viernes, 5 de abril de 2013

ACERCA DE LA IMPUTACIÓN DE LA INFANTA CRISTINA

La imputación de la hija menor del Rey ha venido a revelar muchas cosas -feas-; en primer lugar que el monarca acostumbra a poner en práctica la expresión de donde dije digo "digo", no digo "digo", sino digo "Diego", "locución famosa que se aplica al que incurre en confusión, o contradicción y al que se ve obligado a rectificarse" (DAE).   Se contradijo de un año a otro, como todos sabemos, y en esta ocasión de haberse decidido el juez a involucrar a la infanta en la causa penal que lleva respecto a Iñaki Urdangarín, se ha contradicho de la mañana a la tarde. Y sin tener porqué rectificarse. Es incuestionable por respecto a la ciudadanía ha debido mantener su palabra, cuanto emitió respecto a que la Justicia es igual para todos, etc. En efecto, así debe ser, en el orden moral y de derechos humanos, pero es que además lo consigna la Constitución en su artículo 14, proclamando la igualdad ante la ley. Los españoles -dice- son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. No me explico, nadie se explica, sea excluida la persona del rey, la impunidad que, el mismo texto, contradiciéndose, le concede. Es evidente que la Carta Magna está pidiendo a gritos una reforma; acaso desde su principio, y no digamos tras de tantos años de haber sido redactada. No puede ser inmutable. Los que, absurdamente, están defendiendo a ultranza la no involucración de Cristina de Borbón y Grecia por ser vos quien sois, aparte de incurrrir en el absurdo se saltan la Constitución a la torera. Por otra pare, ¿Dónde está la inhibición prometida por el rey y por el gobierno de Rajoy? 


Esta cloaca de corrupción a que se ha llegado es, además, incrementada con cierta tolerancia de la misma. Con los llamados corruptos, en más cruda palabra, ladrones -de guante blanco pero ladrones- debiera haber tolerancia cero. Se trate de quien se trate. Y para ello es conditio sine qua non, condición indispensable, que los políticos no interfieran la Justicia pro domo sua, en beneficio propio. El político honrado va a servir a la ciudadania, no a servirse de ella, mediante manejos turbios e indignos, cuando no con el trinque. No ha de entender que el voto que se le ha concedido es para que haga lo que le dé la real gana, ni que el Gobierno que obtiene mayoría absoluta es como si dispusiera de carta blanca. 

Rajoy ha decepcionado por su falta de palabra y por su incapacidad; no es, ni mucho menos, el presidente -del partido que fuere de los dos que vienen gobernando en este reino- idóneo para este tiempo; hace un lustro que España quedó hecha añicos. La mayoría que obtuvo, tras dos derrotas monumentales, sólo se debió a lo harta que la ciudadanía estaba de Zapatero. Éste fue perdiendo credibilidad paulatinamente, pero Rajoy la perdió totalmente al muy poco tiempo de ocupar La Zarzuela. Tan difícil es calcular quien de los dos ha mentido más, como dónde hay más "chorizos" de los dos partidos políticos que, sucediéndose, gobiernan en este país nuestro que llevaron al estado agónico en que hoy día se encuentra y con creciente, día a día, desprestigio frente al extranjero. 

Y en este maremagnum de miseria material y moral se aferran, quienes se aferran, a que la infanta sea tabú. Hay un sector en la prensa que actúa con ecuanimidad, llevados de su honestidad e inteligencia. (Repugnante la miopía mental, pero más aún la inteligencia sin honestidad; ni en un caso ni en otro se es ecuánime). Respecto a la imputacion de la Infanta, en el fondo una ciudadana más, hay múltiples debates en la prensa oral, es, por supuesto, la última noticia cumbre. He aquí el acertado criterio de Federico Jiménes Losantos; da incontrovertiblemente en la diana, concuerdo en su totalidad de criterio:

Lo tremendo no es que haya sido imputada la Infanta ayer, es que no lo haya sido antes, y si no lo ha sido antes es porque la Fiscalía, es decir, el señor Torres Dulce, el señor ministro de Justicia, Gallardón, y don Mariano Rajoy se han empeñado en que no se cumpla la ley, en que la ley no sea igual para todos, a que la ley no se aplique a Cristina de Borbón y Grecia que se ha dedicado a saquear fondos públicos y privados en nombre de la Corona con su marido Iñaki Urdangarín, con el socio de su marido, Diego Torres, con la señora, con García Revenga, su secretario en La Zarzuela, y con la asesoría del abogado de La Zarzuela y del rey, el señor conde de Fontao. 

Notorio y notable -notable en sentido abyecto- es el quinteto de la sociedad sin ánimo de lucro, pero de espantoso lucro, así como la intervención del aludido José Manuel Romero, hombre de confianza del rey. En cuanto a la Fiscalía expone Losantos:

...comportamiento intolerable de la Fiscalía. Si la Fiscalía que se llama Anticorrupción está protegiendo de una manera tan desvergonzada algo tan evidentemente incurso en caso de corrupción como Cristina de Borbón y Grecia es intolerable. En un país discreto en el fondo, que se respete a sí mismo, es intolerable que el Ministerio Público se dedique a proteger actividades delictivas en vez de perseguirlas, y esto es lo que está haciendo la Fiscalía, y eso es lo que laFiscalía, el Ministerio de Justicia y el Gobierno del señor Rajoy están haciendo: proteger las actividades presuntamente delictivas de Cristina de Borbón y Grecia, que sólo por llamarse así debería de abstenerse de haber metido la mano, sola o en compañía de otros, donde no debía, en el dinero de los ciudadanos, no suyo, porque los españoles no pertenecemos al rey. El dinero de los españoles no pertenece a la Corona, y tampoco el Gobierno, dicho sea de paso y a ver si se entera. 

No deja de manifestar la colaboración del rey en los "negocios" de su yerno. Sí, esto no sólo lo ha puesto de relieve Diego Torres con sus correos. 

Miedo e incredulidad a que no se haga justicia con la mujer de Urdangarín.

Ello no puede estar más extendido; ahora bien, de ser así, irse de rositas Cristina, que no la mujer de Torres, dejaría una desvergüenza y un peligro. Cierto que ya la institución monárquica no puede hallarse en mayor precipicio. No deja de consignarlo Federico en sus mañanas:

El Rey, el presidente del Gobierno y el ministro de Justicia y, por ende, la Fiscalía, pueden seguir haciendo lo que quieran. Es posible que el juez Castro se amedrante, pero, desde luego, lo que no van a poder ya borrar es la mancha terrible que en materia de respeto ciudadano tienen ya sobre sus cabezas, coronadas o tirando a calvas. 

De Gallardón no deja nuestro buen analista político, que debiera estar imputado por haberles dado a los Urdangarín ciento cuarenta mil euros del Ayuntamiento de Madrid sin ningún objeto. Bueno, añado por mi parte, esto es tan conocido, a través del caso Urdangarín, como lo fue de siempre lo gigantescamente endeudado que tenía dicho municipio durante su alcaldía. 

Aludí al principio a la salida por peteneras de tanta gente en la prensa, ya el presentador, ya el que interviene presente, por teléfono o por correo. Hecho lamentable que me lleva a comprobar la certeza de estas palabras del Eclesiastés: Stultorum infinitus est numerus, el número de los tontos es infinito. U a otras semejantes: Son tontos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen. Baltasar Gracián. E insisto en que el peor tonto es el que por conveniencia no le importa pasar por tal.

Hoy la prensa de papel -Federico dixit- da un verdadera recital de absoluta desidia ciudadana, de desidia moral,de desidia ética y de desvergüenza absoluta. Porque ninguno de los que hoy dicen que no hay pruebas contra Cristina, o no so suficientes, ninguno de ellos se lo cree. Todos saben que si no fuera la hija del rey se la hubiera llevado por delante la primera. 

Es patente -patente y marca-, porque fue el alma, en su acepción de "sustancia o parte principal de cualquier cosa" (DAE), de la... obra de Urdangarín, sin ella le hubiera sido imposible conseguir tanto... engaño convertido en dinero. Ni el más tonto auténtico, ni el más tonto ficticio, histriónico, caradura o sinvergüenza puede negarlo. Tampoco la circunstancia de que el matrimonio se enriqueció con los "negocios" -delitos penales imputados a Urdangarín- conjuntamente. 

Para imputar a la infanta Cristina basta con abrir los ojos o no mirar a otra lado. El juez le ha echado valor, al fin, pues ha bastante tiempo que hubo de ver que es indefectible imputarla. Por lo que de dificultad tiene llevarlo a efecto por ser hija del jefe del Estado, lo ha demorado hasta aquí en que ha reunido más de una docena de pruebas. En contra ha tenido también a uno de los fiscales, el que ahora defiende a Cristina. Al rechazo de Jiménez Losantos le sigue la inmensa mayoría de la ciudadanía a toda escala social y en todo tipo de prensa. La manera de pronunciarse el fiscal en cuestión -está por ver si la Fiscalía le atiende- es inconcebible por lo que tiene, como queda expuesto, de improcedente. 

Me hizo gracia, resulta divertido, chistoso, leer este comentario de un anónimo a la noticia de la oposición del fiscal -¿por qué no firmar?, perdura un miedo ancestral-: Pues menos mal que es "anti" corrupción, más bien debería llamarse "pro" corrupción. Teniendo en cuenta esta actuación, no me extraña que este sea un país lleno de mangantes. 

En descargo de los Tribunales de Justicia cabe decir que en el fondo están maniatados para meter mano a los corruptos. Mientras dependan del jefe del Estado y del Gobierno, el ya citado artículo 14 de la Constitución es mera filfa Se está pregonando que se deja "manos libres" a la Justicia, mas ello no pasa de palpable mentira, hipocresía, vicio político. Dice una máxima de La Rochefoucauld que la hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud. ¡Pero cuán vergonzoso homenaje! El de robar viene imperando, dominando, en España a lo largo, ya lo hemos dicho, de esta monarquía, ya dijo Juan Balansó que el reinado de Juan Carlos I pasaría a la Historia como el reinado de la corrupción. 

Murió en 2004.¿Qué diría hoy? No vio la boda morganática de Felipe de Borbón, razón, en cuanto a las suyas, por la que dos de sus tíos abuelos tuvieron que renunciar a la sucesión en la Corona, y, bueno, pues ya repulsaba también los inadecuados respectivos matrimonios de las dos infantas. Sí, hoy día no se quejaría de la tácita severa censura que existía para la Familia Real que la cubría como un valladar para hacer su voluntad, su voluntad non sancta por lo general. Por rey que se sea, ningún monarca, o sea, rey reinante, puede hacer lo que le dé su "real" gana desde que dejaron de ser absolutistas -en España el último rey absolutista fue Fernando VII-, su reinado ha de tener por base la ejemplaridad. ¿Qué ejemplo está dando la Familia Real que designó el dictador Francisco Franco? Veremos lo que nos queda por ver con en el caso Urdangarín-Borbón.                                                      
                                     

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