de tender continuamente hacia la verdad,
respetarla y atestiguarla responsablemente.
Vivir en la verdad tiene un importante significado
en los valores sociales : la comunicación de los
seres humanos dentro de una comunidad, en
efecto es, la búsqueda de la verdad.
- Juan Pablo II -
No
se puede decir –es evidente contrasentido- que ‘el párroco Alfonso Águeda
Martín puede ser impulsivo, aunque excelente sacerdote por otra parte’ No es tan excelente sacerdote si es impulsivo. Según
el diccionario de la RAE,
‘se dice de una persona que suele hablar o proceder sin reflexión ni cautela,
dejándose llevar por la impresión del momento’. Cualquier persona inteligente,
eclesiástico o seglar, ha de ser reflexivo y proceder con circunspección. En
cualquier caso, queda palmario que se ha procedido torpemente.
Según
he leído, en los veinte años que el mencionado lleva destinado en el
pueblo , está luchando contra el alcalde –antes Eusebio García González, ahora Jaime Pérez Esteban- para
dilucidar la titularidad de la iglesia y lo que queda de lo que fue monasterio.
Si antes muere –últimos del pasado 2017- el primero, antes pasa la polémica, la
controversia, a los Tribunales de Justicia. Esto ya es, per se, raro. En las dos
legislaturas que lleva el Sr. Pérez Esteban ha surgido tan lamentable
circunstancia: un lite entre la iglesia, su represente, y el Ayuntamiento. Y
tratándose de algo que no corresponde al Derecho, sino a la Historia. Es, obviamente, en
este terreno donde tienen que entrar de lleno los abogados y los jueces. Lo
fundamental en este caso de Historia, como también en los jurídicos, es llegar
a la verdad.
A
este alcalde todo se le vuelve impedimentos, obstáculos: Se encontró totalmente
vacías las arcas del Ayuntamiento, como ya he puesto de manifiesto en la
primera parte de este artículo, y hube
de pedir un rescate al Gobierno por 450.000 euros al 6% a 10 años, teniendo que
aceptar un plan de ajuste por el que el Ayuntamiento estará intervenido hasta
2022. Pleito con el cura párroco, o sea contra el obispado, a lo que ya hemos
hecho referencia, y en estos días la virulencia que ha tomado la falta de agua
potable en los pueblos de Ochando, Balisa y algún otro de los pertenecientes a
Santa María la Real
de Nieva.
Item. Acudiendo a mi blog se puede ver otro
problema, el cual atañe a los contrincantes, y es la mentira del sepulcro que
se exhibe en el presbiterio de la iglesia parroquial –hogaño no hay otra,
antaño hubo también la capilla del colegio de frailes dominicos—con la falsa
inscripción del arcosolio. El cura se niega a taparla, y el alcalde a quitar de
la página WEB del Ayuntamiento las líneas erróneas al respecto. Es axiomático
que lo uno y lo otro procede desde que la prueba científica de ADN dio rotundo
mentís a la falsa inscripción. La propiedad interesa a todos, pero, como a la
vista tenemos, la verdad a ninguno. En balde vengo rogando al párroco del
pueblo –lleva en él ejerciendo de tal desde 1998 que sucedió a su homólogo en
el cargo José María Martínez Nieto que lo ejercía en la localidad santamariense
desde 1972 y que, por tanto, fue el titular del templo cuando a finales de
octubre de 1994 apareció, mediante una obra de albañilería que realizaba el
albañil Carlos Santos González, residente en Cobos de Segovia en aquel entonces,
un esqueleto incompleto de mujer. ¿Por qué cesó, y no para ascender a Segovia, el
veterano párroco? Tengo entendido que guarda relación con los restos, mas al no
saberlo en detalle, no puede entrar en ello. Me he dirigido a él, destinado en
Cantimpalos (Segovia), ya que había buena relación entre nosotros, pero, pese a
ello y a haber recibido mi correo electrónico no he obtenido respuesta. Según
comentarios oídos, que no puedo contrastar, ha de amargarle el recuerdo del
pueblo; su proceder con los restos –he oído decir, no más- le sirvió de disgusto.
Puedo pensar, pero no asegurar, que ha sido víctima de una mala pasada.
Mordaza, miedo, mentira.
No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca, o ya la frente,
silencio avises, o amenaces miedo,
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Así
empieza la extensa epístola satírica que Francisco de Quevedo escribió a don
Gaspar de Guzmán, conde de Olivares, en su valimiento.
Yo
tampoco callé cuando atacando mi casa en Santa María la Real de Nieva, lanzando
objetos inservibles, pretendieron intimidarme, ponerme mordaza, si bien hube de
acudir a la Guardia Civil
tras no atender mi queja el alcalde y mentirme en cuanto que él se lo había
comunicado y no hacían caso –tengo sus correos electrónicos sobre ello-, con lo
que ofendía al Cuerpo. Por supuesto que, tan pronto mi notificación, pusieron
coto en el sentido de tal locución verbal, o sea, ‘impedir que continúen
desafueros, desmanes, vicios, abusos’. Fuera de lo penal, ojalá pudieran
impedirlos en otros campos. Ni que decir tiene no se daría el caso de la
mentira del sepulcro y propaganda de la misma a que se aferró el anterior
alcalde –residente en el pueblo y fallecido hace diez meses- y en cuyo
aferramiento continua el actual, que lleva como tal desde la legislatura de 2011. Mi estancia en el
pueblo desde la década de los noventa fue a lo río Guadiana –antes rara vez
hacía acto de presencia por unas horas y sin pernoctar-y desde hace más de dos
años he vuelto a visitarlo como antes. Sé, no obstante por amistades, que no
han vuelto a cometer desmanes contra mi domicilio, tirando brozas a la galería
u otras picias, que también me hicieron por gamberros que no faltó quien me
dijo el alcalde conocía el alcalde. Se lo expuse, obviamente sin decir quién me
lo había asegurado, y él me expuso que no los conocía. No podía denunciarle,
porque en un pueblo nadie quiere indisponerse con el convecino, por
consiguiente no se presta a ser testigo, y menos contra el alcalde. No hay un
espíritu valiente, aun cuando sea sensato y honrado.
Cuenta,
por otra parte, el acomodadizo, el individuo que a todo se aviene fácilmente, en
el que no deja de haber cobardía. Por
miedo y/o comodidad son muchos los que han callado por esta mordaza. Mal, muy
mal, está en general, y pésimamente cuando se trata de una persona que tiene el
deber y aun la obligación de no avenirse a la mentira de la Historia. Por Santa María pasó
para hacer su tesina –tesina o tesis, no lo sé bien-, tomando por tema el
pueblo segoviano en cuestión, Antonio Sánchez Sierra y en nada de cuanto ha
escrito ha accedido a la imposición del entonces alcalde, Eusebio García
González, en cuanto a su inventiva de la mentira del sepulcro. Como he hecho
ver numerosas veces, al citarle, no se incorporó al cortejo de los fabuladores
de vía estrecha ni con el silencio, habló y lo hizo con toda veracidad.
Diametralmente
opuesta a él ha sido quien también ha elegido el mismo tema: Diana Lucía Gómez
Chacón, quien apechugó, y sin tener obligación ni encontrar en ello beneficio
alguno, con seguir la corriente al tal Eusebio que aún era alcalde cuando ella
arribó al lugar para estudiar los restos del monasterio existente en el mismo,
y del que, recientemente, ha terminado exponiendo:
No obstante, tras profundizar en la historia
del convento y de la Orden
de Predicadores, considero que la verdadera importancia del
monasterio no es tanto material, sino espiritual e histórica.
Exacto.
Bueno es hacer hablar a la piedra, a lo Antonio Gala.
Durante
siete años, y ante la imposibilidad de publicar su tesis, ha estado dándole
vueltas al tema en revistas. Al fin consiguió que la Diputación de Segovia
se la publicara el 10 de octubre de 2016 y no se deja de promocionarla, ya que
el día 7 de septiembre, que en el referido pueblo se celebran el día de los
Cirios –uno por cada calle del mismo-, se celebró este año en el salón de
Cortes del monasterio una presentación del libro: ‘Monasterio de Santa María la Real de Nieva. Reinas y
Predicadores en tiempos de reforma’.
No
encuentro por parte alguna de qué número de ejemplares constó la tirada. A lo
que parece está agotada. El precio del libro es de 25,50 €; algo caro parece
siendo en rústica, es sin duda por las fotografías, debe llevar bastantes. Bien,
ya me ocuparé de esta publicación y de su autora con la que otrora crucé
bastantes correos electrónicos (no la conocí personalmente, quizá por no
coincidir en el pueblo) hasta que se enfadó por reconvenirle que no deponía su
determinación de callar ante la mentira del sepulcro. ¿Lo tocará en el libro?
Ella me dijo que había que dejarles con la ilusión, y estaba agradecida al buen
recibimiento de alcalde anterior, del párroco y de todos. Sentiría que en estas
fiestas de la Soterraña
en las que, como queda dicho, se ha tributado una atención u obsequio a la
publicación sobre la indicada localidad segoviana, no pudiera encontrarse en la
reunión el susodicho Eusebio.
Teniendo
como meta la simpatía y la antipatía y no la verdad, me temo que continúe
rehuyendo tratar de esa mentira que cobija la iglesia en su presbiterio, aun
cuando me aseguró que nunca iría contra lo probado por el ADN. Silenciar la
verdad es una manera de contradecirla.
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