendos. ¡Qué sadismo, en su acepción de 'crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta!